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SOBRE EL CONFLICTO DE KOSOVO

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El término Kosovo parece proceder del de origen eslavo kos que significa mirlo como se confirma con que el lugar de la batalla de 1389 frente a los turcos, Kosovo Polje, se llame en alemán Amselfeld o Campo del mirlo. Por albano-kosovares denominamos los residentes en Kosovo de origen albanés y religión musulmana anteriormente a su independencia. Considerados descendientes de los ilirios se convirtieron al islam durante el dominio turco abandonando el cristianismo ortodoxo constituyendo, por oposición a los serbios, el sustrato del nuevo estado kosovar declarado independiente en 2008. Los serbios, que al contrario que los kosovares no abandonaron la religión cristiana ortodoxa, ven Kosovo como la cuna de su cultura y el año 1389, el de su derrota frente a los turcos en la batalla de Kosovo Polje, el comienzo de una época de sometimiento que acabó con la independencia conseguida en 1170 del Imperio bizantino. Durante la dominación turca los serbios fueron desplazados de Kosovo a favor de los albaneses.

En 1912, durante la Primera Guerra Balcánica, Serbia aliada a Montenegro, Grecia y Bulgaria consigue su independencia y el territorio de Kosovo. En 1918, tras la Primera Guerra Mundial, Kosovo pasa a formar parte del Reino de los Serbios, Croatas y Eslovenos, denominado desde 1929 Yugoslavia. En 1945, poco antes de terminar la Segunda Guerra Mundial, varios miles de combatientes albano-kosovares se enfrentaron al Ejército yugoslavo por el control de Kosovo. En vísperas de la Segunda Guerra Mundial algo menos de la mitad de los habitantes de Kosovo era serbia pero 50 años después este porcentaje se redujo a menos del 10%. Los kosovares hablan una lengua indoeuropea que nada tiene que ver con la eslava de los serbios. Tras la Segunda Guerra Mundial, la Yugoslavia comunista del Mariscal Tito, quien encarnó la resistencia frente a Alemania, divide su territorio entre siete Repúblicas: Eslovenia, Croacia, Bosnia-Herzegovina, Montenegro, Macedonia y Serbia. Kosovo, cuya extensión es inferior a 11000 kilómetros cuadrados, no fue una República de Yugoslavia y su territorio se encontraba dentro de la de Serbia.

En 1974 un nueva Constitución reconoce a Kosovo como provincia dentro de la república de Serbia y se crean escuelas que imparten las clases en albanés con observación de las fiestas islámicas. En 1980, muerto Tito, los albano-kosovares pidieron constituir la séptima república del Estado federal yugoslavo provocando el malestar y oposición de los serbios. Las reiteradas denuncias de estos de la creciente hostilidad de la mayoría albano-kosovar es el motivo argumentado por Slobodan Milosevic en 1989 para retirar la autonomía de Kosovo. En 1990, durante el proceso de desintegración del Estado yugoslavo, Kosovo declaró una independencia que sólo fue reconocida por Albania. Y el Ejército de Liberación de Kosovo (UCK) inició una lucha armada en la que fue derrotado.

En 1998 diversos medios de comunicación se hicieron eco de una denuncia de la Liga Democrática de Kosovo en la que se informaba del sitio serbio a varios pueblos así como de enfrentamientos armados. El 30 de enero de 1999 la OTAN apremió a Yugoslavia a firmar un acuerdo de paz con la advertencia de que de no hacerlo iniciaría bombardeos aéreos. Ante la negativa yugoslava la OTAN, sin la aprobación de la ONU, inició un ataque aéreo el 24 de marzo que se prolongó hasta el 10 de junio de 1999. Durante los bombardeos los serbios residentes en Kosovo fueron atacados por albano-kosovares mientras que albano-kosovares residentes en territorio yugoslavo lo eran por los serbios. El conflicto terminó con la firma del acuerdo Kumanovo en virtud del cual el territorio de Kosovo quedó bajo la administración de la ONU. Tras esto, el Ejército de Liberación de Kosovo (UCK) expulsó a los serbios y un grupo rebelde bajo la misma denominación inició acciones armadas en Macedonia, territorio con un 30% de población albanesa. El 4 de febrero de 2003 los Gobiernos de Serbia y Montenegro asumieron la continuidad de la ya extinta Yugoslavia federal, aunque de facto son Estados independientes. El 17 de febrero de 2008, Kosovo, apoyado por Estados Unidos y parte de la Unión Europea, proclamó su independencia. Varios Estados, entre ellos Serbia, Rusia y España no la han reconocido. Actualmente viven en Kosovo algo más de dos millones de personas.

Gonzalo Antonio Gil del Águila
julio 2009

SÍNTESIS DE LA BATALLA DE RAFIA

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En la batalla de Rafia, que tuvo lugar el 22 de junio de 217 a. C. cerca de la actual localidad de Rafia dentro de la Cuarta Guerra Siria, se enfrentaron las fuerzas de Ptolomeo IV, rey del Egipto ptolemaico, a las de Antíoco III Megas, rey seléucida, por la posesión de la Celesiria (Siria y en Fenicia). Ambos eran reinos helenos surgidos con la helenización de Oriente tras las campañas de Alejandro Magno y sus ejércitos se basaban, como el macedonio que consiguió aquellas conquistas, en la falange pesar de haber incorporado elementos orientales como los elefantes y la infantería ligera.

Despliegue de los ejércitos.

El ejército de Ptolomeo contaba con unos 70.000 infantes, 5.000 jinetes y 73 elefantes de guerra. El de Antíoco con 62.000 infantes, 6.000 jinetes y 102 elefantes de guerra. Las fuerzas se desplegaron frente a frente con las falanges en el centro. Ptolomeo se situó a la izquierda de su despliegue con su guardia personal y Antíoco lo hizo frente a él. Los elefantes se desplegaron en las alas de cada ejército por delante de las caballería propias. Los elefantes seléucidas, de origen hindú, eran más numerosos y aptos para el combate. Ptolomeo contaba con más personal de infantería pero su instrucción y calidad eran inferiores al de la infantería seléucida.

Avance seléucida.

La línea de elefantes de la derecha seléucida fue lanzada junto con sus tropas de acompañamiento mientras Antíoco mandaba detrás la caballería. Los elefantes y tropas de acompañamiento seléucidas derrotaron a los ptolemáicos y Antíoco, desbordando el flanco de los elefantes por la parte exterior del despliegue, cargó contra la caballería egipcia que fue derrotada. El flanco izquierdo egipcio colapsó. Mientras, los elefantes del ala izquierda seléucida comenzaron un tímido avance que no fue apoyado permitiendo que los elefantes egipcios mantuvieran la línea.


Avance ptolemaico.

Esta situación fue aprovechada por Equécrates, que mandaba el ala derecha ptolemaica, para hacer avanzar todas esas fuerzas alrededor de la masas de elefantes y cargar sobre las líneas de la izquierda seléucida que habían permanecido inmóviles, quizás por la creencia de que el avance de su rey les había dado la victoria en la batalla. Antíoco, que debió creerlo también, se había lanzado en persecución de los restos del ala izquierda ptolemaica y en busca de Ptolomeo en vez de volver a la batalla y contener el avance de Equécrates. Por su parte, Ptolomeo había escapado y encontrado refugio en la parte central de su despliegue que no habían sufrido daños.

Desenlace.
Los centros de ambos ejércitos compuestos por sus falanges quedaron frente a frente sin el apoyo de sus alas y se lanzaron al choque decisivo, en el cual las menos expertas fuerzas ptolemaicas mantuvieron la disciplina y alcanzaron el triunfo. Antíoco, que no había hecho caso de los consejos de sus generales, tuvo que reconocer la derrota y recoger los restos de su ejército. Había perdido algo menos de 10.000 infantes y más de 300 jinetes muertos y unos 4.000 de sus hombres fueron hechos prisioneros. Ptolomeo tuvo 1.500 muertos entre su infantería y 700 entre sus jinetes. Con esta batalla, Ptolomeo adquirió el control de la Celesiria (Siria y en Fenicia).

Gonzalo Antonio Gil del Águila
13/12/2010

NOTA: Las fuerzas seléucidas aparecen en azul y las ptolemaicas en rojo. La infantería se representa por un rectángulo vacío, la caballería por un rectángulo con una diagonal y los elefantes por un rectángulo rellano.

SÍNTESIS DE LA BATALLA DE ADRIANÁPOLIS

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En tiempos de la batalla de Adrianápolis la parte Oriental del Imperio romano se encontraba gobernada por el emperador Valente. En aquella época, aun cuando el arma principal de Roma era la infantería, la caballería comenzaba a imponerse como arma fundamental. En 376 Valente se encontraba enfrentado a los persas sasánidas mientras que los godos, expulsados de las actuales territorios de Bielorrusia y Ucrania por los hunos, habían atravesado el Danubio. Fueron inicialmente aceptados pero pronto, ante la enorme cantidad de inmigrantes godos, surgieron tensiones y enfrentamientos que culminaron con su revuelta ante las puertas de Marcianópolis. Bajo el mando de su jefe Fritigerno se dedicaron al saqueo de la zona, derrotaron a una pequeña fuerza romana que marchó en ayuda de la ciudad y se convirtieron en dueños de Tracia aunque no fueron capaces de conquistar las grandes ciudades amuralladas. Fritigerno consiguió unir a su causa a mercenarios godos al servicio de Roma acantonados cerca de Adrianópolis y sus fuerzas aumentaron constantemente con la infiltración constante de inmigrantes godos que atravesaban el Danubio una vez desaparecida la resistencia romana en la frontera. Ante estos hechos, Valente ultima una paz con los persas y desplaza fuerzas desde el frente oriental (Persia) al norte (Tracia). La llegada a la Tracia de unidades de refresco romanas encuentra al ejército godo concentrado cerca de Marcianópolis. Este emprende la marcha hacia el norte hasta que ambos ejércitos se encuentran cerca del Danubio, en una localidad llamada “ad Sauces”, librando un combate no concluyente. Tras el enfrentamiento, los romanos, temiendo la posible llegada de refuerzos godos y del invierno, se repliegan hacia el sur acantonando sus unidades en plazas fortificadas a la espera de la próxima campaña una vez llegue el buen tiempo. Mientras, las fuerzas de Fritigerno aumentan con más contingentes bárbaros e incluso hunos y, valiéndose de su caballería, aniquila unidades romanas aisladas y continua el saqueo de la zona.

Valente decide acudir personalmente a la zona de operaciones acompañado de su séquito y abandona Antioquía. La situación es tan desesperada, que Graciano, emperador de Occidente, a pesar de la presión soportada en el Rin ofreció fuerzas a Oriente aunque estas se vieron obligadas a retrasar su marcha debido al levantamiento de los alamanes. Las fuerzas de Valente se iban concentrando cerca de Constantinopla y estaban compuestas por unidades de “comitatenses” y de “scholae” o caballería así como fuerzas auxiliares y caballería pesada (“clibanarii” y “catafractos”). Estas fuerzas eran profesionales y contaban con buen equipamiento y experiencia en combate. Como anticipo de la ofensiva, Sebastián, un reputado general, dirigió una guerra de guerrillas muy eficaz que permitió la recuperación de localidades y botín. Pero Valente, emperador impopular que deseaba acabar con las críticas que se le dirigían, no apreciaba esta táctica y buscaba una victoria rápida y definitiva. Esto le impulsó a mandar a su ejército, de unos 56.000 hombres, hacia el interior de Tracia en busca del grueso de las fuerzas bárbaras, seguramente más del doble, desoyendo a quienes le aconsejaban esperar los refuerzos de Occidente. Los godos se replegaron hacia el norte y los romanos le siguieron. Por error, los exploradores romanos calculaban a la baja las fuerzas bárbaras y ambos ejércitos se prepararon para el combate.

En la batalla posiblemente se enfrentaron las siguientes fuerzas

Bárbaros - Romanos
Caballería: 12.000 - 8.000
Infantería pesada: 120.000 - 20.000
Infantería ligera: 20.000 - 28.000

Primera fase.

El 9 de Agosto del año 378 la vanguardia romana llegó a las inmediaciones de Adrianópolis encontrando el campamento bárbaro formado en círculo tras los carros. El ejército romano comenzó el despliegue con la infantería en el centro y la caballería en las alas mientras que Valente se colocó con su guardia detrás del centro. Fritigerno quiso entablar conversaciones, quizás temeroso ante la impresionante fuerza enemiga o quizás buscando ganar tiempo para que llegase la caballería alano-ostrogoda. Pero cuando las conversaciones iban a comenzar, parte de la infantería auxiliar romana al mando de Bacurio de Iberia y Cassio se lanzó al ataque contra la infantería goda situada en el exterior de su campamento. La caballería romana del ala izquierda apoyó el movimiento mientras el resto del ejército romano quedó sin actuar. Es posible que este movimiento se debiera a la tensión del momento y a la falta de coordinación entre las unidades. Y fue eso precisamente lo que permitió a la infantería goda rechazarlo.


Segunda fase.

El ala derecha bárbara atacó las posiciones romanas con el apoyo de parte de la caballería alano-ostrogoda al mando de Alateo y Safrax arrollando a la caballería del ala izquierda romana que regresó a sus posiciones de partida. El grueso del ejército bárbaro atacó las el centro y ala derecha romanos.


Tercera fase.

La caballería romana del ala izquierda lanzó un ataque contra la caballería bárbara de Alateo y Safrax haciéndola retroceder hasta su campamento. Pero, habiendo quedado en la carga sin apoyo de la infantería, los romanos fueron superados y dispersados por las fuerzas enemigas que salían del campamento. Este es sin duda el punto de inflexión de la batalla .


Cuarta fase.

Aniquiladas las fuerzas del flanco izquierdo romano, los bárbaros lanzan por esta zona fuerzas de caballería e infantería que explotan el éxito y atacan la retaguardia romana.

Quinta fase.

Los romanos mantienen focos aislados de resistencia y el propio emperador encuentra la muerte en los combates aunque su cuerpo nunca fue identificado. Unos 20.000 romanos logran salvarse de la derrota.


Los restos del ejército romano se dirigieron a Adrianópolis, ciudad amurallada que mantenía una guarnición y armó a sus ciudadanos. Los bárbaros, como había ocurrido desde que pasaron el Danubio, fueron incapaces de conquistar la ciudad al carecer de material y entrenamiento para ello, por lo que continuaron con el saqueo de pequeñas localidades. Al conocer la derrota, el emperador Graciano detuvo a sus fuerzas en el Ilírico, para defender su imperio de posibles incursiones, y apoyó a uno de sus generales, Teodosio, (posteriormente conocido como Teodosio I el Grande), como nuevo emperador de Oriente.

Gonzalo Antonio Gil del Águila

5/12/10

Nota: en azul las fuerzas bárbaras y en rojo las romanas. La caballería tiene una diagonal. El campamento bárbaro está representado por una línea negra.

LA LEGIÓN ROMANA HASTA LA REFORMA DE MARIO

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Al comienzo de la monarquía el ejército romano se formaba sólo con los patricios divididos en 30 curias. Cada curia aportaba 100 hombres de a pie, llamados "milities", y 10 jinetes, o "celeres" que constituían una "decuria". La infantería era mandada por un tribuno militaris y los jinetes por un tribuno celeres, residiendo el mando supremo en el rey. Durante los primeros tiempos de la historia romana el ejército no era permanente.

El sexto rey de Roma, Servio Tulio, acometió una reforma sustituyendo la organización en curias por la de centurias o grupo de 100 hombres y haciendo que los plebeyos prestasen servicio militar. La capacidad del ciudadano de dotarse de equipo personal era lo que determinaba su inclusión en un grupo. Así, los más adinerados componían la caballería (équites) seguidos por quienes formaban la infantería pesada y la ligera. Con la inclusión de los plebeyos el ejército de Servio Tulio llegó a tener unos 4.500 hombres en total, de los que 3.000 aproximadamente formaban la infantería pesada, 1.200 la ligera y 300 la caballería.

Marco Furio Camilo (446? - 365 a. C.) vivió los agitados tiempos de la invasión de los galos senones, a los que derrotó, y acometió una importante reforma de la legión.

En primer lugar, Camilo modificó el orden de combate olvidando, para la infantería pesada, el basado en la riqueza o censal (según el cual los más ricos formaban en las primeras filas y los menos detrás) adoptando en su lugar la formación de acuerdo con la edad y grado de instrucción. De este modo, la infantería pesada pasaba a formar en tres líneas: en la primera se integraban los más jóvenes (hastados), en la segunda los más veteranos (príncipes), y la en tercera, a modo de reserva, los veteranos. La infantería ligera (velites) siguió formando de acuerdo con el carácter censal. De esta manera, la Roma convulsionada por las luchas sociales entre patricios y plebeyos, encuentra en la legión el modo de articularse como un todo orgánico y dinámico que engloba a todos los grupos sociales.

En segundo lugar, Camilo introdujo los manípulos (manipulum) o unidades tácticas de de 200 hombres que permitían más movilidad, versatilidad en su empleo y capacidad de reacción. La fuerza de infantería de una legión pasa a dividirse en 21 manípulos que forman en combate en cuatro líneas, contando la primera con 6 manípulos de los velties o infantería ligera; en la con otros 6 manípulos, llamados hastati (hastatos), de la infantería pesada; en la tercera formaban otros 6 manípulos, los príncipes; y, tras estos, los triarii (triatos) que, con 3 manípulos y 600 hombres, contaban con los soldados más viejos y veteranos. Los triatos solo intervenían en casos excepcionales.

Camilo promovió la normalización del armamento haciendo, entre otras cosas, que el yelmo de metal sustituyera al de cuero y se mejorasen el pilum y los escudos. Con su sistema, la legión se componía de 4.200 hombres a pie y 300 jinetes.

Más tarde, con la reforma de Cayo Mario (cerca de 157-86 a. C.), se adoptó el sistema de cohortes. Cada cohorte estaba compuesta por unos 480 hombres divididos en tres manípulos de 160 soldados cada uno. Y cada manípulo se componía de dos centurias de 80 hombres. La división de la infantería entre hastati, príncipes y triarii desaparece y la infantería pasa a convertirse en un cuerpo homogéneo de infantería pesada sin distinguir a sus integrantes de acuerdo con la edad o el tipo de armamento. No obstante, se seguirán conservando las denominaciones de hastati, príncipes y triarii a efectos de escalafón. La infantería ligera o velites compuesta por romanos desapareció y su papel pasó a ser asumido por los auxilia o auxiliares no romanos, tropas mercenarias reclutadas entre aliados que eran agrupadas según su nacionalidad conservando su uniformidad, armas y modo de combate. Con el tiempo, la legión pasará a dividirse en 10 cohortes compuestas de 6 centurias cada una y alcanzará la cifra de 6.000 hombres de infantería y 300 jinetes a los que, cada vez más, habrá de sumarse personal de oficios, manteniéndose este orden hasta tiempos de Diocleciano. Junto al personal propio de la legión hay que contar un número indeterminado de comerciantes, prostitutas y compañeras de de legionarios (estos no podían casarse), que creaban auténticas ciudades alrededor de los campamentos romanos.

La reforma de Mario respondió a las nuevas necesidades de Roma tras las graves derrotas en las guerras contra cimbrios y teutones en 106 y 105 a. C. ya que a las grandes pérdidas en personal hubo de hacerse frente junto con un creciente desinterés de los ciudadanos romanos por servir en su ejército. Esto obligó a abandonar el concepto de ejército de ciudadanos y la idea de un servicio militar que comenzaba a los 17 años y mantenía como reservista al ciudadano hasta los 60. En su lugar se constituyó un ejército profesional reclutado entre las clases más desfavorecidas que lucha por la promesa de una paga y de un retiro, muchas veces consistente en tierras. El ejército profesional originó una creciente inestabilidad del gobierno republicano ya que los soldados tendían a ser más leales a sus generales que a sus gobernantes, sobre todo cuando algunos generales, como es el caso de Julio César en la guerra de las Galias, pagaba a sus soldados con sus fondos particulares. De esta manera, el ejército se conviertió en una herramienta para conquistar y conservar el poder.

Gonzalo Antonio Gil del Águila
28/11/10

SÍNTESIS DE LA BATALLA DE CANNAS

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La batalla de Cannas (o Cannæ) fue un enfrentamiento militar dentro de la Segunda Guerra púnica ocurrido el 2 de agosto del año 216 a. C. entre los ejércitos de Aníbal y Roma, comandas estas últimas por los cónsules Cayo Terencio Varrón y Lucio Emilio Paulo. La táctica empleada por Aníbal es hoy día un modelo clásico después de haber servido como inspiración al Estado mayor prusiano y alemán antes de la Primera Guerra Mundial.

Las fuerzas romanas contaban en la batalla con 75.000 soldados de infantería, 2.400 jinetes romanos y unos 4.000 jinetes aliados de caballería aliada. A estas fuerzas debían sumarse algo más de 10.000 soldados de infantería que no llegaron a intervenir en la batalla. Frente a esas fuerzas Anibal contaba con 46.000 soldados de infantería y 8.000 jinetes.

En esencia, la batalla de Cannas es un ejemplo de batalla que acepta el encuentro en un el centro que cede ante el avance del enemigo haciéndole meter en una especie de U mientras que los flancos se mantienen firmes aceptando el combate. En determinado momento, una de las alas acepta el combate cuando le es favorable para que una vez ha sido resuelto favorablemente pueda Transferir parte de sus efectivos al otro ala por detrás de la línea de combate. Una vez ambos flancos enemigos han sido derrotados las alas caen sobre la retaguardia del enemigo que queda embolsado.
En Cannas los ejércitos se desplegaron en una llanura. Los romanos con la infantería en el centro y la caballería en las alas, la romana en la izquierda y la aliada en la derecha. Aníbal colocó a su infantería también en la parte central de su despliegue pero con su centro avanzado hacia el despliegue romano a modo de arco colocando a galos e íberos mientras que a los flancos colocó a infantes libios. En las alas desplegó la caballería, la ligera númida a la derecha frente a la caballería de los aliados de Roma, y la pesada formada por jinetes galos e íberos a la izquierda, frente a la caballería romana.

El ataque fue comenzado por los romanos. El centro del despliegue cartaginés cedió ocupando las fuerzas romanas el espacio desalojado mientras que los flancos cartagineses se mantenían firmes.

La caballería cartaginesa de ambas alas ataca a la romana. Mientras la ligera númida es contenida, la pesada de galos e íberos derrota a la romana. Aníbal ordena que parte de esta fuerza ayude a la ligera númida trasladándose por detrás de la línea de la infantería cartaginesa, evitando así ser vista por el mando romano.
Los dos flacos de la infantería cartaginesa, compuesta por libios, no cedían al avance romano mientras sí lo hacía el centro de galos e íberos. De esta manera la infantería romana avanza formando una U que encaja en la U formada por la infantería de Aníbal.

La caballería romana es derrotada por la de Aníbal que cierra el espacio abierto de la U.

Las fuerzas romanas, completamente cercadas, son aniquiladas. Tito Livio cifra los caídos romanos en 50.000 y Plutarco en 70.000 en la que fue la mayor derrota de la historia de Roma. Los romanos perdieron en la batalla al cónsul Lucio Emilio Paulo, los dos cónsules precedentes, dos cuestores, veintinueve de los cuarenta y ocho tribunos militares y alrededor de ochenta de los 300 senadores. Al día siguiente, las fuerzas romanas que no habían intervenido en la batalla combatieron con los cartagineses siendo derrotados y sufriendo 2.000 muertos y 8.000 prisioneros. Los cartagineses tuvieron unos 6.000 muertos.

Tras esta victoria Aníbal no pudo o no se atrevió a conquistar Roma, invernando en Capua. Roma, temerosa del genio militar de Aníbal, le sometió a una guerra de desgaste y, más tarde, llevó el teatro de operaciones a tierras de Cartago. Aníbal abandonó a sus fuerzas en Italia para defender su patria amenazada y, por una de esas extrañas ironías que tiene la historia, los romanos le derrotaron en la Batalla de Zama, también llamada de Naraggara, el 19 octubre del 202 a.C., empleando la misma táctica que a tan alto precio habían aprendido en Cannas.

Gonzalo Antonio Gil del Águila
21/10/11

LOS CONCEPTOS DE BAZOOKA Y LAW

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La palabra bazuca, castellanización del inglés bazooka, se usa para designar a un lanzacohetes anti carro portátil que impulsa una carga hueca o granada propulsada por un cohete, siendo esta la razón por que se le denominado lanzagranadas. Creado en los Estados Unidos fue una de las principales innovaciones del armamento de la Infantería durante la Segunda Guerra Mundial y se basó en el empleó del explosivo HEAT (High Explosive Anti-Tank). Alemania copió el diseño adaptándolo al calibre de 88 mm y dándole el nombre de Raketenpanzerbüchse Panzerschreck (o terror de los carros). La palabra bazuca se usa a menudo, aunque de manera errónea, para designar a todas las armas contra carro, como por ejemplo los RPG soviéticos.

Los primeros bazucas fueron el M1 y M1A1, en servicio en 1942, seguidos por el M9A1 en 1943. Este último difería de los anteriores en que el tubo lanzador se encontraba separado en dos partes, facilitando con ello su traslado, y en que el disparador por batería de ignición se reemplazó por otro magnético. El modelo M20 o "Super Bazooka" se empleó en Guerra de Corea y derivó en una versión, denominada M20B1 más ligera al tener un tubo de aluminio fundido. Estas dos últimas versiones experimentaron mejoras en 1952 con los modelos M20A1/A1B1. Ambas tenían, una vez armado el tubo lanzador, una longitud de 1,524 ms, calibre 88,9 mm. El peso desmontado del primero era de 6,4 kg y el del segundo de 5,9 kg el segundo, disparaban proyectiles de unos 4 kg de peso y tenían una máximo de más de 800. El lanzagranadas español Instalaza de 88,9, en amplio uso en nuestras Fuerzas Armadas hasta los años 80, es un arma muy similar.

El lanzagranadas / bazuca viene a ser algo así como un cañón portátil sin retroceso y reutilizable que requiere de un equipo compuesto, básicamente, por un tirador que porta el tubo plegado, y al menos un proveedor/cargador. El tirador monta el arma, apunta y dispara. El cargador desembala el proyectil, lo prepara y carga el lanzagranadas introduciéndolo por la parte posterior del tubo lanzador una vez que ha sus dos partes han sido montadas. En los modelos más antiguos debía hacerse un contacto entre el proyectil y el tubo lanzador empleando un hilo conductor. En este tipo de armas, una vez cargada el cargador da una palmada, generalmente en el casco o la cabeza, al tirador.

Durante la guerra de Vietnam, las fuerzas de los Estados Unidos buscaron un medio contra carro más ligero y versátil que permitiera a la Infantería disponer de más movilidad. Nació así el LAW, siglas de Light Anti-tank Weapon, o Arma Ligera Contra Carro. El LAW, a diferencia del Bazooka, se compone de dos tubos de aluminio que vienen encajados uno dentro de otro (es decir, no dos tubos que vienen separados y deben unirse) y con la munición precintada en el interior (no como en el Bazooka que debe cargarse una vez unidos los dos tubos). Para disparar el LAW se retiran los tapones extremos y se despliega el tubo, que cuenta con sistema óptico y un pulsador. El calibre es de 66 mm, con una longitud durante el transporte de 67 cm y de un metro en el momento del disparo, y un peso de 2,5 kg. En la actualidad, Estados Unidos ha sustituido el LAW por el M136 AT-4, un arma de producción sueca, y ha abandonado el uso de bazucas a favor de misiles filoguiados aunque hay Ejércitos modernos que siguen utilizando sistemas similares al Bazooka o al Instalaza 88,9. El equivalente español actual del LAW es el C90C Instalaza.

El modelo más extendido de lanzagranadas es el RPG-7, arma soviética que entró en servicio en 1961 y ha conocido diversas copias y adaptaciones. El RPG-7 y sus variantes se basan en un tubo de 4 cm de grosor soldado a una sección de mayor grosor que acaba en un estrangulamiento y una tobera que crean al efecto Venturi y anulan el retroceso del arma después del disparo del proyectil, de calibre 85 mm y con alcance de más de 900 ms. Se trata de un arma que puede ser transportada y usada por un solo servidor que consta de un lanzador de unos 7 kilos y un proyectil (de más de 2 a más de 4 kilos, según el tipo). Su versatilidad, robustez, sencillez y bajo precio hacen que se trate de un arma muy difundida, siendo usada en la actualidad como lanzagranadas normalizado en la Infantería rusa y unos 40 países.

Gonzalo Antonio Gil del Águila
21/11/10

CONSIDERACIONES SOBRE LA OFENSIVA DEL TET Y SU INFLUENCIA EN LA OPINIÓN PÚBLICA ESTADOUNIDENSE

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Conocemos como ofensiva del Tet una operación militar de la Guerra de Vietnam que consistió en una ofensiva generalizada de las fuerzas del Ejército de Vietnam del Norte (EVN) y el Vietcong en 1968 contra las fuerzas aliadas del Ejército de Vietnam del Sur (ARNV), Estados Unidos y otras potencias occidentales, que comenzó el 31 de enero de 1968 aprovechando la celebración del año nuevo en el sur. Hasta ese momento el optimismo reinaba entre los Gobiernos aliados por lo favorable que para ellos parecía la marcha de las operaciones. Especialmente en Estados Unidos, el Gobierno y los mandos militares manifestaban reiteradamente que los comunistas no habían conseguido ganar una sola batalla y que iban a ser derrotados. Pero con la ofensiva del Tet la opinión pública occidental, que sentía una oposición creciente a la guerra, dejó de creer en la victoria al ver que 36 de las 44 capitales de provincia de Vietnam del sur y otras localidades menores eran ocupadas por fuerzas comunistas; que se combatía en Saigón, la capital; que la embajada estadounidense había sido asaltada; que se desarrollaban combates de gran envergadura alrededor de la base de Khe Sanh, cerca de la línea de demarcación entre el Sur y el Norte del país; y que se combatía duramente en Hué. Pero lo cierto es que la ofensiva del Tet, que no llegó a suponer un serio peligro para los aliados, acabó con una derrota militar comunista que, no obstante, fue interpretada de una manera distinta por los medios de comunicación occidentales y terminó influyendo decisivamente en la opinión públicas de sus países, sobre todo en Estados Unidos hasta hacerle abandonar el conflicto. Simplificando un poco puede decirse que los aliados vencieron a los comunistas en los campos de batalla pero que estos ganaron la guerra gracias a los medios de información occidentales y a su capacidad de influir para que la opinión de sus países repudiara de manera mayoritaria ese conflicto. Tras el abandono de sus aliados Vietnam del Sur sería derrotado y conquistado finalmente por Vietnam del Norte.

Los comunistas supieron confundir a la opinión occidental desde antes de la ofensiva del Tet con una campaña diplomática basada en una oferta de paz mientras concentraban en secreto sus fuerzas. La ofensiva cogería desprevenidos a los Gobiernos occidentales en una fecha en que muchos soldados del Ejército del Vietnam del Sur estaban de permiso por las festividades y la celebración de año nuevo permitiría que pasaran inadvertidos los movimientos de la “quinta columna” en territorio del sur. Es cierto que la Inteligencia aliada, y especialmente la CIA, intuyeron que algo iba a ocurrir, pero no fueron capaces de predecir su alcance.
En la Ofensiva Tet los aliados tuvieron más de 4.300 muertos (1.000 de ellos estadounidenses), 16.000 heridos y algo más de 1.000 desaparecidos. Los comunistas, que fueron completamente rechazados, vieron aniquilada su “quinta columna” en el sur, perdieron grandes cantidades de material y tuvieron entre 37.000 y 50.000 muertos. Desde un punto de vista estrictamente militar, la operación había terminado con un triunfo de los aliados. La situación guardaba cierto paralelismo con la ofensiva de las Ardenas de 1944: los alemanes atacaron por sorpresa cuando estaban cerca de la derrota buscando forzar una solución diplomática con los aliados occidentales. En ambos casos, los atacantes fracasaron militarmente pero la gran diferencia es que con la ofensiva del Tet la opinión pública occidental no creyó que hubiese una victoria aliada y pensaba que sus fuerzas llevaban a cabo una despiadada e inútil destrucción de Vietnam. En este sentido poco ayudaron declaraciones como las de un mando estadounidense que cuando explicó la destrucción de un tercio de Ben Tre dijo que "era necesario destruirla para salvarla". Evidentemente quería decir que hizo falta el uso de la artillería, y la consiguiente destrucción de la ciudad, para reconquistarla teniendo el menor número de bajas. Pero aquella desafortunada forma de expresarse horrorizó a la opinión pública y se convirtió en un símbolo del debate sobre los daños colaterales de la guerra. Y, para hacer más difícil aun la situación a los aliados, los comunistas volvieron a lanzar otra ofensiva en verano, aunque de menor envergadura, llamada del Mini Tet. No debe extrañar porque, a diferencia de lo ocurrido tras las Ardenas en 1944, los comunistas contaban con una retaguardia segura de la que llegaban equipamiento y recursos (la guerrilla comunista y Vietnam del Norte contaban con el apoyo de los países del bloque socialista y durante años de zonas santuario usados para la infiltración de sus fuerzas en Laos y Camboya y desde la frontera de la China popular).

Los civiles estadounidenses vieron la ofensiva de Tet como una derrota que desautorizaba las afirmaciones optimistas de sus militares y políticos y consideraron que las bajas mortales de su páis, unos 1000, como intolerables. La influencia de la opinión pública estadounidense se hizo mayormente contraria a la guerra y obligó a sus gobernantes a la retirada del conflicto. De esta manera, y por primera vez en la historia, una victoria militar en una campaña se convirtió en una derrota gracias a los medios de comunicación y a la opinión pública. ¿Quizás porque esa opinión pública quería una victoria rápida y contundente y no de notro tipo?
La principal preocupación de la casa Blanca no parecían ser los problemas militares si no su repercusión política. Jack Valenti, ayudante del presidente Johnson, comentó, hablando del presidente, que “cada mañana estaba al teléfono, con una diferencia de doce horas, comprobando las bajas del día anterior. ‘Sr. Presidente, perdimos 18 hombres ayer, Sr. Presiente perdimos 160 hombres, tuvimos 400 bajas', así una mañana tras otra". Especialmente impopular fue comprobar el alto porcentaje de bajas entre negros y pobres haciéndoles sentir como ciudadanos de segunda clase que sólo servían para aportar carne de cañón. En esa época, en los estados del Sur de Estados Unidos había cobrado fuerza el movimiento por los derechos civiles, el cual consideraba a la guerra de Vietnam como otra forma de opresión contra los negros. Martín Luther King Jr. dijo en 1967 que “las promesas de una gran sociedad han desaparecido en los campos de batalla de Vietnam. La persecución de esta guerra amplia ha estrechado las dimensiones prometidas de los programas de bienestar domésticos, ha hecho que el pobre, blanco o negro, soporte las cargas más pesadas tanto en el frente como en casa". Otro ejemplo de la oposición a la guerra es la letra de una canción muy popular de Joe McDonald que invitaba a los padres y madres a sacar a sus hijos de Vietnam “antes de que sea demasiado tarde” en la que, tras preguntarse “¿por qué estamos luchando?” se respondía “no me preguntéis, me importa un bledo”. Las manifestaciones en contra de la guerra congregaban a cada vez más participantes y algunos veteranos acudían a ellas con uniforme e incluso arrojaban sus medallas mientras los políticos eran presa del pánico. El 7 de febrero de 1968, pocas semanas después del comienzo de la ofensiva del Tet, el senador Robert Kennedy manifestó: "Dicen que el Viet Cong ya no es capaz de controlar las ciudades y probablemente sea cierto. Pero ellos han demostrado que a pesar de todos nuestros informes de avance, de fortaleza del gobierno y de la debilidad del enemigo, medio millón de soldados norteamericanos, con 700.000 aliados vietnamitas, con el dominio total por aire y mar, apoyados por los enormes recursos y las armas más modernas, somos incapaces de controlar incluso una sola ciudad de los ataques de un enemigo cuya fuerza total es aproximadamente de 250.000".

El general norvietnamita Giap, un excepcional militar, supo comprender las implicaciones políticas al expresar que "para nosotros no existe algo parecido a una única estrategia. La nuestra siempre es una síntesis, simultáneamente militar, política y diplomática, por esa razón, claramente, la Ofensiva Tet tenía múltiples objetivos".

El Tet había aniquilado la voluntad de combatir de la sociedad estadounidense y Henry Kissinger lo supo sintetizar: "En lo sucesivo, no importa lo efectiva que sea nuestra acción, la estrategia prevaleciente ya no puede conseguir sus objetivos dentro de un período dado ni dentro de los niveles de fuerza políticamente aceptables para el pueblo estadounidense".

Habiendo sido la primera vez que esto ocurrió, no podemos sustraernos a buscar comparaciones. Podemos encontrarla en la Batalla de Mogadiscio, también llamada del Mar Negro, que enfrentó fuerzas de los Estados Unidos y de la ONU contra guerrilleros somalíes de Mohamed Farrah Aidid en octubre de 1993. En esta operación, aun cuando los estadounidense lograron su objetivo de capturar a los jefes de la milicia, tuvieron 19 muertos y 79 heridos a los que se sumaron 3 muertos y 9 heridos de fuerzas de la ONU (Malasia y Pakistán) causando a los milicianos varios centenares de muertos y miles de heridos. El rechazo de la opinión pública estadounidenses ante las bajas impulsó el abandono de su misión en la zona y contribuyó a la inestabilidad que vive aun hoy día la zona.

Las comparaciones han sido inevitables desde la guerra de Vietnam. Sadam Hussein amenazó en 2003 con que atacar Iraq sería para los Estados Unidos una derrota como la de Vietnam. Cuando se preguntó a George W. Bush si el recrudecimiento de los atentados durante la campaña electoral iraquí de 2006 tenía algún parecido con la ofensiva del Tet respondió afirmativamente aunque la Casa Blanca se apresuró a decir que la comparación se reducía a la escalada en la actividad y no a la marcha de la guerra.

Gonzalo Antonio Gil del Águila
15/11/10

LA BATALLA DE LAS TERMÓPILAS

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Conocemos como Batalla de Las Termópilas el enfrentamiento que tuvo lugar en agosto o septiembre de -480, durante la segunda Guerra Médica, entre fuerzas griegas y persas en el paso de ese nombre. Termópilas significa Puertas Calientes por los manantiales de agua caliente que existían en la zona.

El ejército griego se componía de una fuerza superior a los 7.000 hombres, y tenía como misión bloquear el paso por Las Termópilas a los persas en su avance hacia la Grecia continental mientras la flota les bloqueaba en Artemisio.

Las fuerzas persas se estiman en unos 200.000 a 250.000 hombres. No está claro que todos ellos llegaran al paso y participaran en la batalla porque cabe que una parte se quedar a de guarnición en Macedonia y Tesalia, tras su paso desde Asia Menor, o fuese empelada para otros fines. Ctesias sugiere que fueron 80.000 los persas que cambatieron en las Termópilas.

A finales de agosto o a comienzos de septiembre, griegos y persas se enfrentaron. El paso era un angosto desfiladero que por uno de sus lados caía hacia el mar. Los griegos se hicieron fuertes aprovechando un pequeño muro no muy alto. La estrechez del lugar impedía a los persas hacer uso de su superioridad numérica y debían empeñarse en apretadas olas de combatientes contra los griegos. Estos, gracias a su superior armamento y técnica combativa, contuvieron el avance enemigo durante siete días, de los que tres fueron de combates, derrotando a la fuerza de élite persa, los llamados “Diez mil inmortales”.

Un lugareño llamado Efialtes mostró a los persas un camino que les permitía salvar el paso y caer sobre la retaguardia griega. Una vez que Leónidas, rey espartano y comandante de los griegos, supo que la situación estaba perdida, cubrió el repliegue de la mayor parte de las fuerzas griegas con los restos de sus “300” espartanos y de los 700 tespios, 400 tebanos y quizás algunos soldados más. Entre estos últimos quizás 1.000 focidios y 900 hilotas. Debe entenderse que de las fuerzas griegas que libraron la última parte de la batalla han de descontarse los caídos previamente, cuya cifra ignoramos. Lo más seguro es que la mayoría de quienes quedaron debieron morir en el combate subsiguiente.

Erróneamente se piensa que en la fase final de la batalla lucharon sólo “los 300” espartanos de Leónidas, lo que, como se ha señalado, es incorrecto. Esparta aportó a la campaña un contingente de entre 1000 y 1300 hombres. Diodoro dice que “Leónidas, cuando recibió el mandato, anunció que sólo un millar de hombres le acompañarían en la campaña” pero luego afirma que “había, por tanto, un millar de los lacedemonios, y con ellos trescientos espartiatas”. Hemos de considerar que los soldados aportados por los espartanos más allá de “los 300” debieron ser tropas auxiliares de lacedemonios y periecos, cuyo valor en combate, sin duda, era muy inferior al de los espartiatas.

La estrategia griega requería la contención terrestre en Las Termópilas y la naval en Artemisio. Tras la batalla de Las Termópilas, la flota griega se retiró a Salamina mientras los persas avanzaban por tierra atravesando Beocia y ocupando Atenas, previamente evacuada. Pero entonces, la flota griega derrotó a la persa en la decisiva batalla de Salamina. Aniquilada su flota, Jerjes, para evitar quedar atrapado en Grecia, se retiró a Asia. Pero dejó en Grecia al general Mardonio con un ejército que fue derrotado al año siguiente en la batalla terrestre de Platea, lo que puso fin a la invasión persa.

“Viajero, ve a Esparta y cuenta que aquí hemos muerto en obediencia a sus leyes” dicen las palabras del poeta Simónides en recuerdo de la gesta.

Gonzalo Antonio Gil del Águila
14/11/10

ACERCA DE LA BATALLA DE QADESH

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DETERMINACIÓN CRONOLÓGICA Y FUENTES

La Batalla de Qadesh (anteriormente conocida en el ámbito de lengua castellana como de Kadesh) es la primera batalla documentada que ha llegado hasta nosotros, la primera tras la que nos consta la redacción de un tratado de paz escrito y posiblemente la última de relevancia librada con tecnología de la Edad del Bronce. Se supone que tuvo lugar a finales de mayo del año 1274 a. C. aunque muchas son las dudas que existen sobre su fecha ya que se ha datado entre 1300 y 1213 a. C. Lo que sí está claro es que se trató de un combate en las inmediaciones de la ciudad de Qadesh, en la actual Siria, entre fuerzas de infantería y carros de guerra que enfrentó a las fuerzas egipcias del faraón Ramsés II a las hititas de Muwatallish. Parece ser que la batalla comenzó favorablemente para los hititas y que pudo terminar con un éxito egipcio, si bien con importantes bajas, o con la derrota egipcia, aunque no total, suponiendo, en todo caso, un empate con notables ventajas geoestratégicas para los hititas.

Los documentos contemporáneos que conocemos sobre la batalla son fuentes egipicas: el Poema de Pentaur, un relato en bajorrelieve de la batalla que se dice escrito por Ramsés II del que existen ocho copias; el Boletín de Guerra, siete copias en forma de bajorrelieve junto al poema; el tratado paz firmado tal vez varios años después de la batalla.

CONDICIONANTES POLÍTICOS Y GEOESTRATÉGICOS DE LA BATALLA

En la época, Siria era un país rico gracias a su producción alimenticia, especialmente de trigo, sus derechos aduaneros y por ser un paso obligado de mercancías tales como alimentos, cobre, estaño, herramientas, joyas, metales preciosos y productos de lujo, maderas, productos textiles, vidrio. El país hacía de puente entre el Egeo y Asia Menor a través del puerto de Ugarit, localidad que ha sido equiparada con la Venecia medieval, dependiendo de su tráfico el suministro a lugares tan remotos como pudieran ser las tierras de las actuales Afganistán e Irán.
Siria se había encontrado rodeada de grandes potencias. Egipto y Mittani, las dos más grandes en su momento, estaban en permanente conflicto desde que Mittani había arrebatado posesiones egipcias en Siria, pero concertaron una paz que evitase su desgaste en beneficio de terceros. Con posterioridad a ese acuerdo, el rey hitita Shubiluliuma I comenzó una serie de acciones contra Mittani sin que los faraones Tutmosis III y Amenofis II reaccionaron. Shaushtatar, rey de Mittani, temiendo una guerra en dos frentes contra hititas y egipcios, ofreció a estos últimos un tratado de paz que fue aceptado y posteriormente reforzado cuando Amenofis III y Taduhepa, hija del siguiente rey mitano, Artatama I, se casaron. Las fronteras entre territorios sometidos a las influencias egipcias y mitanas se definieron aunque Hatti ambicionaba las tierras sirias repartidas entre ellos. El reino de Amurru, el valle del río Eleuteros y las ciudades de Qadesh (que eran dos: una nueva, sobre un promontorio, y una antigua cerca a la otra, en terreno llano) fueron cedidos a Egipto por Mittani, beneficiándose esta con la renuncia egipcia a territorios mittanos conquistados por Tutmosis I y Tutmosis III.

En tiempos del faraón Amenofis III el reino de los amurru o amorreos, de manera paulatina y ante la indiferencia egipcia, se adueñó del territorio comprendido entre el Mediterráneo y el río Orontes, atacando posteriormente a Mittani. Pero Nittani les venció y ocupó su reino y provocando que Egipto mandase fuerzas para rein-tegrar el reino de los amurru en su área de influencia, acabandose así con los más de dos siglos de paz entre Egipto y Mittani, sucediendose nuevos conflictos entre ambos.

Entonces, Shubiluliuma I el Grande, nuevo rey de Hatti, ataca a Mittani y le arrebata
territorios en la que se conoce como Primera Guerra Siria. En la segunda, Mittani intenta recuperarlos siendo totalmente destruida por Hatti. El faraón Amenofis IV, conocido como Ake-natón, no reaccionó y continuó la expansión hitita que conquistó lugares como Ugarit y Qadesh.

Tras un período de incertidumbre, Qadesh queda de nuevo nominalmente bajo control egipcio, pero su nuevo rey Aitakama, no se comporta como un vasallo egipcio al pedir a otros Estados ayuda para atacar a la ciudad de Upe (también vasalla egipcia). Akenatón respondió ordenando a su vasallo Aziru, rey de Amurru, la lucha contra Qadesh y entegándole oro y pertrechos que utilizó no frente a Qadesh si no en su expansión con el apoyo de Hatti.

Aunque no ha sido probado se supone que Akenatón pudo mandar un ejército que fue destruido quedando la zona bajo influencia hitita. Al morir el faraón se sucede un período de inestabilidad en Egipto que dura más de 30 años hasta que Ramsés I y su hijo Seti centran su política exterior en la recuperación de los territorios perdidos, reincorporando temporalmente Qadesh, que volvería a caer bajo control hitita. Es en este contexto que Ramsés II, hijo de Seti I, decidió ponerse al frente de un gran ejército para exigir el juramento de lealtad del rey amorreo, Benteshina. El rey hitita Muwatallish, conocedor de los planes de Ramsés II y de que este necesitaba Qadesh si quería recuperar el control de Siria, comprendió que el vasallaje respecto de Egipto, de grado o por la fuerza, le haría perder el centro y norte de Siria. Pero los hititas tenían una ventaja respecto de años anteriores porque Mittani ya no existía y no podía ayudar a Egipto y la amenaza asiria a su este había desaparecido. Hatti estaba en mejores condiciones de las que nunca había estado para enfrentarse a Egipto y ambas potencias estaban decididas a enfrentarse en Qadesh para resolver quién controlaría Siria.

EJÉRCITOS ENFERENTADOS

Se estima que en Qadesh se pudieron enfrentar más de de 40.000 infantes y entre 2.500y 3.500 carros, por parte hitita, a 25.000 infantes o algo más y 2.500 carros, por parte egipcia.

Entre los antiguos egipcios la milicia raramente tuvo alta consideración y su ejército nunca fue numeroso ni destacó salvo en muy breves períodos. Es por ello que resultaba difícil reclutar tropas con levas obligatorias y fue necesario contar con mercenarios extranjeros, especialmente nubios y, en menor medida, libios y asiáticos. Hubo que esperar hasta el Imperio Nuevo para que Egipto tuviera, tras la dominación de los hicsos, un ejército regular aunque poco numeroso en el que siguieron abundando mercenarios extranjeros. En esa época, tanto el faraón como algunos nobles se rodearon de un pequeño grupo armado a modo de hueste. La invasión hicsa había sido posible, en parte, gracias al uso del carro de guerra. Este había sido desarrollado después de la domesticación del caballo y se había convertido en un arma extraodinaria adoptada por los egipcios.

El ejército egipcio se dividía en cuerpos de ejército o divisiones integrados por unos 5.000 hombres, 4.000 de ellos infantes y 1.000 aurigas tripulando 500 carros de guerra. La unidad básica de combate de infantería era una compañía de 50 hombres integrada en batallones de 250. En cada compañía se destinaban 25 carros y los había de tres tipos: de combate, los más pesados, y otros más ligeros y veloces, los dedicados a las comunicaciones y exploración.

Diversas armas egipcias El carro de combate se usaba para el ataque frontal a la infantería o para rodearla desbaratando así su orden de combate ya que contra los carros no había mucha posibilidad de defensa.

Cada cuerpo de ejército tenía veinte compañías y veinte oficiales superiores bajo el mando de un general. Los combatientes debían luchar por su reputación y por la defensa del faraón. Si lo hacían con honor se les otorgaba una especie de condecoración pero si mostraban cobardía o huían podían ser castigados o ejecutados, siendo en algunos casos los castigos extensibles hasta su familia. Los combatientes distinguidos recibían del faraón condecoraciones, bienes inmuebles, esclavos y otros bienes. Los mandos del ejército se nutrían de las familias más preeminentes que enviaban a sus hijos a una especie de academia militar cuando eran unos niños. Las armas utilizadas por los soldados de infantería, todas de bronce, eran lanzas, jabalinas, mazas, hachas de combate, espadas, sables curvos llamados kopesh, arcos sencillos y arcos de doble curvatura de origen hitita. Para su protección dispo-
nían de escudos de madera, cuero curtido o caña trenzada pero carecían de armaduras, cotas de malla o casco. Durante la dinastía XVIII se introdujo el arco triangular, más fácil de manejar y de fabricar que los anteriores, capaz de atravesar armaduras.
Para enfrentarse al ejército hitita, posiblemente superior al egipcio hasta ese momento, este último debió asumir un esfuerzo para modernizarse y mejorar su armamento: adoptó el arco compuesto (que requería dos años para terminar su fabricación) y la espada llamada kopish, un eficaz modelo que servía para apuñalar como y cortar; y mejoró las hachas y los carros de combate, haciéndolos más livianos que los hititas y desplazando su eje hacia atrás para darles más maniobrabilidad; esta ventaja de maniobrabilidad permitía una tripulación de sólo dos personas (auriga y arquero) frente a los tres de los más pesados carros hititas.

Los hititas destacaron por el uso del carro de combate y desarrollaron un diseño con ruedas más ligeras y cuatro radios, en lugar de ocho, capaz de transportar a tres guerreros en vez de dos. Poseían hachas de penetración y espadas rectas de bronce, posiblemente modelos indoeuropeos, y arcos compuestos.

LA BATALLA

Muwattali, el rey hitita, organizó una gran coalición contra Egipto en la que participaron más de una quincena de Estados. La batalla tendría lugar estaba cerca de sus bases lo que significaba una ventaja estratégica y a su favor también estaba una acción diplomática continuada a lo largo de muchos años. Egipto había perdido amigos y aliados y debía proyectar sus fuerzas a un lugar lejano atravesando Cannan y Fenicia. Durante su progresión, pudo contactar con los “nearin”, fuerzas integradas por soldados asiáticos al servicio de Egipto que esperaban esta-cionados en las costas de Amurru, y les ordenó dirigirse hacia el interior para coincidir con sus cuatro cuerpos de ejército (o divisiones) en Kadesh.

La vanguardia egipcia capturó a dos miembros de la tribu de los Ahasu que informaron al faraón de que el rey hitita, temeroso del combate, y su ejército estaban en Alepo, unos 200 kilómetros al norte. Confiado, Ramsés II cruzó el Orontes por el vado de Shaltuna y, una vez en el margen oeste, avanzó al frente del cuerpo de ejército Amón mientras que los de Ra, Ptah y Sutekh se man-tenían retrasadas. El cuerpo de ejército Amón bajo las órdenes de Ramsés II instaló su cam-pamento al oeste de Kadesh en espera de que convergiese el resto de sus fuerzas y atacar con ellas la ciudad, levantada sobre un promontorio convertido casi en una isla. Pero las fuerzas hititas no estaban en Alepo si no emboscadas al este de Kadesh en espera de una ocasión propicia para atacar a las egipcias. El interrogatorio de dos soldados hititas permitió a los egipcios comprender lo compro-metido de su situación, por lo que Ramsés II, compro-bando que el cuerpo de ejército Ra se acercaba al campamento, ordenó acudir en busca del de Ptah. Pero Muwattali ordenó a sus carros cruzar el Orontes y atacar de flanco a la división Ra mientras se desplazaba en orden de marcha sin adivinar el peligro, quedando arrollada
y llevando en su huida el pánico al cuerpo de ejército Amón, cuyo campamento quedó destrozado por el avance hitita. Pareciendo todo perdido, la situación se inclinó del lado de Ramsés II cuando sus enemigos de se dedicaron al saqueo porque con ello le permitió reorganizar sus fuerzas y lanzarse al combate montando su carro y animando a sus tropas con el ejemplo. Esta reacción, coincidiendo con la aparición de los “nearin” desde el este, hizo retirarse a los hititas hacia el sur. Ramsés II, reuniendo sus fuerzas, se lanzó contra los hititas, que no pudieron resistir el asalto y retrocedieron hacia el río. Un segunda oleada de carros hititas intentó cambiar la situación pero fue rechazada. Muwattali, desde el otro lado del río, no hizo intervenir a su infantería y Ramsés II quedó dueño del campo de batalla. Al final de la acción llegó el cuerpo de ejército Ptah que intervino en los últimos combates. Parece ser que al día siguiente se produjo un nuevo enfrentamiento entre los ejércitos enemigos sin que fuera decisivo. Los hititas, habían perdido muchos carros y su infantería, aunque más numerosa que la egipcia, había sufrido más en el combate y era menos disciplinada. Igualmente, habían perdido al hermano del rey y numerosos jefes. Muwattali habría ofrecido la paz a un Ramsés II consciente de la imposibilidad egipcia de explotar la victoria que habría aceptado el cese de las hostilidades, que no la paz, y el regreso a Egipto.

CONSECUENCIAS DE LA BATALLA

Ya se ha comentado que la batalla acabó en empate pero sin duda favoreció al bando hitita ya que conservó Kadesh y ocupó el reino de Amurrú así como Upi (Damasco). Pero en los años siguientes, los hititas no fueron capaces de enfrentarse a los egipcios y Ramsés II aseguró Canaan y Fenicia, recuperó Upi y conquistó algunas ciudades hititas. Años más tarde, la irrupción de Asiria hizo que el rey hitita Hattusil III pidiera ayuda de Ramsés II.

Posiblemente, Egipto habría evitado su desgaste y el fortalecimiento de Hatti de haber jugado la baza militar y diplomática en los decenios anteriores a Qadesh apoyando y manteniendo a Mittani como aliado en vez de dejarle sucumbir frente a los hititas. Cuando tuvo lugar el choque entre Egito y Hatti, la posición estratégica y diplomática de esta última era superior a la egipcia.

Las cambiantes circunstancias del mundo mesopotámico antiguo con el ascenso de Asirio consolidó a Egipto frente a Hatti en vísperas de la aparición de los Pueblos del Mar, pero la posición egipcia en la zona había quedado gravemente deteriorada.

Gonzalo Antonio Gil del Águila
31/10/10

LA TEORÍA DEL DOMINÓ EN EL SUDESTE ASIÁTICO

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La Teoría del dominó o del efecto bola de nieve plantea que si un país bascula hacia un sistema político puede terminar arrastrando hacia él a otros vecinos. Esto se observó en Europa como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial cuando diversos países adoptaron voluntariamente (España, Hungría o Rumania) o por la fuerza (Francia de Vichy, Noruega o Países Bajos) regímenes pro-nazis o pro-fascitas. Lo mismo se comprobó cuando, tras la derrota alemana, diversos países de la Europa oriental adoptaron regímenes comunistas (Albania, Alemania oriental, Checoslovaquia, Hungría, Polonia, Rumania o Yugoslavia) y existió una presión armada con apoyo soviético en otros a favor de su implantación (China, Grecia). Suele decirse que John Foster Dulles y la Doctrina Truman mantenían que el comunismo se implantaría mundialmente de no poner freno a su paulatina expansión.

Al comenzar la Guerra de Vietnam, el comunismo se había consolidado en China continental tras el triunfo comunista en la revolución (1949) manteniéndose un remedo de Gobierno nacionalista en Formosa (Taiwán). Una vez consolidado un bloque comunista con fronteras comunes entre China y la URSS era previsible su proyección tal y como había demostrado su implantación en Europa oriental (gracias a la segunda) o el apoyo de la China comunista a Corea del Norte durante la Guerra de Corea (1950-1953) y las presiones chinas en el sudeste asiático, el Mar de China o la India.

Tras la derrota francesa y la firma de los Acuerdos de Ginebra en 1954, de sus posesiones en Indochina surgen cuatro nuevos Estados: Camboya, Laos, Vietnam del Norte y Vietnam del Sur. De todos ellos, el único comunista era Vietnam del Norte mientras los demás eran pro-occidentales. Estos nuevos Estados heredaban conflictos antiguos que les enfrentaban desde antes de la colonización francesa, eran productores de importantes materias primas y ofrecían un potencial soporte estratégico avanzado para fuerzas aeronavales chinas o soviéticas.

Sintiendo los Estados Unidos que el comunismo avanzaba a costa del resto del mundo, sus estrategas y políticos plantean que si Vietnam del Sur cae en su órbita también lo harán Camboya y Laos con posibilidad de expansión a otros países limítrofes. Pero ese temor se hacía más grande cando se comprobó que durante el conflicto las fuerzas norvietnamitas atravesaban territorios del sur siguiendo la denominada ruta de Ruta Ho Chi Minh, demasiado cerca de la frontera de Laos, país a cuyo Gobierno hostigaban mientras Estados Unidos apoyaba y en cuyo territorio entraron fuerzas de Vietnam Norte. Laos terminó convirtiéndose en un país supeditado a Vietnam del Norte hasta que fue invadido por él en 1979.

En Camboya, los guerrilleros comunistas conocidos como Kmeres Rojos luchaban contra el Gobierno y cuando Estados Unidos entró en el país en 1971 se enajenó las simpatías de gran parte de la población que apoyó a los comunistas. Durante el gobierno los Kmeres Rojos (1975 a 1979) tuvo lugar el conocido como “genocidio camboyano” que costó la vida a quizás hasta tres millones de personas (un tercio de la población del país). En 2006 se constituyó un Tribunal internacional que en 2007 comenzó un juicio, aun no concluido. La caída del Gobierno de los Kmeres Rojos en 1979 se debió a la invasión de Camboya por Vietnam (ya reunificado bajo Gobierno comunista) obligándoles a convertirse en una guerrilla aliada a China y, paradójicamente, los Estados Unidos.

El 30 de abril de 1975 Saigón, capital de Vietnam del Sur, fue tomada por fuerzas nortvietnamitas después de que los Estados Unidos se hubiesen apartado del conflicto procurando su “vietnificación”. A partir de entonces, establecidos en Camboya, Laos y Vietnam regímenes comunistas, el único Estado pro-occidental en la zona era Tailandia, país que en 1967, junto a Filipinas, Malasia y Singapur constituyó la Asociación de Naciones del Sureste Asiático (ASEAN), organización a la que en 1984 se unió Brunéi. Su objetivo inicial era el de promover el desarrollo conjunto pero la presión de un Vietnam unido en torno a un régimen comunista hizo que adoptase un marcado carácter defensivo.

La presión comunista trató de ser frenada, además, por medio de la política exterior estadounidense ya que el Gobierno de Ford fortaleció la cooperación con la China popular generándose así una especie de equilibrio contra el predominio soviético que pudo favorecer que en 1979 el Ejército chino atacase a un Vietnam pro-soviético para ayudar a los kmeres rojos.

Los hechos dieron la razón a la teoría del dominó y puede pensarse que de no haberse aislado la expansión de un Vietnam comunista por medio de la ASEAN y la cooperación que Estados Unidos ofreció a la China popular, otros países, posiblemente Tailandia el primero, habrían basculado hacia el bloque comunista.

Gonzalo Antonio Gil del Águila

31/10/10

DIEN BIEN PHU

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Entre los días 20 y 22 de noviembre de 1953 se llevó a cabo la “Operación Castor" consistente en la ocupación de Dien Bien Phu por fuerzas paracaidistas francesas de una amplia zona llana en el fondo de un valle a la que se le dio el nombre de cubeta. Las posiciones altas no fueron ocupadas, lo que se revelaría un error fatal. El Mando francés esperaba con esta operación imponer al Vietminh una solución negociada al conflicto de Indochina. La posición, aislada por tierra de las líneas francesas, sólo podía ser abastecida por aire y se pensaba que contra ella se estrellarían los ataques enemigos olvidando el precedente de una Lutwafe incapaz de aprovisionar a las fuerzas alemanas cercadas en la bolsa de Stalingtrado. Los franceses subestimaron la capacidad enemiga (especialmente el lo referente a concentración y capacidad artilleras) y escogieron una posición de mala defensa (el fondo de un valle dominado por montañas).

La “Operación Castor” se llevó a cabo a cambio de 16 muertos y 47 heridos franceses frente a 115 muertos y 4 heridos capturados del Vietminh. Para la noche del 22 de noviembre los franceses habían trasladado a unos 4.200 hombres consolidando la zona de desembarco. Tras ello, comenzaron los trabajos de fortificación y mejora del estado de la pista de aterrizaje, favoreciendo estos últimos la arribada de tropas no paracaidistas y 10 carros de combate M24 Chafee desarmados para ser montados. Los trabajos de fortificación construyeron centros de resistencia con nombres de mujer: Anne-Marie, Beatrice, Claudine, Dominique, Eliane, Françoise, Gabrielle, Huguette, Isabelle y Junon. Incrementados más tarde con otro 6 km al sur de Dien Bien Phu, con un pequeño campo de aviación.

El patrullaje francés en la periferia del perímetro se mantiene hasta que en el mes de diciembre son rechazadas en varios encuentros cada vez más costosos que demuestran cómo el Vietminh había consolidaba sus posiciones y tomado las alturas. Mientras tanto, había creado o mejorado carreteras desplazado a la zona decenas de miles de obreros que mantenían esas infraestructuras viarias reparando los daños producidos por la aviación francesa y asegurado el apoyo de China, cuya frontera no se encontraba muy lejos. Asimismo instaló cañones y morteros en las montañas que dominaban a la cubeta con los cuales llegó a lanzar 200.000 disparos sobre los sitiados empleando 20 cañones de 105 mm, 20 cañones de 75 mm y gran número de morteros y cañones sin retroceso, sumando posteriormente más recursos artilleros, especialmente los lanzacohetes “órganos de Stalin”. Los franceses, desde posiciones inferiores, no podían localizar el asentamiento de las piezas enemigas y organizar un adecuado fuego de contrabatería por lo que debían confiar exclusivamente en su aviación, la cual había de afrontar un cada vez más denso sistema de defensa antiaérea que contó al menos con 80 piezas de 37 mm y 100 ametralladoras de 12,70. Al comienzo del ataque, el Vietminh disponía de 33 batallones de infantería, posiblemente unos 100.000 hombres, frente a los 12.000 franceses que defendían las posiciones de Dien Bien Phu.

La batalla propiamente dicha comenzó el sábado 13 de marzo y se prolongó hasta el 8 de mayo de 1954. La noche del 13 tuvo lugar el primer ataque después de una intensa preparación artillera que se centró especialmente sobre Beatrice y Gabrielle. Tras algunas horas de combate, Beatrice fue conquistada por el Vietminh. La noche del 14 se repitió el ataque contra Gabrielle y culminó con su conquista y rechazo de un intento de contraataque francés. El último avión que despegó de la cubeta lo hizo el 26 y, desde entonces, las fuerzas francesas sólo fueron reforzadas con paracaidistas y abastecidas por medio de lanzamientos. El Vietminh construyó progresivamente una red de trincheras que le permitió infiltrarse en la cubeta y aislar los centros de resistencia. El 28, contando con refuerzos que acababan de ser lanzados en los días anteriores, tuvo lugar una eficaz acción ofensiva francesa al oeste de Dien Bien Phu. A cambio de 20 muertos y 76 heridos infringió al enemigo, respectivamente, 350 y 1.000. Pero se trató de una victoria aislada. El 30, después de una intensa preparación artillera, el Vietminh conquistó parte de las posiciones de Dominique y Eliane, que recuperada al día siguiente por las fuerzas francesas fue nuevamente abandonada por ellas. Mientras tanto, el Vietminh atacaba las posiciones de la Huguette desde las que se protegía el extremo norte del terreno de aviación.
El lado francés, previendo el desastre, buscó prolongar la resistencia el mayor tiempo posible para poder usarlo como baza en la conferencia de Ginebra que había comenzado el 26 de abril. El 6 de mayo, día de buen tiempo, se hizo realizó un gran lanzamiento de pertrechos a favor de los asediados (aunque gran parte cayó en campo del Vietminh) así como una gran intervención aérea con 47 bombarderos B-26, 18 Corsairs, 26 Bearcat, 16 Helldiver y 5 Privateer. Cuando la fuerza aérea abandonó la zona tuvo lugar un intenso ataque artillero por parte del Vietminh, que a las 10 de la mañana del 7 ocupó Eliane y casi todo el sector este del Nam Youm.
Ante la derrota, restos de las fuerzas francesas pretendieron llevar a cabo la Operación “Albatros” consistente en una salida hacia el sur que se intentó la noche del 7 al 8. Pero, interceptada, sólo algunos lograran atravesar las líneas enemigas y llegar a posiciones francesas. Mientras tanto, durante la madrugada del 8, Isabelle cayó.

Desde su llegada, el 20 de noviembre, hasta la víspera del ataque Vietminh, el 12 de marzo de 1954, los franceses tuvieron 151 muertos, 798 heridos y 88 desaparecidos. Entre el 20 de noviembre de 1953 y el 7/8 de mayo de 1954 habían desplazado 17 batallones que integraban más de 15.700 hombres. El 7 de mayo de 1954 sus fuerzas ascendían a más de 11.700, entre los que había más de 4.400 heridos, habiendo tenido menos de 2.300 muertos. La fuerza aérea francesa perdió 48 aviones (28 abatidos en vuelo y 20 en tierra), tuvo daños en otros 167 y perdió 2 helicópteros abatidos. En la batalla intervinieron 120 aviones de transporte y unos 230 aviones de caza y bombarderos más un número no determinado de aviones tripulados por civiles.
El Vietminh empleó algo más de 100.000 hombres y buscó el desgaste del enemigo en una batalla terrestre que prefería los ataques nocturnos para evitar la acción de la aviación enemiga. Se estima que tuvo unos 8.000 y unos 15.000 heridos.

Gonzalo Antonio Gil del Águila

Octubre de 2010

APROXIMACIÓN AL 23-F

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APROXIMACIÓN AL 23-F

PRIMERA PARTE: LA COYUNTURA PREVIA AL GOLPE DEL 23-F
1.- LA TRANSICIÓN
2.- LA LEGALIZACIÓN DEL PARTIDO COMUNISTA
3.- LA COYUNTURA GENERAL
4.- EL ACOSO A SUÁREZ

SEGUNDA PARTE: EL GOLPE DEL 23-F
1.- EL “GOLPE DE TIMÓN”
2.- LA DIMISIÓN DE SUÁREZ
3.- PRELIMINARES DEL GOLPE
4.- EL GOLPE
5.- ¿PUDO TRIUNFAR EL GOLPE?
6.- LOS CONDENADOS POR EL 23-F
7.- DESPUÉS DEL 23-F

PRIMERA PARTE: LA COYUNTURA PREVIA AL GOLPE DEL 23-F

1.- LA TRANSICIÓN


El 20 de Noviembre a las 6:10 de la madrugada se anuncia por Radio Nacional de España la muerte de Franco y a las 10:00 Arias Navarro, apesadumbrado y rompiendo en lágrimas, lee su testamento por televisión: "Os pido que perseveréis en la unidad y en la paz, y que rodeéis al futuro rey de España, Don Juan Carlos de Borbón, del mismo afecto y lealtad que a mí me habéis brindado. Mantened la unidad de las tierras de España exaltando la rica multiplicidad de sus regiones como fuente de la fortaleza de la unidad de la patria. Quisiera en el último momento unir los nombres de Dios y de España y abrazaros a todos para gritar juntos por última vez en los umbrales de mi muerte, ¡Arriba España!, ¡Viva España!"

En el período de tiempo comprendido entre el 20 de Noviembre de 1.975 y finales de 1.978 España había pasado de ser un régimen autoritario a una Monarquía parlamentaria con una Constitución. Esto se había hecho, en palabras de Torcuato Fernández Miranda, “de la ley a la ley a través de la ley”. La posibilidad de una intervención de las Fuerzas Armadas había sido una realidad durante la Transición. El 6 de Noviembre de 1.975, durante la agonía de Franco, se inició la llamada Marcha Verde. Esta operación, organizada por Marruecos que enviaba unos 20.000 militares y 350.000 civiles para apoderarse del Sáhara español, dio lugar a que el 26 de Febrero de 1.976 España abandonaba el territorio replegando a su Ejército en unas condiciones que fueron sustraídas al debate político en atención a los inciertos momentos que se vivían. Es curioso recordar que en el juicio por el 23-F el Coronel Carlos de Meer, defensor del Capitán Dusmet, asegura que su defendido sintió “rabia, vergüenza y deshonor” por la retirada del Sáhara. Tras la muerte de Franco la creciente incertidumbre política, la crisis económica y la actividad de organizaciones terroristas de extrema derecha y extrema izquierda contribuyen a tensar el ambiente mientras un Ejército con Generales que habían combatido en la Guerra Civil y contra la Rusia soviética veía con inquietud los cambios. En 1.977 unos Abogados vinculados con el PCE son muertos a tiros por ultraderechistas en los conocidos como “asesinatos de Atocha”. Ese mismo año se celebra en Madrid una cumbre eurocomunista provocando la indignación de los sectores franquistas y en Semana Santa, coincidiendo con los permisos dados al personal militar, se legaliza el PCE después de que previamente el Gobierno de Suárez dijera no hacerlo provocando un enfrentamiento entre el Gobierno las Fuerzas Armadas que se intensificaría conforme se planteara la cuestión autonómica y continuaran las muertes provocadas por ETA. Ha de tenerse en cuenta que esta organización, entre el fallecimiento de Franco y el 23-F, causó casi 400 víctimas mortales provocando una gran desestabilización. El 15 de Junio, y después de más de 40 años, tienen lugar unas elecciones democráticas en las que la UCD de Suárez seguida del PSOE son los partidos políticos más votados. En Octubre las fuerzas políticas con representación parlamentaria firman los Pactos de la Moncloa con la intención de lograr el entendimiento y la cooperación necesarios para consolidar la democracia y superar la crisis económica. Los Pactos de la Moncloa son uno de los ejemplos de la política del consenso impuesta por las circunstancias para evitar comprometer el proceso democratizador. En palabras de Gregorio Morán, “no es que quieran el consenso, es que no tienen más remedio que consensuar. Lo contrario es elevar el nivel de riesgo por encima de lo soportable” (Gregorio Morán, El precio de la transición, 1992, página 154.).

Las declaraciones del Rey y de Adolfo Suárez con esclarecedoras de lo que se pretende. Así el Rey dice en Estados Unidos el 2 de Junio de 1.976 ante el Congreso de ese país en sesión conjunta que: "La monarquía española se ha comprometido desde el primer día a ser una institución abierta, en la que todos los ciudadanos tengan un sitio holgado para su participación política, sin discriminación de ninguna clase y sin presiones indebidas de grupos sectarios y extremistas. (…) La monarquía hará que bajo los principios de la democracia se mantengan en España la paz social y la estabilidad política a la vez que se asegure el acceso ordenado al poder de las distintas alternativas de gobierno, según los deseos del pueblo libremente expresados". Un mes después, Adolfo Suárez dijo el 6 de Julio de 1.976 como nuevo Presidente del Gobierno que “La meta última es muy concreta: que los gobiernos de futuro sean el resultado de la libre voluntad de la mayoría de los españoles. La confianza que me animó a aceptar esta grave responsabilidad que he asumido, radica en el propósito de que la iniciativa del gobierno sea el reflejo puntual y autentico de la voluntad popular. Una fórmula ya clásica, gobernar con el consentimiento de los gobernados". El 22 de Julio de 1.977 ante las primeras Cortes constituidas democráticamente el Rey dijo que “Este solemne acto de hoy tiene una significación histórica concreta: el reconocimiento de la soberanía del pueblo español. El camino recorrido hasta el día de hoy no ha sido fácil, pero ha resultado posible por la sensata madurez del pueblo español, por el realismo y capacidad de evolución de los líderes y por la favorable actitud de los altos órganos del Estado. Hemos conseguido que las instituciones den cabida en su seno a todas aquellas opciones que cuentan con respaldo en la sociedad española. Entre todos hemos construido los cimientos de una estructura sólida para la convivencia en libertad, justicia y paz".

El temor a una posible reacción de las Fuerzas Armadas era una preocupación permanente de la clase política durante la Transición porque a nadie se le escapa que su comportamiento se atenía a las palabras de Franco en su testamento político cuando decía que: "Os pido que perseveréis en la unidad y en la paz y que rodeéis al futuro Rey de España, Don Juan Carlos de Borbón, del mismo afecto y lealtad que a mí me habéis brindado y le prestéis, en todo momento, el mismo apoyo de colaboración que de vosotros he tenido". Existía la impresión de que la Transición era un proceso controlado por unas Fuerzas Armadas que debieron encajar en 1.976 la legalización de las organizaciones sindicales y, la más dura en 1.977, del PCE.


2.- LA LEGALIZACIÓN DEL PARTIDO COMUNISTA

Victoria Prego nos dice en “Presidentes. Veinticinco años de historia narrada por los cuatro jefes de gobierno de la democracia”. Barcelona, Plaza & Janés, 2.000, en sus páginas 57 a 66 que Suárez cuenta que “Su Majestad y yo habíamos hablado muchas veces de que yo iba a legalizar el Partido Comunista. Lo que pasa es que yo buscaba el momento más adecuado y, sobre todo, buscaba también que los comunistas asumieran también los planteamientos que suponíamos que iban a ser el eje fundamental en la elaboración de una futura Constitución. Ahora, que si el Rey sabía cuál iba a ser el momento preciso de la legalización, eso no. Yo se lo comuniqué en el mismo instante en que ésta se produjo (...). En el momento en el que yo tomo la decisión de legalizar el Partido Comunista, y la tomo con el concierto de varios ministros, no se puede decir que se trata de un hecho aislado y sin precedentes. Todos los que estábamos trabajando en la línea de llegar a la convocatoria de unas elecciones generales libres que permitieran el renacimiento de la democracia en nuestro país, todos sabíamos que se iba a legalizar el PCE. Lo queríamos hacer en el momento en que fuera menos traumático para el país porque es cierto que tantos años vapuleando al Partido Comunista y haciéndole depositario de todos los males que había tenido como consecuencia un estado, digamos que mayoritario, por lo menos de recelo hacia el PCE. Por lo tanto, la decisión la toma el presidente del Gobierno, pero la toma con el conocimiento de sus ministros y con su apoyo, naturalmente (...) … a mi juicio habría sido una injusticia tremenda el dejarles fuera del sistema democrático. Me hubiera parecido intolerable”.

Especial significación tienen las declaraciones de Santiago Carrillo el 14 de Abril de 1.977 tras la reunión del Comité Central: "Hemos decidido colocar hoy al lado de la bandera de nuestro partido que sigue y seguirá siendo roja, la bandera de los colores oficiales del Estado".

El País recuerda el 30 aniversario del "Sábado Santo Rojo" con este artículo del 8 de Abril de 2.007 que: “Tal y como recuerda en una entrevista el actual secretario general del PCE, Francisco Frutos, la legalización del partido, aquel Sábado Santo de 1977, con la mitad de los españoles de vacaciones o viendo procesiones, fue meramente "formal", ya que, en la práctica, el Partido Comunista llevaba trabajando desde hacía 40 años. "Cuando en la dictadura se hablaba del PCE se hablaba del 'partido' porque no había otro", subraya. (…) Tras la muerte de Franco y apenas unos meses antes de la legalización, en enero de 1977, los comunistas habían demostrado su capacidad de movilización con la respuesta cívica a la matanza de los abogados de Atocha, perpetrada por un grupo de extrema derecha. No obstante, la legalización del PCE supuso la piedra de toque de aquella incipiente democracia liderada por el Rey Juan Carlos y su presidente del Gobierno Adolfo Suárez. (…) Con la mirada puesta en aquel sábado rojo, en el que el PCE renunció a la reinstauración de la República en aras de una transición pacífica, Frutos no duda en censurar la decisión tomada por Santiago Carrillo. El actual dirigente comunista comparte con Carrillo el que en aquellos momentos el PCE debía ser "prudente" y "no subirse al monte", pero, en su opinión, Carrillo tomó una decisión personal e innecesaria "con el pretexto y la excusa de que había rumor de sables y el peligro de un golpe de Estado". Y el mismo periódico, en su editorial del 10 de Abril de 1.977 comentaba que: "El Partido Comunista Español es legal desde ayer tarde. Esta es una buena noticia, sobre todo para los no comunistas, porque contribuirá a clarificar el ambiente político y a normalizar la situación cara a las elecciones, que podrán celebrarse en un clima de pluralismo real. También porque ayudará a desmitificar el tema del comunismo, situar su verdadera importancia y arraigo en el espectro español y analizar la credibilidad democrática de sus posiciones (…) "La situación de ilegalidad del PCE, además de una injusticia, era una torpeza bien aprovechada por el propio partido, que supo sacar de ella una rentabilidad adicional. Desde ahora va a terminar la tregua tácita que grupos de la derecha democrática y del socialismo le habían concedido, en virtud de su especial situación. Los comunistas van a tener que esforzarse en sacar una votación respetable en las elecciones –ningún sondeo les ofrece, por el momento, más del 8%- y aun en despojarse de viejas manías, como la de page la infiltración en organizaciones de todo signo, arraigadas durante la época de clandestinidad. También deben tener presente que son una de las muy pocas formaciones políticas que acuden a las urnas .con líderes y cuadros protagonistas en la guerra civil, -y que ello supone un rechazo adicional en algunos sectores de la población".


3.- LA COYUNTURA GENERAL

Una profunda hostilidad hacia el Gobierno se adueñó del sector militar tras la legalización del PCE haciéndose evidente en una reunión celebrada en de Játiva en Septiembre de 1.977 a la que acudió, entre otros militares, Milans del Bosch (entonces General de la División Acorazada Brunete). Parece ser que se habló sobre tres opciones políticas. Una era la formación de un Gobierno de Salvación Nacional que se esperaba pudiera contar con el apoyo del Rey para que bajo la dirección de un militar preservara el franquismo. La segunda alternativa contemplaba exigir la dimisión de Suárez y disolver el Parlamento durante un mínimo de dos años (Pilar Urbano, “Con la venia, yo indagué el 23-F”). La tercera posibilidad barajada proponía la creación de un Gobierno presidido por un técnico (“un alto directivo de un banco de tamaño medio”) cuya misión sería “enderezar la economía ante la desastrosa política del gobierno Suárez” (según Miguel, Hablan los militares, página 448). Pero la intervención militar en estos proyectos fue neutralizada gracias a los traslados y ascensos llevados a cabo por el Ministro de Defensa bajo la dirección del General Gutiérrez Mellado. Aunque había luchado en la Guerra Civil Gutiérrez Mellado era un aperturista que había desplazado al frente del Ministerio al franquista General Díaz Alegría. Gutiérrez Mellado es sin duda uno de los más sólidos pilares que permitieron la Transición y tuvo que afrontar en numerosas ocasiones actos de insubordinación, insultos y amenazas de militares y ultraderechistas. Fue gracias a su política de ascensos y traslados de militares de fidelidad dudosa que en Enero de 1.978 Milans fuera nombrado Teniente General de la Tercera Región Militar en Valencia abandonando el mando de la poderosísima División Acorazada Brunete con base en las cercanías de Madrid. Milans del Bosch, sobre el que habrá de hablarse en otras ocasiones en estas líneas, combatió en el Alcázar de Toledo siendo cadete y posteriormente como Oficial fue incorporado a la VII Bandera de la Legión y tras la Guerra Civil se integró en la División Azul. Fue agregado militar en varios países y desde el año 1.971, primero como General de Brigada y luego de División, estuvo destinado en la División Acorazada Brunete, la más poderosa del Ejército español. Fue Milans del Bosch quien dijo al Rey, presente en unas maniobras de “la Acorazada”, que podía bombardear Madrid y que tenía en el punto de mira el Congreso de los Diputados.

Que hay militares que conspiran contra el proceso democrático es notorio y es para el 17 de Noviembre de 1.978, coincidiendo con un viaje del Rey a Méjico, que se ha previsto la realización de un Golpe de Estado bajo el nombre de “Operación Galaxia”. Este nombre se debe a la cafetería del barrio de Argüelles de Madrid en que se habían reunido para hablar de él e invitar a otros a unírsele el Teniente Coronel de la Guardia Civil Antonio Tejero Molina y el Capitán de la Policía Armada Ricardo Sáenz de Ynestrillas, ambos detenidos el día 16. El plan consistía en tomar La Moncloa empleando una Compañía de la Guardia Civil y personal de la Academia Especial de la Policía Armada con la convicción de que tan pronto como se hubiera apresado al Gobierno el Ejército se sumaría y podría implantarse un Gobierno de salvación nacional. El 6 de Diciembre se celebra el referéndum para la aprobación de la Constitución española. Una vez aprobada se disuelven las Cortes y en las elecciones del 1 de Marzo de 1.979 la UCD obtiene nuevamente el voto mayoritario aunque en las posteriores municipales los acuerdos entre el PSOE y el PCE dieron a la izquierda los principales Ayuntamientos. No obstante esta alianza entre los dos partidos de izquierda, Felipe González impulsó una renovación en el XXVIII Congreso del PSOE en Mayo de 1.979 abandonando del marxismo.

La UCD se desmorona y el PSOE inicia la conquista del poder acabándose la política de consenso. Los cada vez más numerosos atentados terroristas de ETA (77 muertos en 1979 y 95 en 1980) crispan los ambientes militares en los que nunca se ha visto con confianza el proceso democrático ni se ha dejado de conspirar, especialmente tras la legalización del PCE y incipiente desarrollo del proceso autonómico (se aprueban los Estatutos de Autonomía del País Vasco y Cataluña a finales de 1979 y acceden poco después al poder de esas Comunidades los partidos nacionalistas PNV, en la primera, y Convergència y Unió en la segunda). La situación económica en España empeora mientras se carece de los suficientes apoyo y reconocimiento internacionales. Un atentado en la cafetería California 47, un céntrico local madrileño frecuentada por militantes del partido ultraderechista Fuerza Nueva, causa 8 muertos y 40 heridos. El periódico País publica el 24 de Agosto de 1.979 un artículo según el cual la Policía dice que los GRAPO fueron los causantes del atentado y que los detenidos lo habían confesado: “La Jefatura Superior de Policía hizo pública ayer una extensa nota sobre las recientes detenciones de Manuel Parodi, presunto miembro de los Grupos de Resistencia Antifascista Primero de Octubre (GRAPO), y Antonio Calvo Ortega, supuesto militante del Pártido Comunista (reconstituido), PC (r), así como la muerte de Pedro Tabanera, también de los GRAPO. Según la nota, de las diligencias efectuadas se ha confirmado la responsabilidad de los GRAPO en el atentado contra la cafetería California, de Madrid, donde murieron ocho personas. Afirma la nota que se han dado por terminadas las investigaciones que se realizaban con motivo de las detenciones citadas, con las cuales ha quedado desarticulado el comando que actuaba en la zona centro, León y Galicia, y se han evitado otros atentados. (...) A Parodi se le imputan veintisiete actos terroristas y a Tabanera 31. Ambos comenzaron sus acciones en abril y enero pasados, respectivamente”.

Como nos dice Pilar Urbano (“Con la venia yo indagué el 23-F”, página 26) se celebran reuniones alrededor de Alonso Fierro (un banquero vinculado a El Banco Ibérico, creado en 1.946 por su padre, fusionado en 1.977 con el Banco Central) o de Antonio María de Oriol y Urquijo (Ministro que fue secuestrado por los GRAPO cuando era Presidente del Consejo de Estado en vísperas del referéndum sobre la Ley para la Reforma Política). En esas reuniones los más nostálgicos entre los militares y los militantes de extrema derecha hablan de “hacer una verdadera derecha que salve a España y levante un valladar contra el marxismo y el separatismo (…) una derecha sin componendas partitocráticas y parlamentarias”. Una vez que habían descartado a Fraga y a Blas Piñar las expectativas de muchos de los asistentes se centraban en José Antonio Girón de Velasco, presidente de la Hermandad Nacional de Excombatientes.

El 11 de Julio de 1.979 se produce el incendio del Hotel “Corona de Aragón”, y citando el artículo de J. M. Pérez Barnand publicado el 11/07/2004 en “El periódico de Aragón” con motivo del 25 aniversario puede recordarse que “El balance del siniestro se saldó con 78 muertos y 64 heridos” y que “las sospechas de atentado, que nunca ha sido reivindicado, congeló el pago de indemnizaciones por la compañía de seguros y los afectados y familiares de las víctimas sólo comenzaron a ser resarcidos por el Gobierno en el 2000. (…) El día de autos se celebraba en la Academia General Militar la entrega de nombramientos de caballeros alféreces y en el hotel se habían alojado militares y familiares. Entre ellos, la viuda del general Franco, Carmen Polo, con sus hijos, los marqueses de Villaverde, ya que entre los cadetes de la promoción estaba su nieto Cristóbal Martínez-Bordiú. El marqués tuvo que huir en calzoncillos hasta el hospital Provincial y la señora de Meirás fue ingresada en el Clínico con una crisis nerviosa”. Entre los huéspedes se encontraba el General Alfonso Armada “que salió indemne y tres años más tarde protagonizaría el intento golpista del 23-F. El general Vigón fue rescatado con vida por los bomberos, pero peor suerte corrió el teniente coronel Alfonso Queipo de Llano, jinete olímpico y cinco veces ganador de la Copa de las Naciones, que falleció”. Como es comprensible, “esta presencia de militares y allegados al anterior régimen alentó durante años las sospechas de atentado terrorista, pese a que no se hallaron restos de posibles explosivos”.

Entre los días 28 y 30 de Mayo de 1.980 el PSOE presenta una moción de censura que no prospera contra el Presidente de Gobierno Adolfo Suárez proponiendo como candidato a Felipe González. No obstante, este último sale muy fortalecido mientras Suárez y UCD inician un declive del que no se recuperarán. Alfonso Guerra hizo un ácido comentario diciendo que la mitad de los Diputados se entusiasmaban con Felipe González y la otra mitad con Manuel Fraga. Ese mismo mes de Mayo de 1.980 se celebra la vista oral por la “Operación Galaxia”. La Sentencia condena al Teniente Coronel Tejero a 7 meses de prisión y al Capitán Ynestrillas a 6 meses y un día, condenas que no se cumplieron por haberse superado ampliamente el tiempo de prisión preventiva. Ante la “Operación Galaxia”, claro antecedente del 23-F desarticulada el día antes de de su ejecución con la sospecha de la implicación de más intervinientes. En palabras de Paul Preston “los servicios de inteligencia habían desempeñado en ella un papel intranquilizadoramente ambiguo” (Paul Preston, La política de la venganza, 1.997, página 290.). En Noviembre de 1.980 en el CNI se dispone de un informe titulado “Panorámica de los Movimientos en marcha” en el que se habla de varias conspiraciones militares identificándose a Tejero como golpista.

Un Suárez, cada vez más arrinconado dimitirá el 29 de Enero de 1.981. Se produce una gran conmoción cuando la televisión retransmite que el 5 de Febrero el Rey, que ha acudido a la Casa de Juntas de Guernica, es interrumpido al comienzo de su discurso por los representantes de Herri Batasuna que cantan con el puño en alto el Eusko Gudariak o himno del soldado vasco. Calvo Sotelo es designado candidato a la Presidencia de Gobierno por UCD y tras una primera votación en que no obtuvo la suficiente mayoría para su investidura se fijó la segunda para el 23 de Febrero.


4.- EL ACOSO A SUÁREZ

Al margen de las tramas militares (ya hemos hablado líneas antes de la “Operación Galaxia”) había otras civiles y parte de ellas se han querido localizar en las reuniones y almuerzos que desde el mes de Octubre de 1.977 se celebraban en torno a Luís María Ansón. A esas reuniones acudirían personalidades de la derecha moderada entre las que estarían Carlos March (la Banca March es matriz de Corporación Financiera Alba que participa en ACS y Acerinox) y Carlos Ferrer Salat (deportista, empresario y economista fundador de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales, CEOE). En un almuerzo el 10 de Octubre de 1.977 al que acudieron varios militares, Ansón expresó su decepción por los resultados electorales de Junio y la alta representación obtenida por la izquierda, manteniendo que el Rey debía recibir presión suficiente “como para darse cuenta de la necesidad de ponerse en marcha” (Paul Preston, La política de la venganza, 1997, página 101.). Los comensales coincidieron en que la política del consenso se había agotado y que su punto más débil eran los políticos que "se convirtieron así muy rápidamente en clase política cerrada, acostumbrada al trato en espacios reservados” que ”empujaron a las gentes hacia los márgenes de la política, buscando más el aplauso que la participación, el voto que la movilización" (Santos Juliá, Cambio social y cultura política en la transición a la democracia). Pensaban que la caída de Adolfo Suárez era una condición necesaria para conseguir la estabilidad de las instituciones del Estado y que el Rey, a diferencia de Franco, “no puede hacer y deshacer a su antojo (…) Y quienes medran contra Suárez tienen que buscar otra alternativa” (Francisco Medina, 23­F. La verdad, página 104). Por su parte, Juan Blanco, subdirector de El Alcázar, recuerda (“23-F: Crónica fiel de un golpe anunciado”, 1996) que en "una comida íntima (…) que ofreció don Luis María Ansón a Don Antonio Izquierdo y al autor de este libro, un menú deleznable (consomé, solomillo reseco y helado verde) y una petición angustiosa que fue rechazada por la imposibilidad de satisfacerla: que como la Constitución le arrebataba al Rey todos los poderes que le concedía la Ley Orgánica del Estado, El Alcázar debía “sublevar” a los Capitanes Generales." Amadeo Martínez Inglés (La Transición vigilada, 1994, página 153) explica que los comensales no se consideraban conspiradores y que sólo hablaban de “un amago militar” que hiciera al Rey reconducir “la situación política hacia un Gobierno de coalición o de concentración presidido por un militar de prestigio”. Estas ideas se contemplaban en “un estudio realizado por los comandantes José Faura y Juan Peñaranda [del CESID] en el que se describía teóricamente una adaptación de la llamada Operación De Gaulle al escenario español” (Juan Alberto Perote, “23-F: ni Milans, ni Tejero”, 2001, página 37). Este plan contemplaba, en palabras de Jesús Palacios, “ofrecer una salida constitucional, de acuerdo con la ley, posibilitando la formación de un gobierno de regeneración nacional. El citado gabinete estaría formado por miembros de la mayoría de las fuerzas políticas parlamentarias con un general a su cabeza” (Jesús Palacios, “23-F. El golpe del CESID”, 2001, página 199).

Adolfo Suárez comprueba que él y UCD han iniciado el declive. Es el temor a la derrota y el triunfo del PSOE junto con el consejo de Rafael Ansón (Carlos Abella, “Adolfo Suárez”, 1997, página 321) lo que le hace emitir por televisión el 27 de Febrero un mensaje que el mismo Suárez considera excesivo. En el mensaje dice que el PSOE había ocultado su marxismo y que de vencer establecería “el aborto libre y, además, subvencionado por el contribuyente, la desaparición de la enseñanza religiosa” e implantaría “una economía colectivista y autogestionaria”. La posterior victoria de UCD implica una ruptura del diálogo con el PSOE y este, en los dos Congresos que celebra en 1979 –en Mayo y Septiembre- plantea una acción de acoso al Gobierno que desembocará en la moción de censura. Por otro lado, y tras sus discretos resultados de 1.977, Alianza Popular (AP) había formado una nueva coalición para las elecciones de 1.979 llamada Coalición Democrática (CD) que obtuvo peores resultados aun que los anteriores. Esto le llevó a plantear la tesis de la formación de una “mayoría natural” que incluyera a las fuerzas de la derecha moderada y al sector cristianodemócratas de UCD contando con el apoyo de CEOE.




SEGUNDA PARTE: EL GOLPE DEL 23-F


1.- EL “GOLPE DE TIMÓN”


José Díaz Herrera e Isabel Durán (“Los secretos del poder”, 1994, página 163) consideran que el Presidente de la Generalitat Josep Tarradellas entendía que Suárez era incapaz de corregir los “excesos internos” y pensaba que el proceso autonómico, tal y como se estaba desarrollando, originaría una gran crispación, cosas que había expresado al Rey. Creyó que sus planteamientos habían tenido una “favorable acogida (…) en la Zarzuela” y esto le impulsó a comentarlos al Comandante Cortina y Milián Mestre –miembros de GODSA y/o del CESID. Según Jesús Palacios (“23-F. El golpe del CESID”, página 162) Taradellas les dijo: "España necesita un golpe de timón para resolver los graves problemas que un país como el nuestro tiene planteados (…). Si no ponemos todos los medios para construir la paz entre todos, la repetición de la catástrofe es una idea no descartable“.

ABC en su edición de Madrid del 23 de Septiembre de 1.979 publicó una entrevista a Milans del Bosch, Capitán General de Valencia, el cual dice que “El balance de la Transición no presenta un saldo positivo” y que "el Ejército deberá intervenir cuando se evidencie que las leyes, la acción policial y la judicial son o resultan insuficientes o cuando –de acuerdo con la misión que nos señala la Constitución– sea necesario garantizar la soberanía e independencia de nuestra patria".

Durante la celebración de la Pascua militar el Rey dijo en su discurso que son deberes del Ejército "garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional” indicando que “en esta garantía y en esta defensa me siento más identificado con el pueblo español, me siento más identificado con vosotros que nunca, y pienso que es donde más aplicación tiene el concepto –asimismo constitucional– que me encomienda el mando supremo de las Fuerzas Armadas. Porque para mantener la unidad de España, el respeto de sus símbolos y la observancia de la Constitución contaréis siempre todos, contará siempre España, con el Rey, que se honra en estar al frente de los Ejércitos”. No pasó desapercibido que este discurso no mencionaba al Presidente del Gobierno. Poco después se produjeron algunos traslados de mandos militares, entre ellos el del General Armada (que había sido colaborador directo del Rey hasta el año 1.977 y ahora pasaba al mando de la División de Montaña Urgel Número Cuatro en Lérida) y el General Torres Rojas (que tenía el mando de la División Acorazada Brunete desde sólo seis meses antes y que en vísperas del 23-F viajaría a Madrid para intentar controlarla) era nombrado Gobernador Militar de La Coruña tras haber sido advertido Gutiérrez Mellado de una trama golpista preparada en la División Acorazada.

Preciso es hablar siquiera brevemente sobre estos dos Generales. Alfonso Armada y Comyn, Marqués de Santa Cruz de Ribadulla, se alistó para participar en la Guerra Civil con 16 años y posteriormente luchó en la División Azul. Instruyó al Príncipe y fue Jefe de la Casa Real durante 17 años. Pero tuvo varios enfrentamientos con Suárez y al usar el sello de la Casa Real en cartas pidiendo el voto para Alianza Popular fue destituido. Posteriormente fue profesor en la Escuela Superior del Ejército, Gobernador Militar de Lérida y Jefe del Estado Mayor del Ejército. Respecto al General Torres Rojas, este afirmará en el proceso por el 23-F “que a las 11 de la mañana del día 23 de febrero recibió en La Coruña, donde estaba destinado, una llamada del comandante Pardo Zancada, que le pidió se trasladase urgentemente al acuartelamiento de la División Acorazada, sito en El Pardo. Declara que, tras pedir permiso al capitán general de la VIII, salió por vía aérea, con destino a Madrid, a las 13,05. En el aeropuerto le esperaba el comandante Pardo Zancada quien, según declara el procesado, le condujo al acuartelamiento del Pardo. Le anunció que se iba a producir un acontecimiento muy importante por lo que era necesaria su presencia” (“Torres Rojas, San Martín y Pardo Zancada aseguran que fue Juste quien dio las órdenes en la Acorazada”, El País, 23 de Febrero de 1.982).

Fraga cuenta que en Febrero de 1.980 “se está discutiendo si es “golpe” o “presión” (Manuel Fraga Iribarne, En busca del tiempo servido, página 191) y Jorge Vestrynge cuenta que le citó Antonio Cortina “bastante antes del 23-F, para sondearme respecto a una intervención militar. Fue en un edificio del final de la calle Juan Bravo y me llevé como testigo, por si las moscas, a Javier Carabias. El diálogo, más o menos, fue éste: ¿Podría AP colocar 30.000 personas en Burgos? Luego te explico para qué. En todo caso nosotros pondríamos los autobuses, la comida, el alojamiento (…) Se concentrarían en Burgos y, de allí, la columna iría a pie hacia el País Vasco. Fraga se pondría al frente (...) —Pero habrá enfrentamientos (...) —Claro, claro, conforme nos acerquemos a Vitoria. Cuando la columna quede bloqueada por los contramanifestantes, un helicóptero del Ejército embarcará a Fraga para Madrid. Y, en Madrid, Fraga quedaría encargado de formar gobierno (...) —Bien, debo consultar con Fraga (...) —Claro, claro; coméntale esta conversación." (Jorge Vestrynge, Memorias de un maldito, Barcelona, 1.999, páginas 110-111).

En la entrevista concedida a La Vanguardia el 23 de Febrero de 2006 por Javier Fernández López, militar en la reserva y autor de "Diecisiete horas y media. El enigma del 23-F", 2001 podemos leer que un hubo “trama civil porque Milans del Bosch no quería que la hubiera. El único civil procesado y condenado, Juan García Carrés, estuvo en la reunión decisiva del 18 de enero en Madrid y Milans lo echó. Lo único que fue trama civil –entendida como quienes ponen el dinero e infraestructura– era militar, porque dos generales hicieron esa labor: Dueñas e Iniesta. Era un golpe absolutamente militar.

–Hay tres líderes en el golpe y cada uno de ellos tiene una idea distinta de lo que quiere. Esas ideas, en un momento crítico, chocan. Tejero quiere claramente una vuelta al franquismo puro y duro, no tiene otras aspiraciones. Milans del Bosch es un capitán general a la antigua, que pertenece a una estirpe de generales, golpistas casi todos. Milans piensa que la monarquía está bien, pero para que el Rey sea una figura decorativa, con un directorio militar. Tiene una visión decimonónica... Armada es una persona con formación, ha estudiado mucho, estuvo en París viviendo unos cuantos años y fue preceptor del Príncipe cuando se preparaba para ingresar en la Academia. Es muy político y simplemente quiere ser él quien gobierne. En un momento determinado le convencen, y él se deja convencer por gente próxima de que es el líder que necesita España, de que él es De Gaulle. Su ambición es dirigir un gobierno con políticos. Él no habla nunca de un directorio militar ni de una dictadura”.

Josep Tarradellas, después de las primeras elecciones autonómicas en el País Vasco y en Cataluña precedidas por el referéndum para la Autonomía andaluza, dijo que estaba “convencido de que es inevitable una intervención militar” porque “las autonomías no constituyen una solución para España” (Jesús Palacios, 23-F. El golpe del CESID, página 188). Paul Preston indica que muchos insinuaban “al Rey que únicamente él podía dar dicho golpe de timón”, que el 24 de Abril Felipe González le explicaba que “las riendas del gobierno estaban en realidad en manos del vicepresidente y amigo de siempre de Suárez, Fernando Abril Martorell, y que esto estaba erosionando la confianza en la democracia” y que el 28 era Fraga el que le hablaba de la necesidad de prescindir de Suárez (“Juan Carlos, el Rey de un pueblo”). El Teniente Coronel Tejero, una vez reintegrado al servicio tras la Sentencia por la “Operación Galaxia”, reanuda su actividad conspiradora y contacta con el General Milans, el antiguo líder sindicalista Juan García Carrés (que es un contacto de Girón) y con el General Carlos Iniesta Cano. Alfonso Osorio cuenta que en dos comidas con dirigentes socialistas (Pablo Castellanos y Luis Gómez Llorente, primero, y dos días después con Javier Solana) estos le hablaron de un “Gobierno de gestión” pero sin mencionar la posibilidad de que hubiera un militar al frente del mismo (“De orilla a orilla”, 2.000, página 385). Dice que en la comida con Javier Solana salió el nombre del General Armada “pero también se recordó el “error Berenguer”, en el sentido de que no se volviera a caer en lo mismo, ya que con la llamada “dictablanda” de Berenguer, lo único que se consiguió fue llegar a la Segunda República” (Pilar Cernuda, Fernando Jáuregui y Manuel Ángel Menéndez, “23-F. La conjura de los necios”, 2.001, página 47).

Citado por Joaquín Prieto y José Luis Barbería en “El enigma del elefante”, (1991, página 83), en la Sexta Asamblea de la Confederación de ex combatientes Girón expresó que “la Corona ha quedado prisionera no de la soberanía popular, sino de la soberanía de los partidos políticos que han reducido la Corona a la nada” por lo que se precisa “interesar a la inmensa mayoría del pueblo español en una empresa política de salvación colectiva, mediante la convocatoria y selección de los equipos de hombres que hagan posible la oferta civil para la gobernación del Estado, sin recurrir a ninguna fórmula de excepción o de carácter militar, contemplada, desde luego, a la luz de la propia Constitución".

En vísperas del 23-F la periodista Pilar Urbano hablaba de un Gobierno de coalición con un militar al frente y el periodista del ABC Emilio Romero señalaba al General Armada como próximo Presidente del Gobierno. El 24 de Enero de 1.981 Abel Hernández, periodista de YA, en el artículo “¿Hacia un Gobierno de concentración?” dice que “vuelve a considerarse la hipótesis de un Gobierno de coalición en España a la vista de las circunstancias nacionales. Cada día hay más convencidos de que la situación no resiste hasta 1.983 y casi nadie ve con buenos ojos unas elecciones anticipadas. Las silenciosas conversaciones mantenidas antes de Navidad, y que estuvieron a punto de culminar en una “gran coalición” pueden volver a abrirse después del congreso de UCD” afirmando que “de acuerdo con fuentes fidedignas el mismo Suárez accedería a esta operación de envergadura para sacar al país del atolladero” concluyendo que “las cosas han ido, sin embargo, empeorando, de acuerdo siempre con fuentes aparentemente fidedignas, y ahora lo que se estudia es una salida parecida a un “Gobierno de salvación nacional”, con el visto bueno del Parlamento” y que altos mandos militares han mantenido conversaciones con dirigentes socialistas, centristas y de otros partidos para establecer un “Gobierno de autoridad que encauzaría el tema de las autonomías, haría frente al paro y acabaría con el terrorismo”.


2.- LA DIMISIÓN DE SUÁREZ

Victoria Prego cuanta en un artículo publicado en El Mundo el 29 de Enero de 2.006, gran parte del que extracto por su claridad expositiva, que:

Suárez, que a esas alturas es ya un hombre psicológicamente quebrantado (...) y que se sabe fatalmente acosado por los suyos, además de por los adversarios, se limita a decir que él acepta que se cuestionara su liderazgo si se hace dentro de la dirección, pero que tienen que decidir qué quieren hacer con UCD: un partido de facciones o un partido de verdad. (...) Dice que si el comportamiento de UCD no cambia radicalmente y sus líderes no abandonan de una vez por todas las banderías que están debilitando al partido, él podría presentar su dimisión irrevocable. “No es un problema de personas», dice, «sino de legitimidad institucional”. Y, a continuación, el presidente del Gobierno de España se levanta de la reunión y se marcha a dar un paseo por los alrededores, para que sus barones discutan con toda libertad y tomen una decisión sobre su persona. (...) Los efectos de esta reunión decisiva son inmediatos. Un Adolfo Suárez profundamente disminuido, acosado por los suyos, baqueteado por la oposición, desacreditado ante la ciudadanía, aborda en septiembre otro cambio de Gobierno, el quinto y último de su mandato, en el que, atendiendo a sus exigencias, entran todos los barones. Todos menos uno: Landelino Lavilla, por entonces presidente del Congreso. (...) Landelino Lavilla, en quien todos piensan como sustituto de Suárez, y que se ha quedado descolgado del pacto de las baronías, se integra abiertamente a partir de septiembre en el llamado “sector crítico”, puesto en marcha por Oscar Alzaga y al que se suman muchos diputados de UCD. Los críticos se mueven con independencia de los barones y constituyen un segundo movimiento, muy potente además, de disidencia interna. Profundamente desengañado y falto ya de las fuerzas necesarias para seguir luchando, le hace a uno de sus ministros la siguiente confesión: “He perdido la batalla en la calle, he perdido la batalla en la prensa y, ahora, también he perdido la batalla en mi propio partido”.

Para entonces, las encuestas están registrando una subida espectacular de los socialistas que, desde su intervención en la moción de censura, no dejan de crecer en apoyo popular. Y seguirán haciéndolo mientras UCD se desmorona. En los mentideros políticos se habla ya de un gobierno de gestión; Felipe González propone negociar con el Gobierno los grandes temas para sacar al país de este atolladero, y algunos mencionan la posibilidad de una solución de salvación nacional... con un general de prestigio al frente del Gobierno. Ni qué decir tiene que, además de la inestabilidad política, el clima en los cuarteles es de creciente tensión. A la mesa del vicepresidente primero para la Defensa, teniente general Gutiérrez Mellado, llegan varios informes extremadamente alarmantes sobre posibles planes de golpes de Estado de distinta factura y con distintos plazos.

En esas condiciones, desautorizado por todos, a trompicones, ya sin fuelle alguno, Suárez se encamina hacia la celebración, el 27 y 28 de enero, del II Congreso de UCD, en Palma de Mallorca, en el que está previsto que estallen todas las feroces tensiones del partido. Para entonces, Suárez ya ha considerado la posibilidad de anunciar su dimisión. El 23 de enero le hace a su portavoz, Josep Meliá, el encargo: “Tenlo todo preparado. Trabajo incluso a partir de la hipótesis de que pudiera salir derrotado. Prepara un discurso de dimisión y de despedida”. (...) Suárez enseña entonces a Sabino Fernández Campo el borrador de su discurso, en el que cada párrafo iba impreso en un folio separado.Sabino le hace una importante observación: no menciona en ningún sitio al Jefe del Estado, debe incluir al menos una referencia al Rey. Finalmente, cuando Televisión Española emite a todo el país la intervención de Suárez, el Secretario de la Casa comprueba sorprendido dos cosas: una, que el presidente ha hecho, en efecto, una mención, pero sólo una, a la Corona. Y, dos, que Suárez lee una frase que no estaba en el texto que le había enseñado horas antes. Se trataba, precisamente, de la frase que, apenas un mes después, cobraría un terrible sentido: “Yo no quiero que el sistema democrático de convivencia sea, una vez más, un paréntesis en la Historia de España”.

Diez meses antes de este dramático desenlace, cuando ya el desengaño se había apoderado de él, Suárez comentó ante un grupo de periodistas: “A lo mejor resulta que tengo que irme, porque sólo cuando uno se va es cuando empiezan a hablar bien de uno”. En aquel momento, el hombre que había conseguido hacer en España la transición política a la democracia ignoraba absolutamente hasta qué punto iba a cumplirse con creces su amarga predicción. (...)

El 23 de enero, cuando el Rey estaba cazando en la sierra de Cazorla, suceden cosas aún más graves. Un ayudante informa a Don Juan Carlos de que un grupo de militares de alta graduación se han reunido en las afueras de Madrid y han tomado la decisión de «pasar a la acción» ante lo que consideran la pasividad del Gobierno. Según dice el ayudante, los conjurados no descartan en absoluto el uso de la fuerza. Inmediatamente, el Rey da la orden de regresar a Madrid. A pesar de que el tiempo es muy malo y hace realmente peligroso el viaje, el helicóptero despega y Don Juan Carlos llega al palacio de La Zarzuela dispuesto a neutralizar cualquier intento. El presidente Suárez fue informado por teléfono con todo detalle de lo que acababa de suceder.

Y sin embargo, y a pesar de éste y de otros datos, a pesar de que los rumores de ruido de sables eran constantes en los círculos políticos de la época, el hecho sorprendente es que, ni en las semanas previas a la renuncia de Adolfo Suárez, ni en las semanas posteriores, los medios de comunicación recogieron comentarios que apuntaran a la inminencia de un golpe de Estado
”.


3.- PRELIMINARES DEL GOLPE

Como se ha indicado, ya en Noviembre de 1980 el CESID disponía de un informe titulado “Panorámica de los movimientos en marcha” en que se hablaba de varios proyectos golpistas. La mentalidad de los golpistas se sintetiza en las declaraciones que vierte Juan García Carrés, el único civil implicado, cuando reconoce que le dijo a Míláns del Bosch el 18 de Enero cuando coinciden en la reunión del número 15 de la calle de General Cabrera, “que el Estado del 18 de julio se había derrumbado, que se habían tirado por la borda 40 años y que los que ganaron la guerra iban a ser ahora los vencidos”.

Tejero obtiene dinero para comprar los autobuses que luego utilizará para trasladar en ellos los 200 guardias civiles con que asaltará el Congreso. Se suceden reuniones y conversaciones entre los golpistas, el 29 de Enero de 1981 Suárez dimite, el 1 de Febrero el denominado “Colectivo Almendros" publica en el periódico El Alcázar un artículo de contenido golpista, el 4 Armada regresa a Madrid para ocupar el puesto de segundo Jefe del Estado Mayor, el 18 de Calvo Sotelo no sale elegido en la sesión de investidura. Se fija el asalto del Congreso el 23 de Febrero a las 18:00 horas. En el ánimo de los mandos golpistas parece existir confianza en Armada, el cual había sido preceptor del Rey y mantiene con él las buenas relaciones que éste no tiene con Suárez. Parecen pensar que durante su anterior destino en Lérida el General Armada pudiera haber obtenido de Tarradellas un reconocimiento de la necesidad del “cambio de timón”, criterio que suponían compartido por otros políticos. Perote y el informe Jaurenes mantienen la existencia de un grupo creado dentro del CESID con el objetivo de apoyar a los golpistas en la denominada “operación Mister”.

Un artículo publicado en El País el 23 de Febrero de 2.001 explica que al cumplirse 20 años del Golpe prescribe el delito y el General de Brigada Carlos Alvarado Largo reconoce que participó en la conjura. El artículo nos dice que:

“…El 20 aniversario del 23-F ha servido de pretexto para la publicación de media docena de libros sobre ese frustrado golpe. Pero quizá lo más novedoso no haya sido un texto, sino un documental: el realizado por los periodistas Andreu Farràs y Uri García para el programa 30 minutos de la televisión pública catalana TV-3.

En dicho programa, por vez primera, se autoinculpa uno de los militares implicados en el 23-F. Se trata del general de brigada Carlos Alvarado Largo, que fue jefe del Estado Mayor de la División Acorazada en la época en que la mandaba Milans. Alvarado reconoce ante la cámara que él asistió a la reunión celebrada el 18 de enero de 1981 en el número 15 de la calle General Cabrera en Madrid, domicilio del teniente coronel Pedro Mas Oliver. Fue en esta reunión en la que Tejero expuso su plan para asaltar el Congreso de los Diputados y Milans su propósito de sacar los tanques a la calle en Valencia. ¿Y por qué no fue procesado Alvarado?, le preguntan los periodistas. 'Porque nadie me delató', confiesa el general.

El ahora golpista confeso no se sentó en el banquillo en el juicio de Campamento. O mejor dicho, sí se sentó, pero no en el de los acusados, sino en el de los abogados, pues actuó como codefensor militar del comandante Ricardo Pardo Zancada.

Alvarado no fue el único asistente a esa reunión de conspiradores que logró eludir la acción de la Justicia. También estuvieron allí, según él mismo confirma, el general de brigada Francisco Dueñas Gavilán, que fue director general de Seguridad en la última etapa del franquismo, y el teniente general Carlos Iniesta Cano, director de la Guardia Civil cuando se produjo el atentado contra el almirante Luis Carrero Blanco, el 20 de diciembre de 1973, en la madrileña calle Claudio Coello, esquina con Maldonado.

El teniente general Carlos Iniesta Cano, al contrario que los dos anteriores, no estaba en activo cuando conspiró contra la democracia, pues había pasado a la reserva tres años antes.

Al igual que Alvarado, el general Dueñas participó en el juicio del 23-F como defensor militar del capitán Pascual Gálvez, lo que confirma la sospecha de que muchos de los abogados de los golpistas no asumieron este papel por mera afinidad ideológica, sino por coherencia con su implicación en la conjura o para garantizarse el silencio de sus compañeros.

En el juicio sólo se citó a Milans, Tejero, Torres Rojas, Mas Oliver y Juan García Carrés como asistentes a la reunión golpista del 18 de enero en la calle del General Cabrera
”.

Por su parte, el Mundo publicaba pocos días antes, el 22 de Febrero de 2.001, otro artículo de Antonio Rubio y Manuel Cerdán en el que mantienen que el CESID creó un grupo especial para apoyar a Tejero. Mantienen que

El Cesid creó a finales de 1980 una unidad especial para ayudar al teniente coronel Antonio Tejero en los preparativos del golpe de Estado del 23-F. Esta unidad, conocida con las siglas SEA (Sección Especial de Agentes) dependía directamente de José Luis Cortina, jefe de la Agrupación Operativa de Misiones Especiales (AOME), y de Francisco García Almenta, el segundo jefe.

La SEA, aunque estaba adscrita a la AOME, funcionaba de espaldas a esta organización hasta el punto de que los jefes de grupo desconocían sus actividades secretas. Según un ex agente del Cesid, sus miembros eran los patas negras de Javier Calderón y Cortina, y los conocían como los siniestros. Cuando la dirección decidió fundar esta sección hubo una reacción en contra por parte de los jefes del segundo escalón de la AOME y de los propios agentes operativos.

La participación de los servicios secretos españoles, entonces bajo el control de su secretario general Javier Calderón -su actual director- y José Luis Cortina, jefe de la Agrupación Operativa de Misiones Especiales (AOME), fue determinante para que Antonio Tejero pudiera entrar en el hemiciclo del Congreso de los Diputados y empuñara su pistola reglamentaria, mientras se producía la votación de investidura del presidente del Gobierno Leopoldo Calvo Sotelo. El Cesid organizó la logística del golpe de Tejero con materiales técnicos del Centro.

(...)

La creación de la SEA estaba enmarcada dentro de una estrategia general diseñada por Calderón y Cortina de cara a la intentona golpista. De forma paralela a sus actividades clandestinas, la dirección del Cesid puso en marcha otras dos iniciativas. La primera, bautizada con el nombre de Operación Tenedor, fue ejecutada por agentes de la AOME; la segunda, por Aseprosa, la sociedad de seguridad de Antonio Cortina Prieto, hermano del jefe operativo del Cesid, que entonces colaboraba con los servicios de información.

Antonio Cortina, compatibilizó la dirección de Aseprosa con la del Gabinete de Orientación y Documentación (Godsa) que, más tarde, daría origen al grupo político Refundación Democrática, uno de los cimientos de Alianza Popular y del Partido Popular de José María Aznar.

En Godsa, que fue constituida en 1977, también tuvieron una activa militancia Javier C. y otros importantes hombres de los servicios de información: Florentino Ruiz Platero y Juan Ortuño, quien sustituyó a Cortina al frente de la AOME, tras el 23-F.

La Operación Tenedor consistía en la colocación de micrófonos en los reservados de los mejores restaurantes de Madrid. La misión no buscaba descubrir a la trama civil del golpe, sino controlar las conversaciones de los personajes más influyentes del mundo de los negocios y las finanzas para saber cuál podía ser su reacción ante un supuesto golpe de Estado. Al mismo tiempo, con estas escuchas ilegales el Cesid conocía la identidad de los indecisos y así podía influir en sus estados de ánimo.

La otra misión de captación de información se realizó a través de Aseprosa, la sociedad del hermano de Cortina.

(...)

Los técnicos de esta compañía, por indicación del Cesid, se dedicaron a realizar barridos telefónicos a los simpatizantes de la trama civil del golpe para que no fueran descubiertos por otros servicios del Estado.”


Javier Fernández López mantiene en una entrevista con La Vanguardia publicada el 23 de Febrero de 2.006 que:

El Cesid como tal organismo no estaba en el golpe. Pero ¿alguna célula, algunas personas, algún grupo lo estaban? Sin duda. Las transmisiones que se llevan a cabo en los autobuses que trasladan a los guardias hasta el Congreso son del Cesid. Hay dos agentes juzgados: uno absuelto, Cortina, y otro condenado y expulsado de la Guardia Civil, el capitán Vicente Gómez Iglesias. Ahora bien, yo me resisto a pensar en mandos superiores”.

Acerca de la contribución de elementos del CESID en el Golpe, Antonio Rubio y Manuel Cerdán cuentan en un artículo publicado en el Mundo el 22 de Enero de 2.001:

Tejero necesitaba que alguien coordinara su llegada al Congreso y ese papel lo cumplió el Cesid. Sus agentes estaban preparados para esa misión. En los cursos para agentes, las pruebas para saber moverse bien por Madrid ocupaban dos meses de clases.

Del Parque de Automovilismo de la Guardia Civil, en la calle Príncipe de Vergara, partieron, a las 17,20 horas, varios autobuses con más de 50 voluntarios, dirigidos por Tejero. De las instalaciones de la Guardia Civil de Valdemoro, a unos 30 kilómetros de la capital, salió otro autobús con 24 guardias civiles, bajo el mando del capitán Muñecas. A este autocar le esperaba Gómez Iglesias, dentro del Seat-124 que le había cedido la escuela del Cesid, a la altura del paseo de las Delicias para conducirlo hasta la Carrera de San Jerónimo. Estaba en contacto con el agente de la SEA, Monge, a través de la radio para coordinar la llegada a la Plaza de Neptuno
.

Para sincronizar esta operación, Francisco García Almenta solicitó a la escuela del centro, la misma mañana del 23-F, la entrega a los agentes de la SEA de unos equipos de transmisiones con radios HT y tres vehículos con matrículas falsas para que no identificaran los automóviles. Las emisoras también quedaron programadas con la frecuencia de la Escuela del Cesid para que otros agentes del centro, que estuvieran desarrollando otras misiones en Madrid, no pudieran interferir la frecuencia. Sobre las 12 horas los tres agentes de la SEA retiraron el material de la Escuela, ubicada en las instalaciones de la calle Miguel Aracil, que recibían el nombre en clave de Jaca.

Al adoptar todas estas precauciones, los agentes de la SEA también impedían que espías de otros servicios de información extranjeros, con base en Madrid, interceptaran las señales. En aquellos años, los agentes del servicio cubano G2 o del KGB soviética tenían localizadas desde sus bases las frecuencias utilizadas por el Cesid, y los responsables del centro lo sabían.

La funcionarios de la CIA, instalados en la Embajada de EEUU de la calle Serrano, que habían vendido los equipos de transmisión al Cesid, también estaban al tanto de todos los despliegues de los espías españoles.

Por todos estos condicionantes, Monge y Moya utilizaron una central de transmisión en unos de los vehículos utilizados para dar cobertura a Tejero. Los agentes del Cesid que investigaron la trama golpista de los servicios de información manifestaron a EL MUNDO: «La central de comunicaciones sólo pudo estar instalada en los transmisores de Gómez Iglesias o García Almenta o del propio GTAC». Estas siglas correspondían al Grupo Técnico de Apoyo y Coordinación.

Finalmente, los agentes que ayudaron a la columna de Tejero llamaron al Centro, a un teléfono convenido de la base, para dar el ok. La llamada la realizaron desde una cabina telefónica de las proximidades del Congreso. El espía Monge sabía que a esa hora los americanos ya estaban controlando todo el espacio radioeléctrico.

Los agentes de la SEA y sus jefes, Cortina y Garcia Almenta, cuando fueron descubiertos por sus propios compañeros la misma tarde-noche del golpe, se inventaron como coartada una supuesta Operación Mister, totalmente desconocida hasta esa fecha en el Centro. Según han manifestado a EL MUNDO agentes de la AOME de la época de Cortina, «una operación de aquellas características jamás la habría programado el Cesid de la forma como Cortina y García Almenta dicen que se desarrolló».

Las mismas fuentes afirman que cualquier operación rutinaria requería, al menos, un equipo de siete agentes y tres vehículos. Además, el objetivo de la misión era absurdo: en 1981 era técnicamente imposible que un servicio exterior pudiera grabar al Rey en el Palacio Real desde un micrófono unidireccional instalado en la terraza de un piso, al otro de la Plaza de Oriente, y a través de unas ventanas con cristales gruesos.

La AOME que dirigía Cortina era un departamento operativo, que trabajaba en función de los trabajos que le encargaban las distintas divisiones del Cesid. En aquel caso, se daba la circunstancia de que ninguna de las cuatro divisiones del Centro habían solicitado a Cortina misiones sobre la Operación Mister. Los oficiales Carranza y Bastos, que se encargaban del área de Involución, manifestaron que la supuesta Operación Mister era un montaje.



4.- EL GOLPE

A las 16:20 del 23-F el Teniente Suárez Alonso del Servicio de Información de la Guardia Civil comienza a cumplir la “Operación Jaula”. Al mando de una veintena de guardias civiles vestidos de paisano y cinco coches camuflados controla los principales accesos al Congreso con la excusa de investigar una red ilegal de venta de coches de importación que podrían encontrarse en los aparcamientos de la zona. Una vez preparado el terreno, poco antes de las 18:30 irrumpe en el Congreso de los Diputados el Teniente Coronel Tejero con 200 guardias civiles interrumpiendo la sesión de investidura de Leopoldo Calvo Sotelo justo en el momento en que el Diputado Manuel Núñez se disponía a emitir su voto. Un locutor pronuncia las siguientes frases que acompañaron a las imágenes más famosas del Golpe: “se ha oído un golpe muy fuerte en la cámara [“un disparo” dice otra voz]. No sabemos lo qué es, porque la Policía... La Guardia Civil entra en estos momentos en el Congreso de los Diputados. Hay un Teniente Coronel que con una pistola sube hacia la tribuna. En estos momentos apunta. Es un guardia civil. Está apuntando con la pistola. Entran más policías [esto es un error, eran guardias civiles y no policías]. Está apuntando al Presidente del Congreso de los Diputados con la pistola, y vemos como” A continuación se oyen el famoso “al suelo, al suelo, todo el mundo al suelo” y disparos. Es el momento en que el Teniente General Gutiérrez Mellado, primero, y Suárez, después, se levantan para oponerse a los golpistas mientras los demás Diputados permanecen escondidos en sus escaños, siendo increpados, zarandeados y obligados a sentarse. La cadena SER, que era la que transmitía las palabras citadas, comenzó a emitir música clásica mientras las líneas telefónicas del Congreso quedaron interrumpidas. Un cuarto de hora después unidades de la Policía rodean a los golpistas cortando el tráfico en los alrededores. A las 19:00 las emisoras valencianas emiten un comunicado del Capitán General de la Tercera Región Militar Jaime Miláns del Bosch que dice:

Capitanía General de la III Región Militar. Excelentísimo don Jaime Miláns del Bosch y Ussía, teniente general del Ejército y capitán general de la III Región Militar. Hago saber:

Ante los acontecimientos que se están desarrollando en estos momentos en la capital de España y el consiguiente vacío de poder, es mi deber garantizar el orden en la Región Militar de mi mando hasta que se reciban las correspondientes instrucciones de Su Majestad el Rey. En consecuencia dispongo:

Artículo Primero. Todo el personal afecto a los servicios públicos de interés civil quedan militarizados con los deberes y atribuciones que marca la Ley.

Artículo Segundo. Se prohíbe el contacto con las unidades armadas por parte de la población civil. Dichas unidades repelerán sin intimidación ni aviso las agresiones que puedan sufrir con la máxima energía. Igualmente repelerán agresiones contra edificios, establecimientos, vías de comunicación y transporte, servicios de agua, luz y electricidad, así como dependencias y almacenes de primera necesidad.

Artículo Tercero. Quedarán sometidos a la jurisdicción militar y tramitados por procedimiento sumarísimo todos los hechos comprendidos en el artículo anterior, así como los delitos de rebelión, sedición y atentado o resistencia a agentes de la autoridad, los de desacato, injuria, amenaza o menosprecio a todo el personal militar o motorizado que lleve distintivo de tal, cualquiera que lo realice, propague, incite o induzca. Igualmente, los de tenencia ilícita de armas o cualquier otro objeto de agresión

Artículo Cuarto. Quedan prohibidos los ‘lock out’ y huelgas. Se considera como sedición el abandono del trabajo, siendo principales responsables los dirigentes de sindicatos y asociaciones laborales.

Artículo Quinto. Quedan prohibidas todas las actividades públicas y privadas de todos los partidos políticos, prohibiéndose igualmente las reuniones superiores a cuatro personas, así como la utilización por los mismos de cualquier medio de comunicación social.

Artículo Sexto. Se establece el toque de queda desde las 21 a las 7 horas, pudiendo circular únicamente dos personas como máximo durante el citado plazo de tiempo por la vía pública, y pernoctando todos los grupos familiares en sus respectivos domicilios.

Artículo Séptimo. Sólo podrán circular los vehículos y transportes públicos, así como los particulares debidamente autorizados.

Permanecerán abiertas únicamente las estaciones de servicio y suministro de carburante que diariamente se señalen.

Quedan suprimidas la totalidad de las actividades públicas y privadas de todos los partidos políticos.

Artículo Octavo. Todos los Cuerpos de Seguridad del Estado se mantendrán bajo mi autoridad.

Artículo Noveno. Igualmente, asumo el poder judicial, administrativo, tanto del ente autonómico y los provinciales y municipales.

Artículo Décimo. Estas normas estarán en vigor el tiempo estrictamente necesario para recibir instrucciones de Su Majestad el Rey o de la superioridad.

Este Bando surtirá efectos desde el momento de su publicación.

Por último, se espera la colaboración de todas las personas, patriotas, amantes del orden y de la paz, respecto de las instrucciones anteriormente expuestas.

Por todo ello termino con un fuerte ¡Viva el Rey! ¡Viva por siempre España!

Valencia, a 23 de febrero de 1981.

El teniente general Jaime Miláns del Bosch
”.

Sobre las 19:15 llega al Congreso el Director General de la Guardia Civil General Aramburu Topete al frente de un destacamento de la Guardia Civil. Sobre las 19:25 desde el Ministerio de Interior se dan órdenes a los Gobernadores Civiles de toda España para estén “en estado de alerta”. Algo antes de las 20:00 las Ejecutivas de Comisiones Obreras y UGT se reúnen para tratar la posibilidad de convocar una huelga general; la Junta de Jefes de Estado Mayor desmiente que el General Miláns del Bosch haya decretado el estado de excepción en la Tercera Región Militar; el personal transportado en ocho furgonetas de la Guardia Civil se une a los sitiadores; tal vez unas cuatro mil personas se congregan en esos momentos en las inmediaciones del Congreso; Radio Nacional de España comienza la emisión de marchas militares y un destacamento militar ocupa la Casa de la Radio en Prado del Rey suspendiendo la programación. A las 20:30 otro destacamento ocupa las instalaciones de Televisión Española. El General Armada ha intentado desplazarse a la Zarzuela alegando tener que asesorar al Rey con la intención de plantearse a sí mismo como la mejor solución para encabezar un Gobierno. El General Sabino, que desconfía de Armada, impide que este acuda a ver al Rey. A las 20:15, Armada habla por teléfono con Tejero ofreciéndole dos aviones y dinero a cambio de la liberación inmediata de los Diputados. Antes de las 21:00 comienza la reunión de la Junta de Jefes de Estado Mayor y los Gobernadores Civiles reciben un telegrama remitido por el Director de Seguridad del Estado que decía: “Un pequeño grupo aislado de unos 150 guardias civiles, al mando del teniente coronel Tejero, han irrumpido en el Congreso e interrumpido la sesión que se celebraba. Inmediatamente el Congreso ha sido rodeado de efectivos de la Policía Nacional y de la Guardia Civil para tratar de establecer el orden. La tranquilidad es total y no se pueden difundir noticias contrarias a las que son verdaderas, que son las aquí relatadas”.

Francisco Laína García ocupa el cargo de Director de la Seguridad del Estado en lo que fue un Gobierno interino fomentado por el Rey para evitar un vacío de poder. En el Hotel Palace, frente al edificio del Congreso, se reúne un remedo de Administración leal al Gobierno cautivo y aumentan los efectivos de las Fuerzas de Orden Público alrededor del Congreso. Antes de las 22:00 las fuerzas que habían ocupado Prado del Rey se repliegan y poco después la Junta de Jefes de Estado Mayor emite un comunicado en el que dice que “ante los sucesos desarrollados en el Congreso, se han tomado las medidas necesarias para reprimir todo atentado a la Constitución y restablecer el orden que la misma determina”. Televisión Española ofrece un informativo en el que se informa de la ocupación de las instalaciones por efectivos del Ejército y de los acontecimientos sucedidos desde las 18:00 horas. Sobre las 22:15 llegan efectivos de la Guardia Civil para reforzar a los sitiadores del Congreso y un cuarto de hora después Televisión Española anuncia que el Rey explicará esa noche lo que sucede en un mensaje televisado. El General Alfonso Armada, que había entrado en el Congreso algo más de una hora antes, lo abandona poco después de pasada la media noche. Tras una tensa espera, a la 1:24 del 24 de Febrero se retransmite el mensaje del Rey vestido con uniforme de Capitán General del Ejército:

Al dirigirme a todos los españoles, con brevedad y concisión en las circunstancias extraordinarias que en estos momentos estamos viviendo, pido a todos la mayor serenidad y confianza y les hago saber que he cursado a los capitanes generales de las regiones militares, zonas marítimas y regiones aéreas, la orden siguiente:

Ante la situación creada por los sucesos desarrollados en el palacio del Congreso, y para evitar cualquier posible confusión, confirmo que he ordenado a las autoridades civiles y a la Junta de Jefes de Estado Mayor que tomen todas las medidas necesarias para mantener el orden constitucional dentro de la legalidad vigente.

Cualquier medida de carácter militar que, en su caso, hubiera de tomarse, deberá contar con la aprobación de la Junta de Jefes de Estado Mayor.

La Corona, símbolo de la permanencia y unidad de la Patria, no puede tolerar, en forma alguna, acciones o actitudes de personas que pretendan interrumpir por la fuerza el proceso democrático que la Constitución votada por el pueblo español determinó en su día a través de referéndum
”.

Tras la retransmisión del mensaje del Rey el Teniente General Miláns del Bosch ordena la vuelta a los acuartelamientos de las Unidades previamente desplegadas pero en Madrid el Comandante Pardo Zancada acude al Congreso con 120 soldados para reforzar a los golpistas. Atraviesa el cerco sin encontrar resistencia y se une a Tejero pensando que con este gesto hará que otros militares indecisos le sigan. No es así y horas después firman con el Teniente Coronel Eduardo Fuentes Gómez de Salazar el que se llamará “pacto del capó” porque se redactó sobre un “jeep” aparcado. A las 11:00 del día 24 los asaltantes se entregaron a las fuerzas sitiadoras y quedaron libres los Diputados. Poco después el Rey se reunió con los representantes de los principales partidos políticos.

Una llamativa coincidencia es que entre el 14 de Abril de 1.931, fecha de la proclamación de la Segunda República, y el 18 de Julio de 1936, fecha del alzamiento militar aunque el día anterior se sublevara el Ejército español en Marruecos, transcurren 1.922 días, los mismos que median entre el 20 de Noviembre de 1.975, fecha del fallecimiento de Franco, y el 23 de Febrero de 1981.


5.- ¿PUDO TRIUNFAR EL GOLPE?

En un documento desclasificado por el Gobierno estadounidense en 2.000 se dice que según el General Gabeiras “Armada decidió aliarse con Tejero [a lo largo de la noche] y, en vano, trató de convencer de que lo ayudaran, primero al propio Gabeiras, y después al Rey”. Pero Manuel Soriano (“Sabino Fernández Campo. La Sombra del Rey”, página 351) mantiene que “Sabino confirmó que la solución Armada tenía cada vez más partidarios al hablar con el teniente general Gabeiras (...) El jefe del Estado Mayor [se refiere a Gabeiras] estaba dispuesto a acompañar a Armada al Congreso porque la situación se hacía insostenible. Sabino le recomendó que no lo hiciera, porque eso significaría implicar a la JUJEM”.

A continuación se reproduce una entrevista a Javier Fernández López publicada en La Vanguardia el 23 de Febrero de 2006. El entrevistado ha sido militar y es autor de "Diecisiete horas y media. El enigma del 23-F" publicado por Taurus en 2.001.

–¿Hasta qué punto el golpe pudo triunfar?

–El golpe tenía medios más que suficientes para triunfar. Si los autores lo hubieran preparado bien y jugado sus bazas, podría haber triunfado de forma momentánea, no definitivamente. Estamos hablando de una fuerza de choque que tuvo el Congreso secuestrado compuesta por más de 400 personas; hay toda una región militar con el capitán general al frente, la levantina, muy potente, que tenía en aquellos momentos unas unidades de cierto peso; y luego, la división acorazada Brunete, que estuvo en el límite justo de caer para un lado o para otro. Si hubieran gestionado bien sus fuerzas, el golpe podría haber triunfado, pero tanto su mala organización como el poderío de quienes se les enfrentan hacen que el golpe termine por fracasar.

–¿Qué errores cometen?

–Muchos. El primero es que nadie ejerce de verdad como jefe del estado mayor. Porque Milans comete un error de principiante: juega con que dos personas coordinen el mismo puesto, ambos de su confianza. Uno es Ibáñez Inglés y el otro es el general Alvarado, que en Madrid debe hacer las funciones de coordinación. Ese estado mayor no funciona. Además, las tres personas que aparecen como cabezas del golpe no tienen unidad de doctrina, no hay coordinación; y por si fuera poco, Milans no ejerce el mando. Son sólo algunos de los fallos.

–Ha sido recurrente desde entonces también hablar del papel del Rey, que ha sido reconocido, pero sobre el que en ocasiones se han arrojado sombras.

–Esto último es una leyenda urbana. El Rey, si hacemos la cronología de las 17 horas y media del golpe, todas las decisiones que toma son contra la conspiración, todas. ¿Quiénes pretenden que haya dudas sobre el Rey? Los golpistas. ¿Por qué? Porque hay quien pensará que si obedecen al Rey tienen algún tipo de explicación, cosa que es una estupidez.

–Usted cree que más que un golpe hay tres.

–Hay tres líderes en el golpe y cada uno de ellos tiene una idea distinta de lo que quiere. Esas ideas, en un momento crítico, chocan. Tejero quiere claramente una vuelta al franquismo puro y duro, no tiene otras aspiraciones. Milans del Bosch es un capitán general a la antigua, que pertenece a una estirpe de generales, golpistas casi todos. Milans piensa que la monarquía está bien, pero para que el Rey sea una figura decorativa, con un directorio militar. Tiene una visión decimonónica... Armada es una persona con formación, ha estudiado mucho, estuvo en París viviendo unos cuantos años y fue preceptor del Príncipe cuando se preparaba para ingresar en la Academia. Es muy político y simplemente quiere ser él quien gobierne. En un momento determinado le convencen, y él se deja convencer por gente próxima de que es el líder que necesita España, de que él es De Gaulle. Su ambición es dirigir un gobierno con políticos. Él no habla nunca de un directorio militar ni de una dictadura.


6º.- LOS CONDENADOS POR EL 23-F

Los condenados fueron 30.

Militares condenados:

1. Jaime Milans del Bosch y Ussía, Teniente General y Capitán General de la Tercera Región Militar, condenado a 30 años de prisión.
2. Alfonso Armada y Comyn, General de División y segundo Jefe del Estado Mayor del Ejército de Tierra, condenado a 30 años de prisión.
3. Luis Torres Rojas, General de División y Gobernador Militar de La Coruña, condenado a 6 años de prisión ampliados a 12 por el Tribunal Supremo aunque indultado en 1.988.
4. Diego Ibáñez Inglés, Coronel de Ingenieros y segundo Jefe de Estado Mayor de la Tercera Región Militar, condenado a 5 años de prisión ampliados a 10 por el Tribunal Supremo.
5. José Ignacio San Martín López, Coronel de Artillería y Jefe de Estado Mayor de la División Acorazada Brunete, condenado a 6 años de prisión ampliados a 10 por el Tribunal Supremo.
6. Pedro Mas Oliver, Teniente Coronel de Infantería, condenado a 6 años de prisión.
7. Camilo Menéndez Vives, Capitán de Navío de la Armada, condenado a 1 año de prisión.
8. Ricardo Pardo Zancada, Comandante de Infantería, condenado a 6 años de prisión ampliados a 12 por el Tribunal Supremo aunque indultado en 1.989.
9. Carlos Alvárez-Arenas y Pardina, Capitán de Infantería, condenado a 3 años de suspensión de empleo.
10. José Pascual Gálvez, Capitán de Infantería, condenado a 3 años de suspensión de empleo.
11. Francisco Dusmet García-Figueras, Capitán de Infantería, condenado a 2 años de suspensión de empleo.
12. José Cid Fortea, Capitán de Intendencia, condenado a 2 años de suspensión de empleo.

Guardias Civiles condenados:

1. Miguel Manchado García. Coronel, condenado a 6 años de prisión, ampliados a 8 por el Tribunal Supremo.
2. Antonio Tejero Molina, Teniente Coronel, condenado a 30 años de prisión.
3. Vicente Gómez Iglesias, Capitán, condenado a 6 años de prisión.
4. Jesús Muñecas Aguilar, Capitán, condenado a 5 años de prisión.
5. José Luis Abad Gutiérrez, Capitán, condenado a 5 años de prisión.
6. Enrique Bobis González, Capitán, condenado a 3 años de prisión.
7. Francisco Acera Martín, Capitán, condenado a 3 años de prisión.
8. Carlos Lázaro Corthay, Capitán, condenado a 3 años de suspensión de empleo.
9. Juan Pérez de la Lastra, Capitán, condenado a 3 años de suspensión de empleo.
10. César Alvárez Fernández, Teniente, condenado a 1 año de prisión.
11. Pedro Izquierdo Sánchez, Teniente, condenado a 1 año de prisión.
12. Vicente Ramos Rueda, Teniente, condenado a 1 año de prisión.
13. Santiago Vecino Núñez, Teniente, condenado a 1 año de prisión.
14. Miguel Boza Carranco, Teniente, condenado a 1 año de prisión.
15. Jesús Alonso Hernaiz, Teniente, condenado a 1 año de prisión.
16. José Núñez Ruano, Teniente, 1 año de suspensión de empleo.
17. Vicente Carricondo Sánchez, Teniente, 1 año de suspensión de empleo.

Civil condenado:

1. Juan García Carrés, antigüo dirigente de los Sindicatos Verticales, condenado a 2 años de prisión.


7º.- DESPUÉS DEL 23-F

A pesar de que la población lo crea así, el 23-F no fue el último intento golpista en España. Existió otra conspiración denominada MN (posiblemente por Movimiento Nacional) prevista para el 27 de Octubre de 1.982, un día antes de las elecciones que dieron el triunfo al PSOE. El Domingo 2 de Octubre se detuvo a los Coroneles de Artillería Luis Muñoz Gutiérrez y Jesús Crespo Cuspinera y al hermano de éste último, el Teniente Coronel José Crespo Cuspinera. Al parecer estaban involucradas al menos 400 personas y el plan preveía la realización de actos violentos contra distintas personalidades y un atentado con bomba en un bloque de viviendas militares en Madrid. Estas acciones habrían permitido justificar una intervención del Ejército culpando a ETA y a un Gobierno incapaz en la lucha contra el terrorismo. El plan contaba con el uso de helicópteros y Compañías de Operaciones Especiales que ocuparían la Capitanía de la Primera Región Militar y el Centro de Operaciones de la Junta de Jefes de Estado Mayor en Madrid así como los Palacios de la Zarzuela y la Moncloa y otros edificios y centros. Los tres detenidos fueron condenados, y siguen las curiosas coincidencias, en una Sentencia fechada el 14 de Abril de 1.984, aniversario de la proclamación de la Segunda República, a una pena de 12 años y un día de prisión.

Sin duda debió haber más intentos pero el PSOE minimizó la existencia de conspiraciones golpistas dentro del Ejército al tiempo que planteó una profunda reforma del mismo.

Aun quedan por aclarar muchos interrogantes sobre el 23-F, siendo especialmente interesante lo relativo a las auténticas intenciones del General Armada y los apoyos con que contaron tanto él como los golpistas. Aunque hay quien lo asocia con Alfonso Armada, Milans del Bosch o De Santiago, se desconoce la identidad del conocido como "Elefante Blanco", el militar al que Tejero se supone que esperó en el Congreso, que nunca apareció y que debía, según parece, hacerse cargo del Gobierno. Es mucho lo que resta por conocer pero parece coincidirse en que el temor de intervención militar contribuyó a suavizar el proceso autonómico por medio de la, posteriormente declarada parcialmente inconstitucional, Ley Orgánica de Armonización del Proceso Autonómico conocida por las siglas de LOAPA, y que la institución de la Monarquía fue ampliamente aceptada por su posición durante el Golpe.

Gonzalo Antonio Gil del Águila
Granada, Septiembre de 2.009