Conocemos como ofensiva del Tet una operación militar de la Guerra de Vietnam que consistió en una ofensiva generalizada de las fuerzas del Ejército de Vietnam del Norte (EVN) y el Vietcong en 1968 contra las fuerzas aliadas del Ejército de Vietnam del Sur (ARNV), Estados Unidos y otras potencias occidentales, que comenzó el 31 de enero de 1968 aprovechando la celebración del año nuevo en el sur. Hasta ese momento el optimismo reinaba entre los Gobiernos aliados por lo favorable que para ellos parecía la marcha de las operaciones. Especialmente en Estados Unidos, el Gobierno y los mandos militares manifestaban reiteradamente que los comunistas no habían conseguido ganar una sola batalla y que iban a ser derrotados. Pero con la ofensiva del Tet la opinión pública occidental, que sentía una oposición creciente a la guerra, dejó de creer en la victoria al ver que 36 de las 44 capitales de provincia de Vietnam del sur y otras localidades menores eran ocupadas por fuerzas comunistas; que se combatía en Saigón, la capital; que la embajada estadounidense había sido asaltada; que se desarrollaban combates de gran envergadura alrededor de la base de Khe Sanh, cerca de la línea de demarcación entre el Sur y el Norte del país; y que se combatía duramente en Hué. Pero lo cierto es que la ofensiva del Tet, que no llegó a suponer un serio peligro para los aliados, acabó con una derrota militar comunista que, no obstante, fue interpretada de una manera distinta por los medios de comunicación occidentales y terminó influyendo decisivamente en la opinión públicas de sus países, sobre todo en Estados Unidos hasta hacerle abandonar el conflicto. Simplificando un poco puede decirse que los aliados vencieron a los comunistas en los campos de batalla pero que estos ganaron la guerra gracias a los medios de información occidentales y a su capacidad de influir para que la opinión de sus países repudiara de manera mayoritaria ese conflicto. Tras el abandono de sus aliados Vietnam del Sur sería derrotado y conquistado finalmente por Vietnam del Norte.
Los comunistas supieron confundir a la opinión occidental desde antes de la ofensiva del Tet con una campaña diplomática basada en una oferta de paz mientras concentraban en secreto sus fuerzas. La ofensiva cogería desprevenidos a los Gobiernos occidentales en una fecha en que muchos soldados del Ejército del Vietnam del Sur estaban de permiso por las festividades y la celebración de año nuevo permitiría que pasaran inadvertidos los movimientos de la “quinta columna” en territorio del sur. Es cierto que la Inteligencia aliada, y especialmente la CIA, intuyeron que algo iba a ocurrir, pero no fueron capaces de predecir su alcance.
En la Ofensiva Tet los aliados tuvieron más de 4.300 muertos (1.000 de ellos estadounidenses), 16.000 heridos y algo más de 1.000 desaparecidos. Los comunistas, que fueron completamente rechazados, vieron aniquilada su “quinta columna” en el sur, perdieron grandes cantidades de material y tuvieron entre 37.000 y 50.000 muertos. Desde un punto de vista estrictamente militar, la operación había terminado con un triunfo de los aliados. La situación guardaba cierto paralelismo con la ofensiva de las Ardenas de 1944: los alemanes atacaron por sorpresa cuando estaban cerca de la derrota buscando forzar una solución diplomática con los aliados occidentales. En ambos casos, los atacantes fracasaron militarmente pero la gran diferencia es que con la ofensiva del Tet la opinión pública occidental no creyó que hubiese una victoria aliada y pensaba que sus fuerzas llevaban a cabo una despiadada e inútil destrucción de Vietnam. En este sentido poco ayudaron declaraciones como las de un mando estadounidense que cuando explicó la destrucción de un tercio de Ben Tre dijo que "era necesario destruirla para salvarla". Evidentemente quería decir que hizo falta el uso de la artillería, y la consiguiente destrucción de la ciudad, para reconquistarla teniendo el menor número de bajas. Pero aquella desafortunada forma de expresarse horrorizó a la opinión pública y se convirtió en un símbolo del debate sobre los daños colaterales de la guerra. Y, para hacer más difícil aun la situación a los aliados, los comunistas volvieron a lanzar otra ofensiva en verano, aunque de menor envergadura, llamada del Mini Tet. No debe extrañar porque, a diferencia de lo ocurrido tras las Ardenas en 1944, los comunistas contaban con una retaguardia segura de la que llegaban equipamiento y recursos (la guerrilla comunista y Vietnam del Norte contaban con el apoyo de los países del bloque socialista y durante años de zonas santuario usados para la infiltración de sus fuerzas en Laos y Camboya y desde la frontera de la China popular).
Los civiles estadounidenses vieron la ofensiva de Tet como una derrota que desautorizaba las afirmaciones optimistas de sus militares y políticos y consideraron que las bajas mortales de su páis, unos 1000, como intolerables. La influencia de la opinión pública estadounidense se hizo mayormente contraria a la guerra y obligó a sus gobernantes a la retirada del conflicto. De esta manera, y por primera vez en la historia, una victoria militar en una campaña se convirtió en una derrota gracias a los medios de comunicación y a la opinión pública. ¿Quizás porque esa opinión pública quería una victoria rápida y contundente y no de notro tipo?
La principal preocupación de la casa Blanca no parecían ser los problemas militares si no su repercusión política. Jack Valenti, ayudante del presidente Johnson, comentó, hablando del presidente, que “cada mañana estaba al teléfono, con una diferencia de doce horas, comprobando las bajas del día anterior. ‘Sr. Presidente, perdimos 18 hombres ayer, Sr. Presiente perdimos 160 hombres, tuvimos 400 bajas', así una mañana tras otra". Especialmente impopular fue comprobar el alto porcentaje de bajas entre negros y pobres haciéndoles sentir como ciudadanos de segunda clase que sólo servían para aportar carne de cañón. En esa época, en los estados del Sur de Estados Unidos había cobrado fuerza el movimiento por los derechos civiles, el cual consideraba a la guerra de Vietnam como otra forma de opresión contra los negros. Martín Luther King Jr. dijo en 1967 que “las promesas de una gran sociedad han desaparecido en los campos de batalla de Vietnam. La persecución de esta guerra amplia ha estrechado las dimensiones prometidas de los programas de bienestar domésticos, ha hecho que el pobre, blanco o negro, soporte las cargas más pesadas tanto en el frente como en casa". Otro ejemplo de la oposición a la guerra es la letra de una canción muy popular de Joe McDonald que invitaba a los padres y madres a sacar a sus hijos de Vietnam “antes de que sea demasiado tarde” en la que, tras preguntarse “¿por qué estamos luchando?” se respondía “no me preguntéis, me importa un bledo”. Las manifestaciones en contra de la guerra congregaban a cada vez más participantes y algunos veteranos acudían a ellas con uniforme e incluso arrojaban sus medallas mientras los políticos eran presa del pánico. El 7 de febrero de 1968, pocas semanas después del comienzo de la ofensiva del Tet, el senador Robert Kennedy manifestó: "Dicen que el Viet Cong ya no es capaz de controlar las ciudades y probablemente sea cierto. Pero ellos han demostrado que a pesar de todos nuestros informes de avance, de fortaleza del gobierno y de la debilidad del enemigo, medio millón de soldados norteamericanos, con 700.000 aliados vietnamitas, con el dominio total por aire y mar, apoyados por los enormes recursos y las armas más modernas, somos incapaces de controlar incluso una sola ciudad de los ataques de un enemigo cuya fuerza total es aproximadamente de 250.000".
El general norvietnamita Giap, un excepcional militar, supo comprender las implicaciones políticas al expresar que "para nosotros no existe algo parecido a una única estrategia. La nuestra siempre es una síntesis, simultáneamente militar, política y diplomática, por esa razón, claramente, la Ofensiva Tet tenía múltiples objetivos".
El Tet había aniquilado la voluntad de combatir de la sociedad estadounidense y Henry Kissinger lo supo sintetizar: "En lo sucesivo, no importa lo efectiva que sea nuestra acción, la estrategia prevaleciente ya no puede conseguir sus objetivos dentro de un período dado ni dentro de los niveles de fuerza políticamente aceptables para el pueblo estadounidense".
Habiendo sido la primera vez que esto ocurrió, no podemos sustraernos a buscar comparaciones. Podemos encontrarla en la Batalla de Mogadiscio, también llamada del Mar Negro, que enfrentó fuerzas de los Estados Unidos y de la ONU contra guerrilleros somalíes de Mohamed Farrah Aidid en octubre de 1993. En esta operación, aun cuando los estadounidense lograron su objetivo de capturar a los jefes de la milicia, tuvieron 19 muertos y 79 heridos a los que se sumaron 3 muertos y 9 heridos de fuerzas de la ONU (Malasia y Pakistán) causando a los milicianos varios centenares de muertos y miles de heridos. El rechazo de la opinión pública estadounidenses ante las bajas impulsó el abandono de su misión en la zona y contribuyó a la inestabilidad que vive aun hoy día la zona.
Las comparaciones han sido inevitables desde la guerra de Vietnam. Sadam Hussein amenazó en 2003 con que atacar Iraq sería para los Estados Unidos una derrota como la de Vietnam. Cuando se preguntó a George W. Bush si el recrudecimiento de los atentados durante la campaña electoral iraquí de 2006 tenía algún parecido con la ofensiva del Tet respondió afirmativamente aunque la Casa Blanca se apresuró a decir que la comparación se reducía a la escalada en la actividad y no a la marcha de la guerra.
Gonzalo Antonio Gil del Águila
15/11/10
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CONSIDERACIONES SOBRE LA OFENSIVA DEL TET Y SU INFLUENCIA EN LA OPINIÓN PÚBLICA ESTADOUNIDENSE
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domingo, 21 de noviembre de 2010
21:09
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