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LA PÉRDIDA DE LA GRANADA MORA EN EL ROMANCERO

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Tras la rendición de Granada, Boabdil, el Rey Chico parte hacia la Alpujarra popularizándose una leyenda tradicional probablemente de origen morisco que conocemos como la del “Suspiro del Moro”. Fray Antonio de Guevara (1480-1545) quizás nos aporte el más temprano documento que ha llegado hasta nosotros. En sus “Epístolas familiares: Letra para Garci Sánchez de la Vega, en la cual escribe el autor una cosa muy notable que le contó un morisco en Granada”, que Menéndez Pelayo considera escritas hacia 1526, nos cuenta: “Otro día después que se entregó la ciudad y el Alhambra al rey Fernando, luego se partió el rey Chiquito para tierras del Alpujarra, las cuales tierras quedaron en la capitulación que él las tuviese y por suyas las gozase. Iban con el rey Chiquito aquel día la Reina, su madre, delante, y toda la caballería de su corte detrás; y como llegasen a este lugar, a do tú y yo tenemos agora los pies, volvió el Rey atrás la cara para mirar la ciudad y el Alhambra, como a cosa que no esperaba ya más de ver, y mucho menos de recobrar. Acordándose, pues, el triste rey, y todo los que allí íbamos con él, de la aventura que nos había acontecido, y del famoso reino que habíamos perdido, tornándonos todos a llorar, y aun nuestras barbas todas canas a mesar, pidiendo a Alá misericordia, y aun a la muerte que nos quitase la vida. Como a la madre del Rey (que iba delante), dijesen que el Rey y los caballeros estaban todos parados, mirando y llorando el Alhambra y ciudad que habían perdido, dio un palo a la yegua en que iba , y dijo estas palabras: ´Justa cosa es que el Rey y los caballeros lloren como mujeres, pues no pelearon como caballeros´”. Fray Antonio de Guevara poneo en boca del Emperador Carlos V: “Muy gran razón tuvo la madre del Rey en decir lo que dijo, y ninguna tuvo el Rey su hijo, en hacer lo que hizo; porque yo si fuera él, o si él fuera yo, antes tomara esta Alhambra por mi sepultura, que no vivir sin reino en el Alpujarra.”

El “Romance del Rey Chico que perdió Granada”, posiblemente posterior, cuenta la partida hacia la Alpujarra “un lunes a mediodía” acompañado el Rey Boabdil de su madre y de sus mejores caballeros “Por ese Genil abajo - que el Rey Chico se salía, / los estribos se han mojado - que eran de gran valía”. Al llegar a un lugar en alto desde el que la ve dice: ““¡Oh Granada la famosa, - mi consuelo y alegría!, / ¡oh mi alto Albaicín - y mi rica Alcaicería!, / ¡oh mi Alhambra y Alijares - y mezquita de valía!, / ¡mis baños, huertas y ríos, - donde holgar me solía!”; concluyendo una reflexión sobre el destino: “¡Oh rueda de la fortuna, - loco es quien en ti fía, / que ayer era rey famoso - y hoy no tengo cosa mía!”. Desmayado el Rey se detuvo el séquito y la madre preguntó la razón de la parada para. Tras oír la madre de un moro viejo que su hijo miraba afligido a Granada, ella le respondió dando final al romance: “Bien es que como mujer - llore con grande agonía / el que como caballero - su estado no defendía”.

Gonzalo Antonio Gil del Águila

Granada, 22 de Marzo de 2009

GRANADA ES UNA MUJER EN EL ROMANCE DE ABENÁMAR

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Juan II de Trastámara, hijo de Enrique III el Doliente y Catalina de Lancaster, nació en Toro en 1.405 y murió en Valladolid en 1.454, siendo Rey de Castilla desde 1.406 y hasta su muerte. Durante la regencia habida en su minoría de edad se reanudó la guerra enfrentando a Castilla y Granada entre 1.410 y 1.411. En 1.431, la guerra que vuelve a enfrentar a ambas partes, lleva a Juan II ante las puertas de Granada. A lo lejos ve la ciudad y, según el romance, exclama: “¡Abenámar, Abenámar, / moro de la morería, / el día que tú naciste / grandes señales había! / Estaba la mar en calma, / la luna estaba crecida, / moro que en tal signo nace / no debe decir mentira “. Este romance simboliza una situación guerrera en términos amorosos y corteses teniendo como protagonistas al Rey castellano Juan II, el moro Abenámar y la ciudad de Granada, divisada esta a los lejos, y en la cual no llega a entrar el cristiano. El Rey pregunta a Abenámar por los monumentos y éste le responde nombrándolos y describiéndolos. Abenámar, que según el romance es "hijo de un moro / y una cristiana cautiva" escucha cómo el Rey castellano dice a la ciudad “Si tú quisieses, Granada,/ contigo me casaría; / daréte en arras y dote / a Córdoba y a Sevilla”. A lo que Granada contesta “Casada soy, rey don Juan, / casada soy, que no viuda; / el moro que a mí me tiene / muy grande bien me quería".

¿Quién era el moro Abenámar? Según Menéndez Pidal se trataría de Yusuf Ibn Alahmar, castellanizado como Abenalmao, un noble granadino favorable a los castellanos; según Torres Fontes era un capitán que abandonó a Yusuf Ibn Alahmar pasándose al servicio de los castellanos; según Benichou “puede ser Abenalmao; puede ser Abenámar el capitán; y también, para decirlo todo, igual puede ser un interlocutor inventado, frente al rey de Castilla, en el proceso de elaboración del poema”.

Se piensa que ese versificado encuentro tuvo lugar con ocasión de la batalla de la Higueruela, ocurrida en las cercanías de Sierra Elvira, el 1 de Julio de 1.431, batalla que dio la victoria a las tropas cristianas y tras la cual los cristianos favorecieron la subida al trono granadino de Yusuf IV.

Gonzalo Antonio Gil del Águila

Granada, 23 de Diciembre de 2.007

EL REY MORO, POR AMOR, DEJARÍA GRANADA POR ANTEQUERA

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La ciudad de Antequera formaba parte del Reino de Granada cuando el Infante don Fernando de Aragón la reconquistó en 1.410. La calle principal de la ciudad, en la cual se encuentra el Ayuntamiento, toma el nombre del Infante aunque popularmente se la denomina "Calle Estepa". Dudaba el Infante cómo atacar la ciudad cuando en sueños se le apareció una bella joven rodeada de leones, joven que resultó ser Santa Eufemia, la cual le respondió: “Mañana salga el sol por Antequera y sea lo que Dios quiera”, frase que haría fortuna y que el siguiente día, 16 de Septiembre de 1.410, se convirtió en realidad, razón por la cual la Santa es desde entonces la Patrona de la ciudad.

Juan de Timoneda (¿1.490?-1.583) fue un escritor, actor y librero nacido en Valencia citado muchas veces como precursor de Lope de Vega. En su romance “Rosa de Amores” nos cuenta cómo el rey de Granada se lamenta de la pérdida de Antequera: “En Granada está el rey moro / que no osa salir della. / De las torres del Alhambra / mirando estaba la vega. / Miraba los sus moricos / cómo corrían la tierra. / El semblante tiene triste, / pensando está en Antequera. / De los sus ojos llorando / destas palabras dijera: / - ¡Antequera, villa mía, / oh, quien nunca te perdiera!”. Y tanto es el dolor por haber perdido Antequera que dispuesto estaría a canjearla por Granada “Si le pluguiese al buen rey / hacer conmigo una trueca, / que le diese yo a Granada / y me volviese Antequera”. El tono épico que se atribuye a un romance de frontera en que se trata la conquista de una plaza por los cristianos y su pérdida por los musulmanes se trasforma de manera inesperada por el lirismo de un Rey granadino que quiere canjear Granada por Antequera al haber quedado en esta última su “morica”: “No lo he yo por la villa, / que Granada mejor era, sino por una morica / que estaba dentro della, / que en los días de mi vida / yo no vi cosa más bella”.

Gonzalo Antonio Gil del Águila

Granada, 23 de Diciembre de 2.007