Ben-Al-Hamar, cuyo nombre completo era Mohamed Ben Yusuf Ben Nasr el Ansary, Señor de Arjona y conocido como Al-Hamar el Rojo por su barba roja, reinó como Mohamed I entre 1.238 y 1.273 en Granada iniciando la dinastía nasrí a la que castellanizamos como nazarí. En 1.238 entró en Granada por la Puerta de Elvira y se le recibió al grito de "bienvenido el vencedor por la gracia de Alá" a lo que respondió "sólo Alá es vencedor" siendo este desde entonces el lema de la dinastía. Los muros de la Alhambra, soporte de abundantes muestras de decoración caligráfica pero sólo una parte de las que en su tiempo hubo, permiten encontrar en caracteres árabes la frase “sólo Alá es vencedor” así como versos de los poetas y estadistas granadinos Ibn al-Yayyab (1.274-1.349), Ibn al-Jatib (1.313-1.375) e Ibn Zamrak (1.333-1.393), siendo el último de los nombrados el más afamado entre ellos. En la Primavera de 2.005 y con el nombre de “El esplendor de la caligrafía árabe y del legado islámico” se exhibieron en Granada una colección de objetos arqueológicos y utensilios de uso en la vida cotidiana de la península arábiga desde época preislámica así como una muestra de ochenta cuadros de caligrafía artística árabe de los últimos dos siglos. En Octubre de 2.007 se presentó en Granada el libro “La aventura del cálamo: historia, formas y artistas de la caligrafía árabe”, considerado como el que probablemente sea el primer libro en su género escrito en España, obra de José Miguel Puerta Vílchez, Doctor en Filología Árabe y Profesor del Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Granada, autor de “Los códigos de utopía de la Alhambra de Granada” (1.990) e “Historia del pensamiento estético” (1.997) y diversos trabajos de investigación sobre arte y filosofía árabes. Comentando “La aventura del cálamo: historia, formas y artistas de la caligrafía árabe” Adela Fábregas García, Doctora en Historia Medieval, Licenciada en Filología Semítica e investigadora contratada en la Universidad de Granada nos dice que “en un sistema cultural en el que ´la palabra se erige en borne de todos los modos de representación y simbolización´, su expresión gráfica, la escritura, y en especial este tipo de escritura caligráfica, no podía por menos que constituirse en una representación artística de altura, capaz de construir programas simbólicos sofisticados. Transmisión de conocimientos o de sentimientos, símbolo del poder y de la palabra divina, instrumento de identidad árabe e islámica…, la caligrafía recoge en la cultura islámica un enorme espectro semántico que le confiere, además, una gran versatilidad funcional y que explica en gran medida su difusión e importancia en el mundo árabe clásico”.
En el Corán (96:1) Alá le dice a Mahoma "lee" (en árabe iqrā'): “Lee en el nombre de tu Señor que lo ha creado todo, / que ha creado al hombre de sangre coagulada. / Lee, pues tu Señor es el más generoso. / Él es el que ha enseñado (al hombre) a servirse de la pluma (del cálamo); / ha enseñado al hombre lo que no sabía”. La caligrafía islámica como expresión artística y cultural no puede separarse de que el Islam prohíbe o restringe las representaciones figurativas. Su ausencia implica que la escritura cumpla el papel que la decoración figurativa alcanza en el mundo occidental. Así, por ejemplo, en vez de representar a Dios el arte islámico sustituye su representación por la expresión caligráfica de su nombre. La escritura árabe se encuentra estrechamente unida a la expansión del Islam y la necesidad de contar con un soporte documental para la administración y la transmisión de la doctrina islámica ya que con anterioridad la cultura se transmitía oralmente a pesar de la existencia de un alfabeto árabe que permitía una escritura centrada en epitafios y anotaciones mnemotécnicas y contables. La escritura árabe se fija a finales del siglo VIII gracias a la labor de Jalil ibn Ahmad al-Farahidi (c. 718–c. 791) adoptándose en todas las escrituras árabes los caracteres de una de las dos utilizadas en época preislámica, que son la cursiva y la hirí, siendo llamada cúfica está última con el paso del tiempo.
Entre los estilos más extendidos de caligrafía árabe podemos citar la nasj o nasji, expresión que significa copia y representa la forma básica derivada de la antigua escritura cursiva preislámica y adaptada a las reglas planteadas por Ibn Muqla (fallecido en 939, ignorándose la fecha de nacimiento). Pensada para su uso en manuscritos, la escritura nasj o nasji es en la actualidad la empleada en imprentas y de la que derivan la mayoría de los demás estilos caligráficos árabes como es el caso del estilo ruq`a que significa "pedazo" y que, pensado para condensar mucha información en pequeños soportes, simplifica la forma de las letras siendo en la actualidad el sistema más utilizado en la escritura manuscrita. Del nasj, pero con letras más grandes, también deriva el estilo thuluth que se desarrolla en el siglo XIII como estilo ornamental y la inscripción de la bandera de Arabia Saudí está hecha en una variante de este estilo. Del nasj y del ruq`a deriva el estilo fārsī o persa, y de este el nasta`liq, netamente oriental cuyo nombre procede de nasj ta`liq, expresión que significa "nasj colgante" ya que no todas las letras se disponen sobre la línea de escritura. El nasta`liq es el estilo preferentemente usado en la letra de imprenta en lengua urdu y otras lenguas del subcontinente indio que utilizan caracteres de origen árabe. Finalizando sobre los estilos derivados del nasj hemos de recordar el diwani, creado por Husam Rumi a partir del estilo persa ta`liq, antecesor del nasta`liq que acabamos de comentar y que a su vez era también derivado del nasj. El estilo diwani, barroco y ornamental, era utilizado en la administración o diwan del Imperio turco otomano, razón a la que debe su nombre, haciéndose popular durante el reinado del Sultán turco otomano Solimán el Magnífico (reinó entre 1.520 y 1.566). Una versión más barroca de este estilo se llama yalli diwani o diwani sublime.
El cúfico, que debe su nombre a la ciudad de Kufa donde se desarrolló en el siglo VIII aunque anteriormente se llamaba hiri por la ciudad de Hira, es hoy muy utilizado en rótulos. Variantes del cúfico son el cúfico florido, así llamado porque sus trazos imitan los vegetales, y el cúfico geométrico en el que las letras adoptan figuras geométricas. Se denomina estilo andalusí o magrebí, aunque hay quien lo considera un conjunto de estilos, al que teniendo poca relación con los que se han comentado derivados del nasj porque lo hace del cúfico antiguo, ha constituido la forma de escritura tradicional en Al-Andalus y el noreste de África. Se caracteriza por tener un trazo uniforme de escaso grosor, otorgar mayor grado de libertad en su ejecución que los otros estilos y usar otro tipo de cálamo.
Gonzalo Antonio Gil del Águila
Granada, 28 de Mayo de 2008
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