SOBRE EL CONCEPTO DE INICIACIÓN

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Lo esencial del sistema iniciático es similar entre las diversas organizaciones esotéricas y tradicionales así como la división en varios grados. Ejemplos de iniciación los encontramos entre las tribus primitivas con ocasión del fin de un período y el comienzo de otro tal como el paso de la niñez, en la ceremonia judía de Bar Mitzvahy o la Primera Comunión católica. Antiguamente, el neófito que aspiraba a formar parte del culto mitraico, en palabras de Christian Jacq en su obra "La Masonería. Historia e iniciación" estaba “completamente desnudo, tenía los ojos vendados y las manos atadas, como se ve en el mithraeum de Capua. En el momento principal de la ceremonia, el postulante se tiende en el suelo para simbolizar un cadáver; antes, había sido empujado por la espalda pero un adepto le había impedido caer brutalmente al suelo. El neófito ocupa, pues, el lugar del iniciado asesinado por la incomprensión de los hombres; el papel de la comunidad es resucitarle y hacer revivir el espíritu en cada nuevo adepto. Se mostraba, incluso, al postulante, una espada empapada en sangre; era la que se había utilizado en el asesinato del Maestro, la que se utilizaría para castigar al perjuro.”. El profano admitido al culto mitraico se comprometía: “Juro con toda certeza y toda buena fe conservar el secreto de los misterios. Que la fidelidad a mi juramento me sea benéfica pero que la indiscreción me sea maléfica”. En el Cristianismo el sacramento del bautismo y el posterior de la confirmación tienen un valor iniciático al igual que lo tenían en la religión mitraica; en la entrada a los mitreos o templos mitraicos había una pila con agua bendita en la que los fieles mojaban la mano para llevarla a la frente y entrar purificados; entre los seguidores de Mitra se celebraba un ágape en el que se bendecían el pan y el vino o agua, alimentos que posteriormente se repartían entre los asistentes como si fueran, simbólicamente, carne y sangre de Mitra.

La tradición hindú denomina chakras a los vórtices energéticos localizados simbólicamente a lo largo de la columna vertebral que se activan conforme el individuo se desarrolla siendo cada uno de ellos un receptor distinto que permite alcanzar un nuevo estado de conciencia. La disposición a lo largo de la columna vertebral reflejando un eje ascendente indica la idea de ascenso gradual y escalonado desde el fondo telúrico hasta los espacios más elevados en un proceso alquímico de purificación y transmutación de las energías inferiores en superiores porque en el caos están presentes en potencia las virtudes superiores que serán desarrolladas gracias al arte de la transmutación. Esta comienza cuando se recibe la luz de la inteligencia al modo del “fiat lux” ("hágase la luz") que iluminó las tinieblas primigenias y se reproduce en la ceremonia de iniciación emanando la luz del verbo divino que da lugar al orden cósmico impulsada por el "motor inmóvil" aristotélico o Gran Arquitecto masónico. Pero la iniciación no es un fenómeno puntual y momentáneo sino un proceso que a lo sumo se puede provocar. Ello es así porque no se trata de una experiencia sacramental o mágica sino de un proceso de aprendizaje. La iniciación es una forma de esclarecimiento que permite al iniciado acceder a una experiencia de autoconstrucción personal y social expresada bajo el adagio de "lo que tú haces, te hace".
El acrónimo alquímico V.I.T.R.I.O.L. refiere a la expresión latina ”Visita Interiora Terras Rectificatur Invenies Ocultum Lapidum”, que traducida viene a decir "Visita el Interior de la Tierra (es decir, de tí mismo) y Rectificando encontrarás la Piedra Oculta". Piedra oculta que se relaciona con el “lapsit exillis” de que nos habla Von Schenbach (1170-1220) y que quizás pueda traducirse por “piedra de los sabios”(2) relacionada con la milagrosa naturaleza del Grial y que hemos de asociar a las palabras del Tao-te-King "es el vacío del centro lo que hace útil a la rueda" (3). Un centro de la Tierra que vive en el silencio expresado en el Libro de los Salmos "Yo me dije: vigilaré mis caminos para no pecar con mi lengua. He puesto una guardia a mi boca" (Salmo 39:2-3) porque al menos hasta el apogeo del monaquismo cristiano en Occidente el silencio ha sido considerado imprescindible para alcanzar la perfección, prudencia y justicia. Ello es así porque el silencio es un don de los sabios que permite encontrar dentro de nosotros mismos la esencia que previamente hemos ignorado. No otro es el sentido del Zazén o meditación en silencio del Zen, sistema surgido dentro del budismo mahayana debiendo recordarse que en el budismo mahayana se busca no sólo el despertar a la iluminación sino el hacerlo en beneficio de los demás. Tan claro es ello que la raíz griega “mu”, de la cual procede "místico", tiene el significado de mudo o silencioso y que Tao-sheng (360-434) dijo "usad las palabras para explicar pensamientos, pero el silencio cuando los pensamientos se hayan absorbido”.

La iniciación implica un primer paso en el camino de la realización y abandono de la ignorancia e incluso las convicciones dogmáticas a favor de una experiencia directa. Esta idea, desde una perspectiva gnóstica, queda expresada en palabras del hispano musulmán Ibn ‘Arabi (1165-1240), la figura más influyente del misticismo musulmán: "Si un gnóstico lo es realmente no puede permanecer atado a ninguna forma de creencia". Ello se debe a que este conocimiento intuitivo o gnosis (4) se alcanza por la identidad entre el que conoce y lo conocido. Se trata de volver a sumergirse (como en el bautismo) en la naturaleza esencial porque, repitiendo a Ibn Arabi, "no se puede unir lo que por naturaleza siempre ha sido uno”. Este sentido de la experiencia gnóstica, que a menudo se buscó en la antigüedad mitraica, pagana, romana e incluso cristiana inicial, en oscuras cuevas que apuntaban al centro más profundo de la Tierra, implica un camino de comprensión e iluminación interiores bajo la máxima del “nosce te ipsum” (conócete a ti mismo), la inscripción hecha por los siete sabios de Grecia en el frontispicio del templo de Delfos, punto de arranque de la filosofía occidental. Sócrates (470 a. C. - 399 a. C.) concluye que “sólo sé que nada sé”; en el Cantar de los Cantares (1,8) leemos “si tú no te conoces, seguirás el camino del rebaño”; en el Deuteronomio (15,9) “estate atento a ti mismo”; San Agustín (354-430), refiriéndose a Dios, dice “noverim te, noverim me” (“conocerte y conocerme”); Erasmo de Rotterdam (1466-1539) señala que la filosofía lleva a la humildad de reconocer saber que nada se sabe. Esta ignorancia reconocida en quien busca con humildad comprende en palabras de Ibn´Arabi que “antes de que el mundo existiera, viña, racimo o uva, / nuestra alma estaba embriagada de vino inmortal”, porque la gnosis implica la posibilidad de comprender la unidad para poder llegar a comprender la esencia de las cosas. En el Evangelio gnóstico de Tomás (50: 12-13), encontrado en Haj' Hammadi, Jesús dice: “"Yo no soy vuestro maestro. Porque han bebido y se han embriagado de la corriente de la que me he apartado (…) aquel que beba de mi boca se volverá lo que Yo Soy: Yo mismo me convertiré en él, y las cosas que están ocultas le serán reveladas". Albert Pike (1809 - 1891) militar, escritor, abogado y masón estadounidense nos dice que "La Gnosis es la esencia de la Masonería” y que "es la religión universal, eterna e inmutable, tal como la plantó Dios en el corazón de la humanidad universal” además de que "en todo tiempo, la verdad ha sido ocultada bajo símbolos, y a menudo bajo una sucesión de alegorías, donde velo tras velo tuvo que ser penetrado antes de alcanzar la verdadera Luz, y quedara revelada la verdad esencial". Por su parte, San Juan alude a la Luz Divina que las tinieblas no han extinguido (Juan, 1:5) y en San Pablo se encuentran doctrinas comunes al Cristianismo primitivo y a la Gnosis cuando apela a "la Sabiduría de Dios (…), sabiduría recóndita, la cual predestinó y preparó Dios antes de los siglos para gloria nuestra, sabiduría que ninguno de los príncipes de este siglo ha entendido" (I-Corintios, 2: 7-8). El simbolismo del Cristo (y digo “del Cristo”, no “de Cristo”) es común en otras religiones anteriores a la Cristiana: en los persas es Ormuz; en el Mazdeísmo es Ahura Mazda; entre los indostanes es Krishna; en la antigua China es Fu-Hi; entre los antiguos germanos es Edda que toma el nombre de Balder; entre los aztecas es Quetzalcóatl; en la antigua Grecia es Zeus; en el antiguo Egipto es Osiris; y en la Europa pagana es Mitra.

Para René Guenon (1886-1951) la iniciación propiamente dicha consiste esencialmente en la transmisión de una influencia espiritual que sólo puede hacerse a través de una organización tradicional que a su juicio Occidente sólo mantiene a través de la Masonería y el Compañerazgo. El iniciado recibe una influencia espiritual cuyo origen no es humano porque el individuo que inicia es sólo un eslabón de una cadena cuyo origen está más allá de la humanidad. Dicha influencia espiritual no es mágica en tanto en cuanto, como señala Guénon, la iniciación tiene lugar en un nivel superior al de la magia porque esta última se desenvuelve en otro animal o psíquico. Para Guénon la religión asegura la salvación eterna por lo que mantiene a sus creyentes en un estado individual humano. Por el contrario, la iniciación permite alcanzar la realización o identidad suprema con el absoluto inconmensurable superando el estado individual y alcanzado estados superiores. La Masonería busca desbastar y perfeccionar la "piedra bruta", símbolo del Aprendiz, para ser capaz de conseguir la piedra "cúbica" del Compañero y, posteriormente, la "piedra cúbica en punta" del Maestro, siendo largo el camino que va desde la piedra bruta a la pulida que se coloca en el más bello arco de una Catedral. La Luz que entra por las vidrieras, identificada tradicionalmente con el espíritu y la sabiduría, se encuentra en todos los rituales de iniciación como antítesis de la oscuridad. Manly P. Hall (1901-1990), en “Las llaves perdidas de la masonería” dice que "La orden masónica no es una mera organización social, sino que está compuesta por todos los que se han agrupado para aprender y aplicar los principios del misticismo y los ritos ocultistas" así como que "son necesarias cualidades espirituales antes de que los verdaderos secretos masónicos puedan ser entendidos por los hermanos mismos". Oswald Wirth (1860-1943), masón, rosacruz y teósofo, en "El libro del aprendiz" nos dice que "al iniciaros en sus Misterios, la Francmasonería ha querido hacer de vosotros hombres escogidos, sabios o pensadores, elevándoos sobre la masa de los seres que en nada piensan. / No pensar es consentir en ser dominado, conducido, dirigido y tratado comúnmente como una bestia de carga. / Es por sus facultades intelectuales que el hombre se distingue del bruto. El pensamiento lo vuelve libre y le da el imperio del mundo. / Pensar es reinar. / Pero el Pensador ha sido siempre una excepción". En otro momento explica que “La iniciación enseña el Arte de Pensar, o sea el Arte Supremo, el Arte Real, el Gran Arte por excelencia” y “El iniciado debe esforzarse en pensar de una manera superior y, para lograrlo, debe romper toda comunicación con los pensamientos de orden inferior". En otra obra suya, “El Ideal Iniciático”, nos explica que la iniciación es activa porque “nos hace copartícipes en una obra, la Obra por excelencia, la Magna Obra de los hermetistas. La iniciación no se busca para saber, sino para obrar, para aprender a trabajar. Según el lenguaje simbólico empleado por cada escuela de iniciación, el trabajo tiene por objeto la transmutación del plomo en oro (Alquimia) o la construcción del Templo de la Concordia Universal (Francmasonería)”.

Arthur Zajonc en su obra de mediados de la década de 1990 “Atrapando la luz” nos cuenta que "en gran medida conocemos el mundo por intermedio de la vista. Naturalmente, Platón utilizaba la visión como metáfora de todo el conocimiento, denominando ´ojo del alma´ u ´ojo de la mente´ al órgano de percepción de la psique. Nuestra palabra ´teoría´ deriva del vocablo griego theoria, que significa ´contemplar´. Saber es haber visto, no pasiva si no activamente". Y nos comenta que según refiere Sochpenhauer éste discutía con Goethe acerca del fenómeno de la luz argumentando que era un fenómeno subjetivo. Goethe respondió diciendo que la luz no existe en la medida en que se ve si no que, refiriéndose a Schopenhauer, "¡tú no existirías si la luz no te viera!". Es decir, la luz "creó" (entendamos que originó la necesidad de crear) el ojo para ver la luz y si la luz no nos hubiera visto no tendríamos ojos y no podríamos verla. Lucas (11:33-36) expresa: “Nadie enciende una lámpara para luego ponerla en un lugar escondido o cubrirla con un cajón, sino para ponerla en una repisa, a fin de que los que entren tengan luz. Tus ojos son la lámpara de tu cuerpo. Si tu visión es clara, todo tu ser disfrutará de la luz; pero si está nublada, todo tu ser estará en la oscuridad. Asegúrate de que la luz que crees tener no sea oscuridad. Por tanto, si todo tu ser disfruta de la luz, sin que ninguna parte quede en la oscuridad, estarás completamente iluminado, como cuando una lámpara te alumbra con su luz”.

Gonzalo Antonio Gil del Águila
10/05/09

(1) Según el Diccionario de la Real Academia, el término iniciación, que procede del latín initiatĭo, -ōnis), significa la “acción y efecto de iniciar o iniciarse”, definiendo iniciar, igualmente procedente del latín initiāre, como “1. tr. comenzar (‖ dar principio a algo)... 2. tr. Introducir o instruir a alguien en la práctica de un culto o en las reglas de una sociedad, especialmente si se considera secreta o misteriosa… 3. tr. Proporcionar a alguien los primeros conocimientos o experiencias sobre algo… 4. prnl. Dar comienzo…”. La idea de iniciación está indisolublemente vinculada a la del aprendiz, término definido por el mismo diccionario como “1. m. y f. Persona que aprende algún arte u oficio. 2. m. y f. Persona que, a efectos laborales, se halla en el primer grado de una profesión manual, antes de pasar a oficial”.

(2) aunque hay quien opina que su significado también pudiera ser el de “piedra del exilio”, “piedra que se encuentra lejos de casa” o incluso, si la expresión originaria fuese “lapis lapsus ex illis stellis”, “piedra que vino de las estrellas”

(3) Vitriolo, que nuestro Diccionario define como procedente del latín vitreŏlus, dim. de vitrum, vidrio, como “ácido sulfúrico”

SOBRE EL CONFLICTO DE KOSOVO

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El término Kosovo parece proceder del de origen eslavo kos que significa mirlo como se confirma con que el lugar de la batalla de 1389 frente a los turcos, Kosovo Polje, se llame en alemán Amselfeld o Campo del mirlo. Por albano-kosovares denominamos los residentes en Kosovo de origen albanés y religión musulmana anteriormente a su independencia. Considerados descendientes de los ilirios se convirtieron al islam durante el dominio turco abandonando el cristianismo ortodoxo constituyendo, por oposición a los serbios, el sustrato del nuevo estado kosovar declarado independiente en 2008. Los serbios, que al contrario que los kosovares no abandonaron la religión cristiana ortodoxa, ven Kosovo como la cuna de su cultura y el año 1389, el de su derrota frente a los turcos en la batalla de Kosovo Polje, el comienzo de una época de sometimiento que acabó con la independencia conseguida en 1170 del Imperio bizantino. Durante la dominación turca los serbios fueron desplazados de Kosovo a favor de los albaneses.

En 1912, durante la Primera Guerra Balcánica, Serbia aliada a Montenegro, Grecia y Bulgaria consigue su independencia y el territorio de Kosovo. En 1918, tras la Primera Guerra Mundial, Kosovo pasa a formar parte del Reino de los Serbios, Croatas y Eslovenos, denominado desde 1929 Yugoslavia. En 1945, poco antes de terminar la Segunda Guerra Mundial, varios miles de combatientes albano-kosovares se enfrentaron al Ejército yugoslavo por el control de Kosovo. En vísperas de la Segunda Guerra Mundial algo menos de la mitad de los habitantes de Kosovo era serbia pero 50 años después este porcentaje se redujo a menos del 10%. Los kosovares hablan una lengua indoeuropea que nada tiene que ver con la eslava de los serbios. Tras la Segunda Guerra Mundial, la Yugoslavia comunista del Mariscal Tito, quien encarnó la resistencia frente a Alemania, divide su territorio entre siete Repúblicas: Eslovenia, Croacia, Bosnia-Herzegovina, Montenegro, Macedonia y Serbia. Kosovo, cuya extensión es inferior a 11000 kilómetros cuadrados, no fue una República de Yugoslavia y su territorio se encontraba dentro de la de Serbia.

En 1974 un nueva Constitución reconoce a Kosovo como provincia dentro de la república de Serbia y se crean escuelas que imparten las clases en albanés con observación de las fiestas islámicas. En 1980, muerto Tito, los albano-kosovares pidieron constituir la séptima república del Estado federal yugoslavo provocando el malestar y oposición de los serbios. Las reiteradas denuncias de estos de la creciente hostilidad de la mayoría albano-kosovar es el motivo argumentado por Slobodan Milosevic en 1989 para retirar la autonomía de Kosovo. En 1990, durante el proceso de desintegración del Estado yugoslavo, Kosovo declaró una independencia que sólo fue reconocida por Albania. Y el Ejército de Liberación de Kosovo (UCK) inició una lucha armada en la que fue derrotado.

En 1998 diversos medios de comunicación se hicieron eco de una denuncia de la Liga Democrática de Kosovo en la que se informaba del sitio serbio a varios pueblos así como de enfrentamientos armados. El 30 de enero de 1999 la OTAN apremió a Yugoslavia a firmar un acuerdo de paz con la advertencia de que de no hacerlo iniciaría bombardeos aéreos. Ante la negativa yugoslava la OTAN, sin la aprobación de la ONU, inició un ataque aéreo el 24 de marzo que se prolongó hasta el 10 de junio de 1999. Durante los bombardeos los serbios residentes en Kosovo fueron atacados por albano-kosovares mientras que albano-kosovares residentes en territorio yugoslavo lo eran por los serbios. El conflicto terminó con la firma del acuerdo Kumanovo en virtud del cual el territorio de Kosovo quedó bajo la administración de la ONU. Tras esto, el Ejército de Liberación de Kosovo (UCK) expulsó a los serbios y un grupo rebelde bajo la misma denominación inició acciones armadas en Macedonia, territorio con un 30% de población albanesa. El 4 de febrero de 2003 los Gobiernos de Serbia y Montenegro asumieron la continuidad de la ya extinta Yugoslavia federal, aunque de facto son Estados independientes. El 17 de febrero de 2008, Kosovo, apoyado por Estados Unidos y parte de la Unión Europea, proclamó su independencia. Varios Estados, entre ellos Serbia, Rusia y España no la han reconocido. Actualmente viven en Kosovo algo más de dos millones de personas.

Gonzalo Antonio Gil del Águila
julio 2009

SÍNTESIS DE LA BATALLA DE RAFIA

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En la batalla de Rafia, que tuvo lugar el 22 de junio de 217 a. C. cerca de la actual localidad de Rafia dentro de la Cuarta Guerra Siria, se enfrentaron las fuerzas de Ptolomeo IV, rey del Egipto ptolemaico, a las de Antíoco III Megas, rey seléucida, por la posesión de la Celesiria (Siria y en Fenicia). Ambos eran reinos helenos surgidos con la helenización de Oriente tras las campañas de Alejandro Magno y sus ejércitos se basaban, como el macedonio que consiguió aquellas conquistas, en la falange pesar de haber incorporado elementos orientales como los elefantes y la infantería ligera.

Despliegue de los ejércitos.

El ejército de Ptolomeo contaba con unos 70.000 infantes, 5.000 jinetes y 73 elefantes de guerra. El de Antíoco con 62.000 infantes, 6.000 jinetes y 102 elefantes de guerra. Las fuerzas se desplegaron frente a frente con las falanges en el centro. Ptolomeo se situó a la izquierda de su despliegue con su guardia personal y Antíoco lo hizo frente a él. Los elefantes se desplegaron en las alas de cada ejército por delante de las caballería propias. Los elefantes seléucidas, de origen hindú, eran más numerosos y aptos para el combate. Ptolomeo contaba con más personal de infantería pero su instrucción y calidad eran inferiores al de la infantería seléucida.

Avance seléucida.

La línea de elefantes de la derecha seléucida fue lanzada junto con sus tropas de acompañamiento mientras Antíoco mandaba detrás la caballería. Los elefantes y tropas de acompañamiento seléucidas derrotaron a los ptolemáicos y Antíoco, desbordando el flanco de los elefantes por la parte exterior del despliegue, cargó contra la caballería egipcia que fue derrotada. El flanco izquierdo egipcio colapsó. Mientras, los elefantes del ala izquierda seléucida comenzaron un tímido avance que no fue apoyado permitiendo que los elefantes egipcios mantuvieran la línea.


Avance ptolemaico.

Esta situación fue aprovechada por Equécrates, que mandaba el ala derecha ptolemaica, para hacer avanzar todas esas fuerzas alrededor de la masas de elefantes y cargar sobre las líneas de la izquierda seléucida que habían permanecido inmóviles, quizás por la creencia de que el avance de su rey les había dado la victoria en la batalla. Antíoco, que debió creerlo también, se había lanzado en persecución de los restos del ala izquierda ptolemaica y en busca de Ptolomeo en vez de volver a la batalla y contener el avance de Equécrates. Por su parte, Ptolomeo había escapado y encontrado refugio en la parte central de su despliegue que no habían sufrido daños.

Desenlace.
Los centros de ambos ejércitos compuestos por sus falanges quedaron frente a frente sin el apoyo de sus alas y se lanzaron al choque decisivo, en el cual las menos expertas fuerzas ptolemaicas mantuvieron la disciplina y alcanzaron el triunfo. Antíoco, que no había hecho caso de los consejos de sus generales, tuvo que reconocer la derrota y recoger los restos de su ejército. Había perdido algo menos de 10.000 infantes y más de 300 jinetes muertos y unos 4.000 de sus hombres fueron hechos prisioneros. Ptolomeo tuvo 1.500 muertos entre su infantería y 700 entre sus jinetes. Con esta batalla, Ptolomeo adquirió el control de la Celesiria (Siria y en Fenicia).

Gonzalo Antonio Gil del Águila
13/12/2010

NOTA: Las fuerzas seléucidas aparecen en azul y las ptolemaicas en rojo. La infantería se representa por un rectángulo vacío, la caballería por un rectángulo con una diagonal y los elefantes por un rectángulo rellano.

PASEANDO POR LA FUENTE DEL AVELLANO

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Tarde del Miércoles 29 de Agosto de 2007. Quiero visitar la fuente del Avellano. Dirijo mis pasos desde Plaza Nueva hasta el Paseo de los Tristes. Cruzo el río Darro por el Puente del Aljibillo y al otro lado, a la izquierda según lo atravieso, se encuentra el camino de tierra que conduce a la fuente. Subiendo una ligera cuesta pronto se olvida la presencia de las edificaciones intuyéndose a la izquierda, y el sentido de la marcha, el río Darro. A la derecha del camino y desde sus bordes el monte arranca dejando entrever veredas descuidadas que prosiguen hacia sus alturas. Algunas losas que jalonan el recorrido, en cada una de las cuales hay añadida una placa metálica con versos, esperan al caminante a modo de mudos poetas. Me encuentro con un simpático alemán de avanzada edad con el que continúo caminando y charlando. Me refiere que vive desde hace dos años en la ciudad, de la cuál está enamorado desde mucho antes, que su mujer falleció un año atrás y que sus cenizas reposan al pie de una de las torres de La Alhambra. Siente con pena que no se aproveche mejor el lugar por el que andamos. Llegados a la fuente del Avellano se divisa la Abadía del Sacromonte en la otra orilla a través de un claro en la vegetación. Hay pintadas en diversas partes del entorno así como en las losas que hemos dejaso atrás. Tomo algunas fotos de la fuente mientras hablamos de la belleza de Granada y él me enseña las que ha hecho de monumentos y lugares granadinos con una cámara digital que lleva consigo. De los dos caños de la fuente uno está seco y el otro gotea tímidamente. Por encima de los dos caños ocho deterioradas piezas de alicatado conmemoran las reuniones de Ganivet con sus compañeros de la cofradía de la fuente del Avellano. Acude un ciclista y queda pendiente de nuestra conversación. Sólo puede encontrarse agua en un moderno surtidor, que no fuente, colocado a pocos metros, que requiere presionar un pulsador para que salga un tímido chorrito de agua.

En 1.951 Antonio Molina prestaba su voz a una canción titulada “La fuente del Avellano”, cuya letra dice que “Al pie del Generalife / en las márgenes del Darro / hay una fuente famosa / la fuente del Avellano” (1) que da un agua “que baja como la nieve / cristalina y con anises” y “que en grana(da) (2) vendiendo voy”. ¿Quién podría hoy reconocer esas celebradas aguas en la furtiva gota de uno de los caños de la fuente o el triste chorrito del surtidor?

La perdida fuente del Avellano se lleva no sólo el recuerdo de un lugar que antaño, como la ciudad, inducía la excitación de las mentes románticas, si no también un importante símbolo de su pasada vida cultural. La segunda mitad del siglo XIX supuso para la cultura granadina una época de brillantez no ajena a la concurrencia de tres acontecimientos. Uno fue la obra de la Cuerda granadina, un grupo de escritores. Otro las actividades de la sociedad literaria de el Liceo. El tercero las actividades del Centro Artístico. Personas cercanas a esos entornos intelectuales constituyeron, al parecer en el verano de 1.895, y con continuidad en algún o algunos veranos siguientes, la cofradía del Avellano, un grupo de amigos bajo la influencia y dirección de Ángel Ganivet, el cual pareció concebir en las reuniones celebradas ante la fuente la idea de componer el “Libro de Granada” publicado en 1.899.

Los contertulios se reunieron algunos veranos en varias ocasiones ante la entonces célebre y seguramente concurrida fuente. Sin duda degustaron sus aguas escapando a los rigores del calor y la sed del estío y disfrutaron del encanto del lugar mientras conversaban. En sus debates debieron tratar del noventa y ochentista dolor por España y el inevitable y solidario dolor por Granada. Ha pasado más de un siglo de aquellas charlas y los intelectuales de esta tierra todavía hablan de esos dolores habiendo perdido, quién sabe si definitivamente, la compañía de las puras y cristalinas aguas de la fuente del Avellano.

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NOTAS
(1) Texto completo de la canción La fuente del Avellano. Al parecer la discografía del cantante ofrece una primera versión de 1.951 y otra posterior de 1.972, pero ambas con idéntica letra

Que fresquita baja hoy
el agua del Avellano
el agua del Avellano
que en grana vendiendo voy

Al pie del Generalife
en las márgenes del Darro
hay una fuente famosa
la fuente del Avellano

Todas las mañanas subo
caminito de la fuente
y así lanzo mis pregones
cuando paso por el puente

Que baja como la nieve
el agua del Avellano
que baja como la nieve
cristalina y con anises
fresquita no hay quien la pruebe
el agua del Avellano

(2) La letra de la canción dice Graná pero aclaro Grana(da) para los foráneos que lean este escrito e ignoren la costumbre ampliamente extendida en la tierra granadina de llamar sincopadamente Graná a la ciudad y a la tierra de la provincia.

CARL CURMAN EN GRANADA

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Carl Curman (1833-1913) era un médico aficionado a la entonces naciente fotografía y con formación de escultor. En 1878, cuando tenía 43 años, se casó con Calla Lundström, una viudad de 26 años hija de un empresario adinerado, y viajaron a España para pasar su luna de miel.

La Swedish National Heritage, una agencia gubernamental sueca dedicada a la recogida de material histórico, ha publicado este año de 2010 en la red social Flickr dedicada a la fotografía el material de Carl Curman, entre el cual se encuentran fotos de su viaje de 1878.

Enlace a las fotografías de Carl Curman en Flickr.com

Enlace a algunas fotografías de Granada hechas por Carl Curman en 1.878 comentadas en castellano y en inglés.

FOTOGRAFÍAS DE GRANADA DE 1.878 (1 DE 2)

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La secuencia de fotografías comentadas de Granada que se reproducen forman parte de un fichero power point con firma "Marga – Agosto 2.010" que dice fueron hechas por Carl Curman en 1.878, que son propiedad de la Galería Swedich National Heritage Board y que no tienen restricciones de derechos de autor.

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FOTOGRAFÍAS DE GRANADA DE 1.878 (2 DE 2)

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SÍNTESIS DE LA BATALLA DE ADRIANÁPOLIS

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En tiempos de la batalla de Adrianápolis la parte Oriental del Imperio romano se encontraba gobernada por el emperador Valente. En aquella época, aun cuando el arma principal de Roma era la infantería, la caballería comenzaba a imponerse como arma fundamental. En 376 Valente se encontraba enfrentado a los persas sasánidas mientras que los godos, expulsados de las actuales territorios de Bielorrusia y Ucrania por los hunos, habían atravesado el Danubio. Fueron inicialmente aceptados pero pronto, ante la enorme cantidad de inmigrantes godos, surgieron tensiones y enfrentamientos que culminaron con su revuelta ante las puertas de Marcianópolis. Bajo el mando de su jefe Fritigerno se dedicaron al saqueo de la zona, derrotaron a una pequeña fuerza romana que marchó en ayuda de la ciudad y se convirtieron en dueños de Tracia aunque no fueron capaces de conquistar las grandes ciudades amuralladas. Fritigerno consiguió unir a su causa a mercenarios godos al servicio de Roma acantonados cerca de Adrianópolis y sus fuerzas aumentaron constantemente con la infiltración constante de inmigrantes godos que atravesaban el Danubio una vez desaparecida la resistencia romana en la frontera. Ante estos hechos, Valente ultima una paz con los persas y desplaza fuerzas desde el frente oriental (Persia) al norte (Tracia). La llegada a la Tracia de unidades de refresco romanas encuentra al ejército godo concentrado cerca de Marcianópolis. Este emprende la marcha hacia el norte hasta que ambos ejércitos se encuentran cerca del Danubio, en una localidad llamada “ad Sauces”, librando un combate no concluyente. Tras el enfrentamiento, los romanos, temiendo la posible llegada de refuerzos godos y del invierno, se repliegan hacia el sur acantonando sus unidades en plazas fortificadas a la espera de la próxima campaña una vez llegue el buen tiempo. Mientras, las fuerzas de Fritigerno aumentan con más contingentes bárbaros e incluso hunos y, valiéndose de su caballería, aniquila unidades romanas aisladas y continua el saqueo de la zona.

Valente decide acudir personalmente a la zona de operaciones acompañado de su séquito y abandona Antioquía. La situación es tan desesperada, que Graciano, emperador de Occidente, a pesar de la presión soportada en el Rin ofreció fuerzas a Oriente aunque estas se vieron obligadas a retrasar su marcha debido al levantamiento de los alamanes. Las fuerzas de Valente se iban concentrando cerca de Constantinopla y estaban compuestas por unidades de “comitatenses” y de “scholae” o caballería así como fuerzas auxiliares y caballería pesada (“clibanarii” y “catafractos”). Estas fuerzas eran profesionales y contaban con buen equipamiento y experiencia en combate. Como anticipo de la ofensiva, Sebastián, un reputado general, dirigió una guerra de guerrillas muy eficaz que permitió la recuperación de localidades y botín. Pero Valente, emperador impopular que deseaba acabar con las críticas que se le dirigían, no apreciaba esta táctica y buscaba una victoria rápida y definitiva. Esto le impulsó a mandar a su ejército, de unos 56.000 hombres, hacia el interior de Tracia en busca del grueso de las fuerzas bárbaras, seguramente más del doble, desoyendo a quienes le aconsejaban esperar los refuerzos de Occidente. Los godos se replegaron hacia el norte y los romanos le siguieron. Por error, los exploradores romanos calculaban a la baja las fuerzas bárbaras y ambos ejércitos se prepararon para el combate.

En la batalla posiblemente se enfrentaron las siguientes fuerzas

Bárbaros - Romanos
Caballería: 12.000 - 8.000
Infantería pesada: 120.000 - 20.000
Infantería ligera: 20.000 - 28.000

Primera fase.

El 9 de Agosto del año 378 la vanguardia romana llegó a las inmediaciones de Adrianópolis encontrando el campamento bárbaro formado en círculo tras los carros. El ejército romano comenzó el despliegue con la infantería en el centro y la caballería en las alas mientras que Valente se colocó con su guardia detrás del centro. Fritigerno quiso entablar conversaciones, quizás temeroso ante la impresionante fuerza enemiga o quizás buscando ganar tiempo para que llegase la caballería alano-ostrogoda. Pero cuando las conversaciones iban a comenzar, parte de la infantería auxiliar romana al mando de Bacurio de Iberia y Cassio se lanzó al ataque contra la infantería goda situada en el exterior de su campamento. La caballería romana del ala izquierda apoyó el movimiento mientras el resto del ejército romano quedó sin actuar. Es posible que este movimiento se debiera a la tensión del momento y a la falta de coordinación entre las unidades. Y fue eso precisamente lo que permitió a la infantería goda rechazarlo.


Segunda fase.

El ala derecha bárbara atacó las posiciones romanas con el apoyo de parte de la caballería alano-ostrogoda al mando de Alateo y Safrax arrollando a la caballería del ala izquierda romana que regresó a sus posiciones de partida. El grueso del ejército bárbaro atacó las el centro y ala derecha romanos.


Tercera fase.

La caballería romana del ala izquierda lanzó un ataque contra la caballería bárbara de Alateo y Safrax haciéndola retroceder hasta su campamento. Pero, habiendo quedado en la carga sin apoyo de la infantería, los romanos fueron superados y dispersados por las fuerzas enemigas que salían del campamento. Este es sin duda el punto de inflexión de la batalla .


Cuarta fase.

Aniquiladas las fuerzas del flanco izquierdo romano, los bárbaros lanzan por esta zona fuerzas de caballería e infantería que explotan el éxito y atacan la retaguardia romana.

Quinta fase.

Los romanos mantienen focos aislados de resistencia y el propio emperador encuentra la muerte en los combates aunque su cuerpo nunca fue identificado. Unos 20.000 romanos logran salvarse de la derrota.


Los restos del ejército romano se dirigieron a Adrianópolis, ciudad amurallada que mantenía una guarnición y armó a sus ciudadanos. Los bárbaros, como había ocurrido desde que pasaron el Danubio, fueron incapaces de conquistar la ciudad al carecer de material y entrenamiento para ello, por lo que continuaron con el saqueo de pequeñas localidades. Al conocer la derrota, el emperador Graciano detuvo a sus fuerzas en el Ilírico, para defender su imperio de posibles incursiones, y apoyó a uno de sus generales, Teodosio, (posteriormente conocido como Teodosio I el Grande), como nuevo emperador de Oriente.

Gonzalo Antonio Gil del Águila

5/12/10

Nota: en azul las fuerzas bárbaras y en rojo las romanas. La caballería tiene una diagonal. El campamento bárbaro está representado por una línea negra.

LA LEGIÓN ROMANA HASTA LA REFORMA DE MARIO

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Al comienzo de la monarquía el ejército romano se formaba sólo con los patricios divididos en 30 curias. Cada curia aportaba 100 hombres de a pie, llamados "milities", y 10 jinetes, o "celeres" que constituían una "decuria". La infantería era mandada por un tribuno militaris y los jinetes por un tribuno celeres, residiendo el mando supremo en el rey. Durante los primeros tiempos de la historia romana el ejército no era permanente.

El sexto rey de Roma, Servio Tulio, acometió una reforma sustituyendo la organización en curias por la de centurias o grupo de 100 hombres y haciendo que los plebeyos prestasen servicio militar. La capacidad del ciudadano de dotarse de equipo personal era lo que determinaba su inclusión en un grupo. Así, los más adinerados componían la caballería (équites) seguidos por quienes formaban la infantería pesada y la ligera. Con la inclusión de los plebeyos el ejército de Servio Tulio llegó a tener unos 4.500 hombres en total, de los que 3.000 aproximadamente formaban la infantería pesada, 1.200 la ligera y 300 la caballería.

Marco Furio Camilo (446? - 365 a. C.) vivió los agitados tiempos de la invasión de los galos senones, a los que derrotó, y acometió una importante reforma de la legión.

En primer lugar, Camilo modificó el orden de combate olvidando, para la infantería pesada, el basado en la riqueza o censal (según el cual los más ricos formaban en las primeras filas y los menos detrás) adoptando en su lugar la formación de acuerdo con la edad y grado de instrucción. De este modo, la infantería pesada pasaba a formar en tres líneas: en la primera se integraban los más jóvenes (hastados), en la segunda los más veteranos (príncipes), y la en tercera, a modo de reserva, los veteranos. La infantería ligera (velites) siguió formando de acuerdo con el carácter censal. De esta manera, la Roma convulsionada por las luchas sociales entre patricios y plebeyos, encuentra en la legión el modo de articularse como un todo orgánico y dinámico que engloba a todos los grupos sociales.

En segundo lugar, Camilo introdujo los manípulos (manipulum) o unidades tácticas de de 200 hombres que permitían más movilidad, versatilidad en su empleo y capacidad de reacción. La fuerza de infantería de una legión pasa a dividirse en 21 manípulos que forman en combate en cuatro líneas, contando la primera con 6 manípulos de los velties o infantería ligera; en la con otros 6 manípulos, llamados hastati (hastatos), de la infantería pesada; en la tercera formaban otros 6 manípulos, los príncipes; y, tras estos, los triarii (triatos) que, con 3 manípulos y 600 hombres, contaban con los soldados más viejos y veteranos. Los triatos solo intervenían en casos excepcionales.

Camilo promovió la normalización del armamento haciendo, entre otras cosas, que el yelmo de metal sustituyera al de cuero y se mejorasen el pilum y los escudos. Con su sistema, la legión se componía de 4.200 hombres a pie y 300 jinetes.

Más tarde, con la reforma de Cayo Mario (cerca de 157-86 a. C.), se adoptó el sistema de cohortes. Cada cohorte estaba compuesta por unos 480 hombres divididos en tres manípulos de 160 soldados cada uno. Y cada manípulo se componía de dos centurias de 80 hombres. La división de la infantería entre hastati, príncipes y triarii desaparece y la infantería pasa a convertirse en un cuerpo homogéneo de infantería pesada sin distinguir a sus integrantes de acuerdo con la edad o el tipo de armamento. No obstante, se seguirán conservando las denominaciones de hastati, príncipes y triarii a efectos de escalafón. La infantería ligera o velites compuesta por romanos desapareció y su papel pasó a ser asumido por los auxilia o auxiliares no romanos, tropas mercenarias reclutadas entre aliados que eran agrupadas según su nacionalidad conservando su uniformidad, armas y modo de combate. Con el tiempo, la legión pasará a dividirse en 10 cohortes compuestas de 6 centurias cada una y alcanzará la cifra de 6.000 hombres de infantería y 300 jinetes a los que, cada vez más, habrá de sumarse personal de oficios, manteniéndose este orden hasta tiempos de Diocleciano. Junto al personal propio de la legión hay que contar un número indeterminado de comerciantes, prostitutas y compañeras de de legionarios (estos no podían casarse), que creaban auténticas ciudades alrededor de los campamentos romanos.

La reforma de Mario respondió a las nuevas necesidades de Roma tras las graves derrotas en las guerras contra cimbrios y teutones en 106 y 105 a. C. ya que a las grandes pérdidas en personal hubo de hacerse frente junto con un creciente desinterés de los ciudadanos romanos por servir en su ejército. Esto obligó a abandonar el concepto de ejército de ciudadanos y la idea de un servicio militar que comenzaba a los 17 años y mantenía como reservista al ciudadano hasta los 60. En su lugar se constituyó un ejército profesional reclutado entre las clases más desfavorecidas que lucha por la promesa de una paga y de un retiro, muchas veces consistente en tierras. El ejército profesional originó una creciente inestabilidad del gobierno republicano ya que los soldados tendían a ser más leales a sus generales que a sus gobernantes, sobre todo cuando algunos generales, como es el caso de Julio César en la guerra de las Galias, pagaba a sus soldados con sus fondos particulares. De esta manera, el ejército se conviertió en una herramienta para conquistar y conservar el poder.

Gonzalo Antonio Gil del Águila
28/11/10

SÍNTESIS DE LA BATALLA DE CANNAS

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La batalla de Cannas (o Cannæ) fue un enfrentamiento militar dentro de la Segunda Guerra púnica ocurrido el 2 de agosto del año 216 a. C. entre los ejércitos de Aníbal y Roma, comandas estas últimas por los cónsules Cayo Terencio Varrón y Lucio Emilio Paulo. La táctica empleada por Aníbal es hoy día un modelo clásico después de haber servido como inspiración al Estado mayor prusiano y alemán antes de la Primera Guerra Mundial.

Las fuerzas romanas contaban en la batalla con 75.000 soldados de infantería, 2.400 jinetes romanos y unos 4.000 jinetes aliados de caballería aliada. A estas fuerzas debían sumarse algo más de 10.000 soldados de infantería que no llegaron a intervenir en la batalla. Frente a esas fuerzas Anibal contaba con 46.000 soldados de infantería y 8.000 jinetes.

En esencia, la batalla de Cannas es un ejemplo de batalla que acepta el encuentro en un el centro que cede ante el avance del enemigo haciéndole meter en una especie de U mientras que los flancos se mantienen firmes aceptando el combate. En determinado momento, una de las alas acepta el combate cuando le es favorable para que una vez ha sido resuelto favorablemente pueda Transferir parte de sus efectivos al otro ala por detrás de la línea de combate. Una vez ambos flancos enemigos han sido derrotados las alas caen sobre la retaguardia del enemigo que queda embolsado.
En Cannas los ejércitos se desplegaron en una llanura. Los romanos con la infantería en el centro y la caballería en las alas, la romana en la izquierda y la aliada en la derecha. Aníbal colocó a su infantería también en la parte central de su despliegue pero con su centro avanzado hacia el despliegue romano a modo de arco colocando a galos e íberos mientras que a los flancos colocó a infantes libios. En las alas desplegó la caballería, la ligera númida a la derecha frente a la caballería de los aliados de Roma, y la pesada formada por jinetes galos e íberos a la izquierda, frente a la caballería romana.

El ataque fue comenzado por los romanos. El centro del despliegue cartaginés cedió ocupando las fuerzas romanas el espacio desalojado mientras que los flancos cartagineses se mantenían firmes.

La caballería cartaginesa de ambas alas ataca a la romana. Mientras la ligera númida es contenida, la pesada de galos e íberos derrota a la romana. Aníbal ordena que parte de esta fuerza ayude a la ligera númida trasladándose por detrás de la línea de la infantería cartaginesa, evitando así ser vista por el mando romano.
Los dos flacos de la infantería cartaginesa, compuesta por libios, no cedían al avance romano mientras sí lo hacía el centro de galos e íberos. De esta manera la infantería romana avanza formando una U que encaja en la U formada por la infantería de Aníbal.

La caballería romana es derrotada por la de Aníbal que cierra el espacio abierto de la U.

Las fuerzas romanas, completamente cercadas, son aniquiladas. Tito Livio cifra los caídos romanos en 50.000 y Plutarco en 70.000 en la que fue la mayor derrota de la historia de Roma. Los romanos perdieron en la batalla al cónsul Lucio Emilio Paulo, los dos cónsules precedentes, dos cuestores, veintinueve de los cuarenta y ocho tribunos militares y alrededor de ochenta de los 300 senadores. Al día siguiente, las fuerzas romanas que no habían intervenido en la batalla combatieron con los cartagineses siendo derrotados y sufriendo 2.000 muertos y 8.000 prisioneros. Los cartagineses tuvieron unos 6.000 muertos.

Tras esta victoria Aníbal no pudo o no se atrevió a conquistar Roma, invernando en Capua. Roma, temerosa del genio militar de Aníbal, le sometió a una guerra de desgaste y, más tarde, llevó el teatro de operaciones a tierras de Cartago. Aníbal abandonó a sus fuerzas en Italia para defender su patria amenazada y, por una de esas extrañas ironías que tiene la historia, los romanos le derrotaron en la Batalla de Zama, también llamada de Naraggara, el 19 octubre del 202 a.C., empleando la misma táctica que a tan alto precio habían aprendido en Cannas.

Gonzalo Antonio Gil del Águila
21/10/11

LOS CONCEPTOS DE BAZOOKA Y LAW

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La palabra bazuca, castellanización del inglés bazooka, se usa para designar a un lanzacohetes anti carro portátil que impulsa una carga hueca o granada propulsada por un cohete, siendo esta la razón por que se le denominado lanzagranadas. Creado en los Estados Unidos fue una de las principales innovaciones del armamento de la Infantería durante la Segunda Guerra Mundial y se basó en el empleó del explosivo HEAT (High Explosive Anti-Tank). Alemania copió el diseño adaptándolo al calibre de 88 mm y dándole el nombre de Raketenpanzerbüchse Panzerschreck (o terror de los carros). La palabra bazuca se usa a menudo, aunque de manera errónea, para designar a todas las armas contra carro, como por ejemplo los RPG soviéticos.

Los primeros bazucas fueron el M1 y M1A1, en servicio en 1942, seguidos por el M9A1 en 1943. Este último difería de los anteriores en que el tubo lanzador se encontraba separado en dos partes, facilitando con ello su traslado, y en que el disparador por batería de ignición se reemplazó por otro magnético. El modelo M20 o "Super Bazooka" se empleó en Guerra de Corea y derivó en una versión, denominada M20B1 más ligera al tener un tubo de aluminio fundido. Estas dos últimas versiones experimentaron mejoras en 1952 con los modelos M20A1/A1B1. Ambas tenían, una vez armado el tubo lanzador, una longitud de 1,524 ms, calibre 88,9 mm. El peso desmontado del primero era de 6,4 kg y el del segundo de 5,9 kg el segundo, disparaban proyectiles de unos 4 kg de peso y tenían una máximo de más de 800. El lanzagranadas español Instalaza de 88,9, en amplio uso en nuestras Fuerzas Armadas hasta los años 80, es un arma muy similar.

El lanzagranadas / bazuca viene a ser algo así como un cañón portátil sin retroceso y reutilizable que requiere de un equipo compuesto, básicamente, por un tirador que porta el tubo plegado, y al menos un proveedor/cargador. El tirador monta el arma, apunta y dispara. El cargador desembala el proyectil, lo prepara y carga el lanzagranadas introduciéndolo por la parte posterior del tubo lanzador una vez que ha sus dos partes han sido montadas. En los modelos más antiguos debía hacerse un contacto entre el proyectil y el tubo lanzador empleando un hilo conductor. En este tipo de armas, una vez cargada el cargador da una palmada, generalmente en el casco o la cabeza, al tirador.

Durante la guerra de Vietnam, las fuerzas de los Estados Unidos buscaron un medio contra carro más ligero y versátil que permitiera a la Infantería disponer de más movilidad. Nació así el LAW, siglas de Light Anti-tank Weapon, o Arma Ligera Contra Carro. El LAW, a diferencia del Bazooka, se compone de dos tubos de aluminio que vienen encajados uno dentro de otro (es decir, no dos tubos que vienen separados y deben unirse) y con la munición precintada en el interior (no como en el Bazooka que debe cargarse una vez unidos los dos tubos). Para disparar el LAW se retiran los tapones extremos y se despliega el tubo, que cuenta con sistema óptico y un pulsador. El calibre es de 66 mm, con una longitud durante el transporte de 67 cm y de un metro en el momento del disparo, y un peso de 2,5 kg. En la actualidad, Estados Unidos ha sustituido el LAW por el M136 AT-4, un arma de producción sueca, y ha abandonado el uso de bazucas a favor de misiles filoguiados aunque hay Ejércitos modernos que siguen utilizando sistemas similares al Bazooka o al Instalaza 88,9. El equivalente español actual del LAW es el C90C Instalaza.

El modelo más extendido de lanzagranadas es el RPG-7, arma soviética que entró en servicio en 1961 y ha conocido diversas copias y adaptaciones. El RPG-7 y sus variantes se basan en un tubo de 4 cm de grosor soldado a una sección de mayor grosor que acaba en un estrangulamiento y una tobera que crean al efecto Venturi y anulan el retroceso del arma después del disparo del proyectil, de calibre 85 mm y con alcance de más de 900 ms. Se trata de un arma que puede ser transportada y usada por un solo servidor que consta de un lanzador de unos 7 kilos y un proyectil (de más de 2 a más de 4 kilos, según el tipo). Su versatilidad, robustez, sencillez y bajo precio hacen que se trate de un arma muy difundida, siendo usada en la actualidad como lanzagranadas normalizado en la Infantería rusa y unos 40 países.

Gonzalo Antonio Gil del Águila
21/11/10

CONSIDERACIONES SOBRE LA OFENSIVA DEL TET Y SU INFLUENCIA EN LA OPINIÓN PÚBLICA ESTADOUNIDENSE

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Conocemos como ofensiva del Tet una operación militar de la Guerra de Vietnam que consistió en una ofensiva generalizada de las fuerzas del Ejército de Vietnam del Norte (EVN) y el Vietcong en 1968 contra las fuerzas aliadas del Ejército de Vietnam del Sur (ARNV), Estados Unidos y otras potencias occidentales, que comenzó el 31 de enero de 1968 aprovechando la celebración del año nuevo en el sur. Hasta ese momento el optimismo reinaba entre los Gobiernos aliados por lo favorable que para ellos parecía la marcha de las operaciones. Especialmente en Estados Unidos, el Gobierno y los mandos militares manifestaban reiteradamente que los comunistas no habían conseguido ganar una sola batalla y que iban a ser derrotados. Pero con la ofensiva del Tet la opinión pública occidental, que sentía una oposición creciente a la guerra, dejó de creer en la victoria al ver que 36 de las 44 capitales de provincia de Vietnam del sur y otras localidades menores eran ocupadas por fuerzas comunistas; que se combatía en Saigón, la capital; que la embajada estadounidense había sido asaltada; que se desarrollaban combates de gran envergadura alrededor de la base de Khe Sanh, cerca de la línea de demarcación entre el Sur y el Norte del país; y que se combatía duramente en Hué. Pero lo cierto es que la ofensiva del Tet, que no llegó a suponer un serio peligro para los aliados, acabó con una derrota militar comunista que, no obstante, fue interpretada de una manera distinta por los medios de comunicación occidentales y terminó influyendo decisivamente en la opinión públicas de sus países, sobre todo en Estados Unidos hasta hacerle abandonar el conflicto. Simplificando un poco puede decirse que los aliados vencieron a los comunistas en los campos de batalla pero que estos ganaron la guerra gracias a los medios de información occidentales y a su capacidad de influir para que la opinión de sus países repudiara de manera mayoritaria ese conflicto. Tras el abandono de sus aliados Vietnam del Sur sería derrotado y conquistado finalmente por Vietnam del Norte.

Los comunistas supieron confundir a la opinión occidental desde antes de la ofensiva del Tet con una campaña diplomática basada en una oferta de paz mientras concentraban en secreto sus fuerzas. La ofensiva cogería desprevenidos a los Gobiernos occidentales en una fecha en que muchos soldados del Ejército del Vietnam del Sur estaban de permiso por las festividades y la celebración de año nuevo permitiría que pasaran inadvertidos los movimientos de la “quinta columna” en territorio del sur. Es cierto que la Inteligencia aliada, y especialmente la CIA, intuyeron que algo iba a ocurrir, pero no fueron capaces de predecir su alcance.
En la Ofensiva Tet los aliados tuvieron más de 4.300 muertos (1.000 de ellos estadounidenses), 16.000 heridos y algo más de 1.000 desaparecidos. Los comunistas, que fueron completamente rechazados, vieron aniquilada su “quinta columna” en el sur, perdieron grandes cantidades de material y tuvieron entre 37.000 y 50.000 muertos. Desde un punto de vista estrictamente militar, la operación había terminado con un triunfo de los aliados. La situación guardaba cierto paralelismo con la ofensiva de las Ardenas de 1944: los alemanes atacaron por sorpresa cuando estaban cerca de la derrota buscando forzar una solución diplomática con los aliados occidentales. En ambos casos, los atacantes fracasaron militarmente pero la gran diferencia es que con la ofensiva del Tet la opinión pública occidental no creyó que hubiese una victoria aliada y pensaba que sus fuerzas llevaban a cabo una despiadada e inútil destrucción de Vietnam. En este sentido poco ayudaron declaraciones como las de un mando estadounidense que cuando explicó la destrucción de un tercio de Ben Tre dijo que "era necesario destruirla para salvarla". Evidentemente quería decir que hizo falta el uso de la artillería, y la consiguiente destrucción de la ciudad, para reconquistarla teniendo el menor número de bajas. Pero aquella desafortunada forma de expresarse horrorizó a la opinión pública y se convirtió en un símbolo del debate sobre los daños colaterales de la guerra. Y, para hacer más difícil aun la situación a los aliados, los comunistas volvieron a lanzar otra ofensiva en verano, aunque de menor envergadura, llamada del Mini Tet. No debe extrañar porque, a diferencia de lo ocurrido tras las Ardenas en 1944, los comunistas contaban con una retaguardia segura de la que llegaban equipamiento y recursos (la guerrilla comunista y Vietnam del Norte contaban con el apoyo de los países del bloque socialista y durante años de zonas santuario usados para la infiltración de sus fuerzas en Laos y Camboya y desde la frontera de la China popular).

Los civiles estadounidenses vieron la ofensiva de Tet como una derrota que desautorizaba las afirmaciones optimistas de sus militares y políticos y consideraron que las bajas mortales de su páis, unos 1000, como intolerables. La influencia de la opinión pública estadounidense se hizo mayormente contraria a la guerra y obligó a sus gobernantes a la retirada del conflicto. De esta manera, y por primera vez en la historia, una victoria militar en una campaña se convirtió en una derrota gracias a los medios de comunicación y a la opinión pública. ¿Quizás porque esa opinión pública quería una victoria rápida y contundente y no de notro tipo?
La principal preocupación de la casa Blanca no parecían ser los problemas militares si no su repercusión política. Jack Valenti, ayudante del presidente Johnson, comentó, hablando del presidente, que “cada mañana estaba al teléfono, con una diferencia de doce horas, comprobando las bajas del día anterior. ‘Sr. Presidente, perdimos 18 hombres ayer, Sr. Presiente perdimos 160 hombres, tuvimos 400 bajas', así una mañana tras otra". Especialmente impopular fue comprobar el alto porcentaje de bajas entre negros y pobres haciéndoles sentir como ciudadanos de segunda clase que sólo servían para aportar carne de cañón. En esa época, en los estados del Sur de Estados Unidos había cobrado fuerza el movimiento por los derechos civiles, el cual consideraba a la guerra de Vietnam como otra forma de opresión contra los negros. Martín Luther King Jr. dijo en 1967 que “las promesas de una gran sociedad han desaparecido en los campos de batalla de Vietnam. La persecución de esta guerra amplia ha estrechado las dimensiones prometidas de los programas de bienestar domésticos, ha hecho que el pobre, blanco o negro, soporte las cargas más pesadas tanto en el frente como en casa". Otro ejemplo de la oposición a la guerra es la letra de una canción muy popular de Joe McDonald que invitaba a los padres y madres a sacar a sus hijos de Vietnam “antes de que sea demasiado tarde” en la que, tras preguntarse “¿por qué estamos luchando?” se respondía “no me preguntéis, me importa un bledo”. Las manifestaciones en contra de la guerra congregaban a cada vez más participantes y algunos veteranos acudían a ellas con uniforme e incluso arrojaban sus medallas mientras los políticos eran presa del pánico. El 7 de febrero de 1968, pocas semanas después del comienzo de la ofensiva del Tet, el senador Robert Kennedy manifestó: "Dicen que el Viet Cong ya no es capaz de controlar las ciudades y probablemente sea cierto. Pero ellos han demostrado que a pesar de todos nuestros informes de avance, de fortaleza del gobierno y de la debilidad del enemigo, medio millón de soldados norteamericanos, con 700.000 aliados vietnamitas, con el dominio total por aire y mar, apoyados por los enormes recursos y las armas más modernas, somos incapaces de controlar incluso una sola ciudad de los ataques de un enemigo cuya fuerza total es aproximadamente de 250.000".

El general norvietnamita Giap, un excepcional militar, supo comprender las implicaciones políticas al expresar que "para nosotros no existe algo parecido a una única estrategia. La nuestra siempre es una síntesis, simultáneamente militar, política y diplomática, por esa razón, claramente, la Ofensiva Tet tenía múltiples objetivos".

El Tet había aniquilado la voluntad de combatir de la sociedad estadounidense y Henry Kissinger lo supo sintetizar: "En lo sucesivo, no importa lo efectiva que sea nuestra acción, la estrategia prevaleciente ya no puede conseguir sus objetivos dentro de un período dado ni dentro de los niveles de fuerza políticamente aceptables para el pueblo estadounidense".

Habiendo sido la primera vez que esto ocurrió, no podemos sustraernos a buscar comparaciones. Podemos encontrarla en la Batalla de Mogadiscio, también llamada del Mar Negro, que enfrentó fuerzas de los Estados Unidos y de la ONU contra guerrilleros somalíes de Mohamed Farrah Aidid en octubre de 1993. En esta operación, aun cuando los estadounidense lograron su objetivo de capturar a los jefes de la milicia, tuvieron 19 muertos y 79 heridos a los que se sumaron 3 muertos y 9 heridos de fuerzas de la ONU (Malasia y Pakistán) causando a los milicianos varios centenares de muertos y miles de heridos. El rechazo de la opinión pública estadounidenses ante las bajas impulsó el abandono de su misión en la zona y contribuyó a la inestabilidad que vive aun hoy día la zona.

Las comparaciones han sido inevitables desde la guerra de Vietnam. Sadam Hussein amenazó en 2003 con que atacar Iraq sería para los Estados Unidos una derrota como la de Vietnam. Cuando se preguntó a George W. Bush si el recrudecimiento de los atentados durante la campaña electoral iraquí de 2006 tenía algún parecido con la ofensiva del Tet respondió afirmativamente aunque la Casa Blanca se apresuró a decir que la comparación se reducía a la escalada en la actividad y no a la marcha de la guerra.

Gonzalo Antonio Gil del Águila
15/11/10

LA BATALLA DE LAS TERMÓPILAS

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Conocemos como Batalla de Las Termópilas el enfrentamiento que tuvo lugar en agosto o septiembre de -480, durante la segunda Guerra Médica, entre fuerzas griegas y persas en el paso de ese nombre. Termópilas significa Puertas Calientes por los manantiales de agua caliente que existían en la zona.

El ejército griego se componía de una fuerza superior a los 7.000 hombres, y tenía como misión bloquear el paso por Las Termópilas a los persas en su avance hacia la Grecia continental mientras la flota les bloqueaba en Artemisio.

Las fuerzas persas se estiman en unos 200.000 a 250.000 hombres. No está claro que todos ellos llegaran al paso y participaran en la batalla porque cabe que una parte se quedar a de guarnición en Macedonia y Tesalia, tras su paso desde Asia Menor, o fuese empelada para otros fines. Ctesias sugiere que fueron 80.000 los persas que cambatieron en las Termópilas.

A finales de agosto o a comienzos de septiembre, griegos y persas se enfrentaron. El paso era un angosto desfiladero que por uno de sus lados caía hacia el mar. Los griegos se hicieron fuertes aprovechando un pequeño muro no muy alto. La estrechez del lugar impedía a los persas hacer uso de su superioridad numérica y debían empeñarse en apretadas olas de combatientes contra los griegos. Estos, gracias a su superior armamento y técnica combativa, contuvieron el avance enemigo durante siete días, de los que tres fueron de combates, derrotando a la fuerza de élite persa, los llamados “Diez mil inmortales”.

Un lugareño llamado Efialtes mostró a los persas un camino que les permitía salvar el paso y caer sobre la retaguardia griega. Una vez que Leónidas, rey espartano y comandante de los griegos, supo que la situación estaba perdida, cubrió el repliegue de la mayor parte de las fuerzas griegas con los restos de sus “300” espartanos y de los 700 tespios, 400 tebanos y quizás algunos soldados más. Entre estos últimos quizás 1.000 focidios y 900 hilotas. Debe entenderse que de las fuerzas griegas que libraron la última parte de la batalla han de descontarse los caídos previamente, cuya cifra ignoramos. Lo más seguro es que la mayoría de quienes quedaron debieron morir en el combate subsiguiente.

Erróneamente se piensa que en la fase final de la batalla lucharon sólo “los 300” espartanos de Leónidas, lo que, como se ha señalado, es incorrecto. Esparta aportó a la campaña un contingente de entre 1000 y 1300 hombres. Diodoro dice que “Leónidas, cuando recibió el mandato, anunció que sólo un millar de hombres le acompañarían en la campaña” pero luego afirma que “había, por tanto, un millar de los lacedemonios, y con ellos trescientos espartiatas”. Hemos de considerar que los soldados aportados por los espartanos más allá de “los 300” debieron ser tropas auxiliares de lacedemonios y periecos, cuyo valor en combate, sin duda, era muy inferior al de los espartiatas.

La estrategia griega requería la contención terrestre en Las Termópilas y la naval en Artemisio. Tras la batalla de Las Termópilas, la flota griega se retiró a Salamina mientras los persas avanzaban por tierra atravesando Beocia y ocupando Atenas, previamente evacuada. Pero entonces, la flota griega derrotó a la persa en la decisiva batalla de Salamina. Aniquilada su flota, Jerjes, para evitar quedar atrapado en Grecia, se retiró a Asia. Pero dejó en Grecia al general Mardonio con un ejército que fue derrotado al año siguiente en la batalla terrestre de Platea, lo que puso fin a la invasión persa.

“Viajero, ve a Esparta y cuenta que aquí hemos muerto en obediencia a sus leyes” dicen las palabras del poeta Simónides en recuerdo de la gesta.

Gonzalo Antonio Gil del Águila
14/11/10

ACERCA DE LA BATALLA DE QADESH

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DETERMINACIÓN CRONOLÓGICA Y FUENTES

La Batalla de Qadesh (anteriormente conocida en el ámbito de lengua castellana como de Kadesh) es la primera batalla documentada que ha llegado hasta nosotros, la primera tras la que nos consta la redacción de un tratado de paz escrito y posiblemente la última de relevancia librada con tecnología de la Edad del Bronce. Se supone que tuvo lugar a finales de mayo del año 1274 a. C. aunque muchas son las dudas que existen sobre su fecha ya que se ha datado entre 1300 y 1213 a. C. Lo que sí está claro es que se trató de un combate en las inmediaciones de la ciudad de Qadesh, en la actual Siria, entre fuerzas de infantería y carros de guerra que enfrentó a las fuerzas egipcias del faraón Ramsés II a las hititas de Muwatallish. Parece ser que la batalla comenzó favorablemente para los hititas y que pudo terminar con un éxito egipcio, si bien con importantes bajas, o con la derrota egipcia, aunque no total, suponiendo, en todo caso, un empate con notables ventajas geoestratégicas para los hititas.

Los documentos contemporáneos que conocemos sobre la batalla son fuentes egipicas: el Poema de Pentaur, un relato en bajorrelieve de la batalla que se dice escrito por Ramsés II del que existen ocho copias; el Boletín de Guerra, siete copias en forma de bajorrelieve junto al poema; el tratado paz firmado tal vez varios años después de la batalla.

CONDICIONANTES POLÍTICOS Y GEOESTRATÉGICOS DE LA BATALLA

En la época, Siria era un país rico gracias a su producción alimenticia, especialmente de trigo, sus derechos aduaneros y por ser un paso obligado de mercancías tales como alimentos, cobre, estaño, herramientas, joyas, metales preciosos y productos de lujo, maderas, productos textiles, vidrio. El país hacía de puente entre el Egeo y Asia Menor a través del puerto de Ugarit, localidad que ha sido equiparada con la Venecia medieval, dependiendo de su tráfico el suministro a lugares tan remotos como pudieran ser las tierras de las actuales Afganistán e Irán.
Siria se había encontrado rodeada de grandes potencias. Egipto y Mittani, las dos más grandes en su momento, estaban en permanente conflicto desde que Mittani había arrebatado posesiones egipcias en Siria, pero concertaron una paz que evitase su desgaste en beneficio de terceros. Con posterioridad a ese acuerdo, el rey hitita Shubiluliuma I comenzó una serie de acciones contra Mittani sin que los faraones Tutmosis III y Amenofis II reaccionaron. Shaushtatar, rey de Mittani, temiendo una guerra en dos frentes contra hititas y egipcios, ofreció a estos últimos un tratado de paz que fue aceptado y posteriormente reforzado cuando Amenofis III y Taduhepa, hija del siguiente rey mitano, Artatama I, se casaron. Las fronteras entre territorios sometidos a las influencias egipcias y mitanas se definieron aunque Hatti ambicionaba las tierras sirias repartidas entre ellos. El reino de Amurru, el valle del río Eleuteros y las ciudades de Qadesh (que eran dos: una nueva, sobre un promontorio, y una antigua cerca a la otra, en terreno llano) fueron cedidos a Egipto por Mittani, beneficiándose esta con la renuncia egipcia a territorios mittanos conquistados por Tutmosis I y Tutmosis III.

En tiempos del faraón Amenofis III el reino de los amurru o amorreos, de manera paulatina y ante la indiferencia egipcia, se adueñó del territorio comprendido entre el Mediterráneo y el río Orontes, atacando posteriormente a Mittani. Pero Nittani les venció y ocupó su reino y provocando que Egipto mandase fuerzas para rein-tegrar el reino de los amurru en su área de influencia, acabandose así con los más de dos siglos de paz entre Egipto y Mittani, sucediendose nuevos conflictos entre ambos.

Entonces, Shubiluliuma I el Grande, nuevo rey de Hatti, ataca a Mittani y le arrebata
territorios en la que se conoce como Primera Guerra Siria. En la segunda, Mittani intenta recuperarlos siendo totalmente destruida por Hatti. El faraón Amenofis IV, conocido como Ake-natón, no reaccionó y continuó la expansión hitita que conquistó lugares como Ugarit y Qadesh.

Tras un período de incertidumbre, Qadesh queda de nuevo nominalmente bajo control egipcio, pero su nuevo rey Aitakama, no se comporta como un vasallo egipcio al pedir a otros Estados ayuda para atacar a la ciudad de Upe (también vasalla egipcia). Akenatón respondió ordenando a su vasallo Aziru, rey de Amurru, la lucha contra Qadesh y entegándole oro y pertrechos que utilizó no frente a Qadesh si no en su expansión con el apoyo de Hatti.

Aunque no ha sido probado se supone que Akenatón pudo mandar un ejército que fue destruido quedando la zona bajo influencia hitita. Al morir el faraón se sucede un período de inestabilidad en Egipto que dura más de 30 años hasta que Ramsés I y su hijo Seti centran su política exterior en la recuperación de los territorios perdidos, reincorporando temporalmente Qadesh, que volvería a caer bajo control hitita. Es en este contexto que Ramsés II, hijo de Seti I, decidió ponerse al frente de un gran ejército para exigir el juramento de lealtad del rey amorreo, Benteshina. El rey hitita Muwatallish, conocedor de los planes de Ramsés II y de que este necesitaba Qadesh si quería recuperar el control de Siria, comprendió que el vasallaje respecto de Egipto, de grado o por la fuerza, le haría perder el centro y norte de Siria. Pero los hititas tenían una ventaja respecto de años anteriores porque Mittani ya no existía y no podía ayudar a Egipto y la amenaza asiria a su este había desaparecido. Hatti estaba en mejores condiciones de las que nunca había estado para enfrentarse a Egipto y ambas potencias estaban decididas a enfrentarse en Qadesh para resolver quién controlaría Siria.

EJÉRCITOS ENFERENTADOS

Se estima que en Qadesh se pudieron enfrentar más de de 40.000 infantes y entre 2.500y 3.500 carros, por parte hitita, a 25.000 infantes o algo más y 2.500 carros, por parte egipcia.

Entre los antiguos egipcios la milicia raramente tuvo alta consideración y su ejército nunca fue numeroso ni destacó salvo en muy breves períodos. Es por ello que resultaba difícil reclutar tropas con levas obligatorias y fue necesario contar con mercenarios extranjeros, especialmente nubios y, en menor medida, libios y asiáticos. Hubo que esperar hasta el Imperio Nuevo para que Egipto tuviera, tras la dominación de los hicsos, un ejército regular aunque poco numeroso en el que siguieron abundando mercenarios extranjeros. En esa época, tanto el faraón como algunos nobles se rodearon de un pequeño grupo armado a modo de hueste. La invasión hicsa había sido posible, en parte, gracias al uso del carro de guerra. Este había sido desarrollado después de la domesticación del caballo y se había convertido en un arma extraodinaria adoptada por los egipcios.

El ejército egipcio se dividía en cuerpos de ejército o divisiones integrados por unos 5.000 hombres, 4.000 de ellos infantes y 1.000 aurigas tripulando 500 carros de guerra. La unidad básica de combate de infantería era una compañía de 50 hombres integrada en batallones de 250. En cada compañía se destinaban 25 carros y los había de tres tipos: de combate, los más pesados, y otros más ligeros y veloces, los dedicados a las comunicaciones y exploración.

Diversas armas egipcias El carro de combate se usaba para el ataque frontal a la infantería o para rodearla desbaratando así su orden de combate ya que contra los carros no había mucha posibilidad de defensa.

Cada cuerpo de ejército tenía veinte compañías y veinte oficiales superiores bajo el mando de un general. Los combatientes debían luchar por su reputación y por la defensa del faraón. Si lo hacían con honor se les otorgaba una especie de condecoración pero si mostraban cobardía o huían podían ser castigados o ejecutados, siendo en algunos casos los castigos extensibles hasta su familia. Los combatientes distinguidos recibían del faraón condecoraciones, bienes inmuebles, esclavos y otros bienes. Los mandos del ejército se nutrían de las familias más preeminentes que enviaban a sus hijos a una especie de academia militar cuando eran unos niños. Las armas utilizadas por los soldados de infantería, todas de bronce, eran lanzas, jabalinas, mazas, hachas de combate, espadas, sables curvos llamados kopesh, arcos sencillos y arcos de doble curvatura de origen hitita. Para su protección dispo-
nían de escudos de madera, cuero curtido o caña trenzada pero carecían de armaduras, cotas de malla o casco. Durante la dinastía XVIII se introdujo el arco triangular, más fácil de manejar y de fabricar que los anteriores, capaz de atravesar armaduras.
Para enfrentarse al ejército hitita, posiblemente superior al egipcio hasta ese momento, este último debió asumir un esfuerzo para modernizarse y mejorar su armamento: adoptó el arco compuesto (que requería dos años para terminar su fabricación) y la espada llamada kopish, un eficaz modelo que servía para apuñalar como y cortar; y mejoró las hachas y los carros de combate, haciéndolos más livianos que los hititas y desplazando su eje hacia atrás para darles más maniobrabilidad; esta ventaja de maniobrabilidad permitía una tripulación de sólo dos personas (auriga y arquero) frente a los tres de los más pesados carros hititas.

Los hititas destacaron por el uso del carro de combate y desarrollaron un diseño con ruedas más ligeras y cuatro radios, en lugar de ocho, capaz de transportar a tres guerreros en vez de dos. Poseían hachas de penetración y espadas rectas de bronce, posiblemente modelos indoeuropeos, y arcos compuestos.

LA BATALLA

Muwattali, el rey hitita, organizó una gran coalición contra Egipto en la que participaron más de una quincena de Estados. La batalla tendría lugar estaba cerca de sus bases lo que significaba una ventaja estratégica y a su favor también estaba una acción diplomática continuada a lo largo de muchos años. Egipto había perdido amigos y aliados y debía proyectar sus fuerzas a un lugar lejano atravesando Cannan y Fenicia. Durante su progresión, pudo contactar con los “nearin”, fuerzas integradas por soldados asiáticos al servicio de Egipto que esperaban esta-cionados en las costas de Amurru, y les ordenó dirigirse hacia el interior para coincidir con sus cuatro cuerpos de ejército (o divisiones) en Kadesh.

La vanguardia egipcia capturó a dos miembros de la tribu de los Ahasu que informaron al faraón de que el rey hitita, temeroso del combate, y su ejército estaban en Alepo, unos 200 kilómetros al norte. Confiado, Ramsés II cruzó el Orontes por el vado de Shaltuna y, una vez en el margen oeste, avanzó al frente del cuerpo de ejército Amón mientras que los de Ra, Ptah y Sutekh se man-tenían retrasadas. El cuerpo de ejército Amón bajo las órdenes de Ramsés II instaló su cam-pamento al oeste de Kadesh en espera de que convergiese el resto de sus fuerzas y atacar con ellas la ciudad, levantada sobre un promontorio convertido casi en una isla. Pero las fuerzas hititas no estaban en Alepo si no emboscadas al este de Kadesh en espera de una ocasión propicia para atacar a las egipcias. El interrogatorio de dos soldados hititas permitió a los egipcios comprender lo compro-metido de su situación, por lo que Ramsés II, compro-bando que el cuerpo de ejército Ra se acercaba al campamento, ordenó acudir en busca del de Ptah. Pero Muwattali ordenó a sus carros cruzar el Orontes y atacar de flanco a la división Ra mientras se desplazaba en orden de marcha sin adivinar el peligro, quedando arrollada
y llevando en su huida el pánico al cuerpo de ejército Amón, cuyo campamento quedó destrozado por el avance hitita. Pareciendo todo perdido, la situación se inclinó del lado de Ramsés II cuando sus enemigos de se dedicaron al saqueo porque con ello le permitió reorganizar sus fuerzas y lanzarse al combate montando su carro y animando a sus tropas con el ejemplo. Esta reacción, coincidiendo con la aparición de los “nearin” desde el este, hizo retirarse a los hititas hacia el sur. Ramsés II, reuniendo sus fuerzas, se lanzó contra los hititas, que no pudieron resistir el asalto y retrocedieron hacia el río. Un segunda oleada de carros hititas intentó cambiar la situación pero fue rechazada. Muwattali, desde el otro lado del río, no hizo intervenir a su infantería y Ramsés II quedó dueño del campo de batalla. Al final de la acción llegó el cuerpo de ejército Ptah que intervino en los últimos combates. Parece ser que al día siguiente se produjo un nuevo enfrentamiento entre los ejércitos enemigos sin que fuera decisivo. Los hititas, habían perdido muchos carros y su infantería, aunque más numerosa que la egipcia, había sufrido más en el combate y era menos disciplinada. Igualmente, habían perdido al hermano del rey y numerosos jefes. Muwattali habría ofrecido la paz a un Ramsés II consciente de la imposibilidad egipcia de explotar la victoria que habría aceptado el cese de las hostilidades, que no la paz, y el regreso a Egipto.

CONSECUENCIAS DE LA BATALLA

Ya se ha comentado que la batalla acabó en empate pero sin duda favoreció al bando hitita ya que conservó Kadesh y ocupó el reino de Amurrú así como Upi (Damasco). Pero en los años siguientes, los hititas no fueron capaces de enfrentarse a los egipcios y Ramsés II aseguró Canaan y Fenicia, recuperó Upi y conquistó algunas ciudades hititas. Años más tarde, la irrupción de Asiria hizo que el rey hitita Hattusil III pidiera ayuda de Ramsés II.

Posiblemente, Egipto habría evitado su desgaste y el fortalecimiento de Hatti de haber jugado la baza militar y diplomática en los decenios anteriores a Qadesh apoyando y manteniendo a Mittani como aliado en vez de dejarle sucumbir frente a los hititas. Cuando tuvo lugar el choque entre Egito y Hatti, la posición estratégica y diplomática de esta última era superior a la egipcia.

Las cambiantes circunstancias del mundo mesopotámico antiguo con el ascenso de Asirio consolidó a Egipto frente a Hatti en vísperas de la aparición de los Pueblos del Mar, pero la posición egipcia en la zona había quedado gravemente deteriorada.

Gonzalo Antonio Gil del Águila
31/10/10