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TRADUCCIÓN DE LAS INSCRIPCIONES ÁRABES EN LA ALHAMBRA Y EL GENERALIFE
Existen unas 10.000 inscripciones en árabe repartidas por el complejo de La Alhambra y El Generalife. Se trata tanto palabras y frases sueltas como de versos. En 2002 comenzó un trabajo, en el que colaboran El Patronato de La Alhambra y El Generalife y la Escuela de Estudios Árabes dependiente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, que tiene por objetivo el estudio de las inscripciones caligráficas del complejo y la creación de un corpus epigráfico. Se prevé que el trabajo esté concluido 2011 y pueda ser accesible en Internet con todo cuanto ello significa de divulgación entre investigadores y público en general. Al frente del trabajo está, como director científico, Juan Castilla Brazales, miembro del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Las inscripciones se encuentran en una antigua caligrafía que llamamos cúfica y en otra cursiva lo que implica la dificultad de su lectura incluso para hablantes árabes nativos. Hay quien considera que el mayor valor de estas inscripciones no es lo que dicen si no su riqueza plástica.
Tras la Toma de Granada se hicieron diversas traducciones que no se han conservado. En 1564 el morisco granadino Alonso del Castillo (muerto en 1610) recibió el encargo del Concejo de Granada de recopilar y traducir las inscripciones árabes del complejo. Gracias a su labor han llegado hasta nosotros textos cuya inscripción se ha perdido. Alonso del Castillo era un criptojudío médico y trujamán (traductor del árabe al castellano) que sin duda participó en la falsificación de los Libros Plúmbeos del Sacromonte. En 1859 se publicó el libro Inscripciones árabes de Granada del catedrático de arte de la Universidad de Granada Emilio Lafuente Alcántara (1830-1868), obra que todavía hoy es referencia imprescindible.
La frase más repetida en el complejo es el lema de la dinastía nazarí, “sólo Alá es vencedor”, atribuida a su fundador Alhamar. Esta frase inunda el Palacio de Comares. Se considera que los tres poetas de la Corte de Granada que compusieron versos inscritos y que han llegado a nosotros fueron Ibn al-Yayyab (1274-1349), Ibn al-Jatib (1313-1375) e Ibn Zamrak (1333-1393), que destaca entre todos ellos. Los tres desempeñaron cargos de gobierno en su época. En el complejo hay también versos coránicos y una profusión de palabras y frases sueltas, como “bendición” y ”felicidad ”, cuya inscripción se supone una manera de pedir esas gracias o consagrar un lugar o sultán; o como el consejo “sé parco en palabras y saldrás en paz”, sin duda muy útil entre diplomáticos y políticos; o como otras frases: “la eternidad es atributo de Dios”, “alégrate en el bien, pues ciertamente es Dios quien ayuda” o “sólo a Dios pertenecen la grandeza, la gloria, la eternidad, el imperio y el poder”. Hay poesías de extensión variable que tienen desde versos aislados hasta largas composiciones que ocupan paredes y techos.
En 2001 Eduardo Paniagua y El Arabí Serghini grabaron un disco de “música andalusí” llamado Poemas de la Alhambra con versos de La Alhambra atribuidos de Ibn Zamrak. Sin duda, la publicación en 2011 del trabajo dirigido por Juan Castilla Brazales servirá para que se difunda una imagen poética e idealizada de aquellos tiempos.
Gonzalo Antonio Gil del Águila
Granada, 30/12/10
A continuación se reproduce la traducción al castellano de varios poemas epigráficos de La Alhambra en la versión ofrecida en la web de la Asociación Pedagógica y Cultural Alhambra junto con las notas incluidas en esa publicación.
Comienzo de la cita >>
Poema de la taca derecha en el pórtico norte del Generalife
Estas tacas eran nichos, alacenas u hornacinas practicados en el muro, situados por parejas a ambos lados de los arcos o puertas de entrada a las habitaciones para contener vasijas con agua en su interior.
El poema, escrito en su alfiz dice:
«Taca en la puerta del salón más feliz
para servir a Su Alteza en el mirador.
¡Por Dios, qué bella es alzada
a la diestra del rey incomparable!
Cuando en ella aparecen los vasos de agua,
son como doncellas subidas a lo alto.
Regocíjate con Ismail, por quien
Dios te ha honrado y hecho feliz.
¡Subsista por él el Islam con fortaleza
tan poderosa, que sea la defensa del trono!»
Tercer poema en la torre de la Cautiva
«Esta obra ha venido a engalanar la Alhambra;
es morada para los pacíficos y para los guerreros;
Calahorra que contiene un palacio.
¡Di que es una fortaleza y a la vez una mansión para la alegría!
Es un palacio en el cual el esplendor está repartido
entre su techo, su suelo y sus cuatro paredes;
en el estuco y en los azulejos hay maravillas,
pero las labradas maderas de su techo aún son más extraordinarias;
fueron reunidas y su unión dio lugar a la más perfecta
construcción donde ya había la más elevada mansión;
parecen imágenes poéticas, paranomasias y trasposiciones,
los enramados e incrustaciones.
Aparece ante nosotros el rostro de Yusúf como una señal
es donde se han reunido todas las perfecciones.
Es de la gloriosa tribu de Jazray cuyas obras en pro de la religión
son como las aurora cuya luz aparece en el horizonte.»
Poema de la puerta de Comares
«Soy corona en la frente de mi puerta:
envidia al Occidente en mí el Oriente.
Al-Gani billah* mándame que aprisa
paso dé a la victoria apenas llame.
Siempre estoy esperando ver el rostro
del rey, alba que muestra el horizonte.
¡A sus obras Dios haga tan hermosas
como son su temple y su figura»
(*) Al-Gani billah: El vencedor por Dios: Sobrenombre tomado por Mohamed V tras la victoria de Algeciras en 1369.
Poema de la taza de los leones
«Bendito sea Aquél que otorgó al imán Mohamed
las bellas ideas para engalanar sus mansiones.
Pues, ¿acaso no hay en este jardín maravillas
que Dios ha hecho incomparables en su hermosura,
y una escultura de perlas de transparente claridad,
cuyos bordes se decoran con orla de aljófar?
Plata fundida corre entre las perlas,
a las que semeja belleza alba y pura.
En apariencia, agua y mármol parecen confundirse,
sin que sepamos cuál de ambos se desliza.
¿No ves cómo el agua se derrama en la taza,
pero sus caños la esconden enseguida?
Es un amante cuyos párpados rebosan de lágrimas,
lágrimas que esconde por miedo a un delator.
¿No es, en realidad, cual blanca nube
que vierte en los leones sus acequias
y parece la mano del califa, que, de mañana,
prodiga a los leones de la guerra sus favores?
Quien contempla los leones en actitud amenazante,
(sabe que) sólo el respeto (al Emir) contiene su enojo.
¡Oh descendiente de los Ansares, y no por línea indirecta,
herencia de nobleza, que a los fatuos desestima:
Que la paz de Dios sea contigo y pervivas incólume
renovando tus festines y afligiendo a tus enemigos!»
Poema de la fuente del jardín de Daraxa
«Yo soy un orbe de agua que se muestra a las criaturas diáfano y transparente
una gran Océano cuyas riberas son labores selectas de mármol escogido
y cuyas aguas, en forma de perlas, corren sobre un inmenso hielo primorosamente labrado.
Me llega a inundar el agua, pero yo, de tiempo en tiempo,
voy desprendiéndome del transparente velo con que me cubre.
Entonces yo y aquella parte del agua que se desprende desde los bordes de la fuente,
aparecemos como un trozo de hielo, del cual parte se liquida y parte no se liquida.
Pero, cuando mana con mucha abundancia, somos sólo comparables a un cielo tachonado de estrellas.
Yo también soy una concha y la reunión de las perlas son las gotas,
semejantes a las joyas de la diestra mano que un artífice colocó
en la corona de Ibn Nasr del que, con solicitud, prodigó para mí los tesoros de su erario.
Viva con doble felicidad que hasta el día el solicito varón de la estirpe de Galib,
de los hijos de la prosperidad, de los venturosos,
estrellas resplandecientes de la bondad, mansión deliciosa de la nobleza.
De los hijos de la cabila de los Jazray, de aquellos que proclamaron la verdad y ampararon al Profeta.
El ha sido nuevo Sa'd que, con sus amonestaciones, ha disipado y convertido en luz todas las tinieblas
y constituyendo a las comarcas en una paz estable ha hecho prosperar a sus vasallos.
Puso la elevación del trono en garantía de seguridad a la religión y a los creyentes.
Y a mí me ha concedido el más alto grado de belleza, causando mi forma admiración a los sabios.
Pues nunca se ha visto cosa mayor que yo, en Oriente ni en Occidente
ni en ningún tiempo alcanzó cosa semejante a mí,
rey alguno, en el extranjero ni en la Arabia.»
Poema del arco de entrada al mirador de Daraxa
Cada una de las artes me he enriquecido con su especial belleza y dotado de su esplendor y perfecciones.
Aquel que me ve juzgue por mi hermosura de la esposa que se dirige a este vaso y le pide sus favores.
Cuando el que me mira contempla atentamente mi hermosura se engaña la mirada de sus ojos con una apariencia.
Pues al mirar a mi espléndido fondo cree que la luna llena tiene aquí fija su morada habiendo abandonado sus mansiones por las mías.
No estoy sola, pues desde aquí contemplo un jardín admirable.
No vieron los ojos cosa semejante a él.
Este es el palacio de cristal;
sin embargo, ha habido quien al verlo le ha juzgado un océano proceloso y conmovido.
Todo esto lo construyó el Imán Ibn Nasr*;
sea Dios guardián para los demás reyes de su grandeza.
Sus ascendientes en la antigüedad alcanzaron mayor elevación
pues ellos hospedaron al Profeta y sus deudos.
----------
*Aclaración: el Imán Ibn Nasr es Mohamed V.
Poema de la sala de Dos Hermanas
«Jardín yo soy que la belleza adorna:
sabrá mi ser si mi hermosura miras.
Por Mohamed, mi rey, a par me pongo
de lo más noble que será y ha sido.
Obra sublime, la fortuna quiere que a todo momento sobrepase.
¡Cuánto recreo aquí para los ojos!
Sus anhelos el noble aquí renueva.
Las Pléyades les sirven de amuleto;
la brisa la defiende con su magia.
Sin par luce una cúpula brillante,
de hermosuras patente y escondidas.
Rendido de Géminis la mano;
viene con ella a conversar la Luna.
Incrustarse los astros allí quieren,
sin más girar en la celeste rueda,
y en ambos patios aguardar sumisos,
y servirle a porfia como esclavas:
No es maravilla que los astros yerren
y el señalado límite traspasen,
para servir a mi señor dispuestas,
que quien sirve al glorioso gloria alcanza.
El pórtico es tan bello, que el palacio
con la celeste bóveda compite.
Con tan bello tisú lo aderezaste,
que olvido pones del telar del Yemen.
¡Cuántos arcos se elevan en su cima,
sobre las columnas por la luz ornadas,
como esferas celestes que voltean
sobre el pilar luciente de la aurora!
Las columnas en todo son tan bellas,
que en lenguas, corredora, anda su fama:
lanza el mármol su clara luz, que invade
la negra esquina que tiznó la sombra;
irisan sus reflejos, y dirías
son, a pesar de su tamaño, perlas.
Jamás vimos jardín más floreciente,
de cosecha más dulce y más aroma.
Por permiso del juez de la hermosura
paga, doble, el impuesto en alcázar más excelso,
de contornos más claros y espaciosos.
Jamás dos monedas,
pues si, al alba, del céfiro en las manos
deja dracmas de luz, que bastarían,
tira luego en lo espeso, entre los troncos,
dobles de oro de sol, que lo engalanan.
(Le enlaza el parentesco a la victoria:
Sólo el Rey este linaje cede.)»
>> Fin de la cita
URL en la que figuran estos poemas citados: http://www.alhambra.org/esp/index.asp?secc=/alhambra/alhambra_poemas
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viernes, 24 de diciembre de 2010
15:46
LLORANDO POR GRANADA
Unido a otras mujeres y a Aixa, con la cual engendró a Boabdil, el Rey Muley Hacén, del que se dice dió nombre a una montaña de Sierra Nevada y se enamoró de la bella cristiana Isabel de Solís haciéndola Reina y su esposa favorita, reinaba cuando las fuerzas cristianas entraron en Alhama en 1.482. Cuenta el romance que “paseábase el rey moro / por la ciudad de Granada / desde la puerta de Elvira / hasta la de Vivarrambla” cuando “cartas le fueron venidas” por las que supo “que Alhama era ganada. / Las cartas echó en el fuego / y al mensajero” mató. Tras congregar a los suyos sufrió la amonestación de “un alfaquí / de barba crecida y cana” el cual le dijo “bien se te emplea, buen rey, buen rey, bien se te empleara (…) Mataste los Bencerrajes, /que eran la flor de Granada, / cogiste los tornadizos / de Córdoba la nombrada (… ) Por eso mereces, rey,/ una pena muy doblada: / que te pierdas tú y el reino, / y aquí se pierda Granada”.
En 1.974 se popularizó la canción “Llorando por Granada” del grupo musical “Los Puntos” según la cual “en las noches cuando hay luna en las murallas alguien habla. / Nadie quiere ir en la oscuridad / todos dicen que de noche está la Alhambra embrujada / por el moro de Granada”. La figura romántica y desgarrada del espectro vagando por el recinto de La Alhambra, que suele asociarse a Boabdil, el último Rey moro de Granada, recuerda quizás la aparición del fallecido padre de Hamlet en el castillo de Elsinor aunque se diferencia de este, entre otras cosas, por no pedir venganza, quién sabe si acaso por asumir como propias la responsabilidad de la derrota y la necesidad de expiación.
A pesar de “que su alma está encantada por perder un día Granada” podemos pensar que el moro de Granada no llora por la noche su derrota - cosa que según la tradición hiciera Boabdil en el paraje conocido desde entonces como el “Suspiro del Moro“ recibiendo la recriminación de su madre Aixa -, si no alejarse contra su voluntad de la ciudad de Granada y su perla La Alhambra perdiendo el goce de su deleite. Y tanto es el dolor de quien llora que parece que su alma ha viajado desde lejos para llorar amargamente o que no habiendo podido volver tras la muerte es el dolor que quedó en La Alhambra el que se manifiesta por medio de una forma espectral. Y si en vez de ser el dolor depositado en el lugar fuera el alma que ha regresado quien se manifiesta, esta quizás no lloraría por haber vuelto si no tal vez por no poder sentir lo presente con la plenitud que experimentó en vida.
Dejando para otro momento las elucubraciones sobre la vida ultraterrana y sus manifestaciones, ¿quién será el moro que llora? Casi todos piensan que es Boabdil, aquel que arrebató el trono a su padre Muley Hacén y luchó contra su tío El Zagal por conservarlo debiendo partir al destierro tras la victoria de los Reyes Católicos y su entrada en la ciudad diez años después de la Toma de Alhama. Pero, ¿no podría referirse también a Muley Hacén que fue expulsado de Granada por su propio hijo Boabdil, ese Muley Hacén cuyo nombre perdura en Sierra Nevada? ¿O a El Zagal, hermano de Muley Hacén y tío de Boabdil? ¿O a Zawi ben Zirí, aquel que moriría envenenado en Argel en 1.019 después de que en 1.013 ó 1.012, junto con los suyos, dejase Medina Elvira asentándose en lo que hoy conocemos como el barrio del Albaicín de Granada, ese mismo Zawi ben Zirí que propició la creación de lo que sería el Reino de Granada? ¿O a alguno de los Abencerrajes masacrados en La Alhambra que inspirarían la obra de Ginés de Hyta, posible morisco asimilado que luchó en el bando cristiano durante la rebelión de La Alpujarra? ¿O de los moriscos que se sublevaron contra la monarquía hispánica en 1.500 ó 1.568? ¿De los expulsados del Reino tras esas rebeliones? ¿De los expulsados de España en 1.609? ¿O a todos ellos? ¿O más bien a todos los que, con independencia de su condición, en cualquier momento han perdido el disfrute del plácido vergel para ir a vivir su desierto en el destierro siendo que la imaginación vea en ese desterrado moro granadino, sea quien fuere, un arquetipo universal y atemporal relacionado con el mito de la expulsión del Paraíso Universal? Quizás mucho de esto quede en la conciencia colectiva y se refleje cuando la canción dice que él llora “cuando el sol se va” y “se le escucha hablar paseando su amargura por la Alhambra / recordando y llorando por Granada”. Así Granada y los mitos de su historia pasan a ser un símbolo universal.
Para terminar estas líneas y volviendo al misterio de la presencia espectral, he de decir que son varias las noches en que he paseado por el recinto de La Alhambra sin encontrarme ese alma en pena. Igualmente he hablado con gente que ha hecho vida allí sin que jamás se me refiera haberse encontrado esa figura, pero habremos de fiarnos de la canción y contemplar la leyenda recordando las palabras dirigidas por Hamlet a Horacio: “hay más cosas en el cielo y en la tierra, que todas las que pueda soñar tu filosofía”. Si yo fuese Horacio pediría a mi filosofía soñar el mito de Granada.
Gonzalo Antonio Gil del Águila
Granada, 30 de Noviembre de 2007
En 1.974 se popularizó la canción “Llorando por Granada” del grupo musical “Los Puntos” según la cual “en las noches cuando hay luna en las murallas alguien habla. / Nadie quiere ir en la oscuridad / todos dicen que de noche está la Alhambra embrujada / por el moro de Granada”. La figura romántica y desgarrada del espectro vagando por el recinto de La Alhambra, que suele asociarse a Boabdil, el último Rey moro de Granada, recuerda quizás la aparición del fallecido padre de Hamlet en el castillo de Elsinor aunque se diferencia de este, entre otras cosas, por no pedir venganza, quién sabe si acaso por asumir como propias la responsabilidad de la derrota y la necesidad de expiación.
A pesar de “que su alma está encantada por perder un día Granada” podemos pensar que el moro de Granada no llora por la noche su derrota - cosa que según la tradición hiciera Boabdil en el paraje conocido desde entonces como el “Suspiro del Moro“ recibiendo la recriminación de su madre Aixa -, si no alejarse contra su voluntad de la ciudad de Granada y su perla La Alhambra perdiendo el goce de su deleite. Y tanto es el dolor de quien llora que parece que su alma ha viajado desde lejos para llorar amargamente o que no habiendo podido volver tras la muerte es el dolor que quedó en La Alhambra el que se manifiesta por medio de una forma espectral. Y si en vez de ser el dolor depositado en el lugar fuera el alma que ha regresado quien se manifiesta, esta quizás no lloraría por haber vuelto si no tal vez por no poder sentir lo presente con la plenitud que experimentó en vida.
Dejando para otro momento las elucubraciones sobre la vida ultraterrana y sus manifestaciones, ¿quién será el moro que llora? Casi todos piensan que es Boabdil, aquel que arrebató el trono a su padre Muley Hacén y luchó contra su tío El Zagal por conservarlo debiendo partir al destierro tras la victoria de los Reyes Católicos y su entrada en la ciudad diez años después de la Toma de Alhama. Pero, ¿no podría referirse también a Muley Hacén que fue expulsado de Granada por su propio hijo Boabdil, ese Muley Hacén cuyo nombre perdura en Sierra Nevada? ¿O a El Zagal, hermano de Muley Hacén y tío de Boabdil? ¿O a Zawi ben Zirí, aquel que moriría envenenado en Argel en 1.019 después de que en 1.013 ó 1.012, junto con los suyos, dejase Medina Elvira asentándose en lo que hoy conocemos como el barrio del Albaicín de Granada, ese mismo Zawi ben Zirí que propició la creación de lo que sería el Reino de Granada? ¿O a alguno de los Abencerrajes masacrados en La Alhambra que inspirarían la obra de Ginés de Hyta, posible morisco asimilado que luchó en el bando cristiano durante la rebelión de La Alpujarra? ¿O de los moriscos que se sublevaron contra la monarquía hispánica en 1.500 ó 1.568? ¿De los expulsados del Reino tras esas rebeliones? ¿De los expulsados de España en 1.609? ¿O a todos ellos? ¿O más bien a todos los que, con independencia de su condición, en cualquier momento han perdido el disfrute del plácido vergel para ir a vivir su desierto en el destierro siendo que la imaginación vea en ese desterrado moro granadino, sea quien fuere, un arquetipo universal y atemporal relacionado con el mito de la expulsión del Paraíso Universal? Quizás mucho de esto quede en la conciencia colectiva y se refleje cuando la canción dice que él llora “cuando el sol se va” y “se le escucha hablar paseando su amargura por la Alhambra / recordando y llorando por Granada”. Así Granada y los mitos de su historia pasan a ser un símbolo universal.
Para terminar estas líneas y volviendo al misterio de la presencia espectral, he de decir que son varias las noches en que he paseado por el recinto de La Alhambra sin encontrarme ese alma en pena. Igualmente he hablado con gente que ha hecho vida allí sin que jamás se me refiera haberse encontrado esa figura, pero habremos de fiarnos de la canción y contemplar la leyenda recordando las palabras dirigidas por Hamlet a Horacio: “hay más cosas en el cielo y en la tierra, que todas las que pueda soñar tu filosofía”. Si yo fuese Horacio pediría a mi filosofía soñar el mito de Granada.
Gonzalo Antonio Gil del Águila
Granada, 30 de Noviembre de 2007
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domingo, 8 de marzo de 2009
18:03
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