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ENTREVISTA DE 2002 CON ARMANDO SOBRE LA SEMANA SANTA EN GRANADA

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A continuación se reproduce la entrevista hecha en 2002 a Armando López-Murcia Romero sobre la Semana Santa en Granada y que fue publicada entonces en un fanzine del que saqué algunos números. En aquel momento los blogs de internet no estaban en marcha y en su lugar había que recurrir a ese tipo de ediciones hechas con fotocopias o páginas impresas grapadas en cuadernillos para tener así una publicación barata que permitiera su distribución gratuita. Las fotos que se acompañan son del entrevistado.

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Dice ser un enamorado de Granada y sus tradiciones y ejerce ese amor cada vez que puede. Antiguo alumno del Colegio Santo Tomás de Villanueva de Granada. Muy vinculado con el mundo de nuestras Hermandades desde niño, es un cofrade comprometido, convencido y convincente, y es uno de los Hermanos Mayores más jóvenes de nuestra ciudad al desempeñar actualmente dicho cargo en la Pontificia y Real Cofradía y Hermandad de Nuestra Señora de la Soledad y Descendimiento del Señor del Real Monasterio de San Jerónimo, aunque no pierde nunca de vista sus orígenes en la Cofradía de Santa María de la Alhambra, a la que pertenece desde siempre por vinculaciones familiares. Gran aficionado a la fotografía, ha conseguido hacerse un nombre entre los fotógrafos más reputados de la temática cofradiera de Granada, sus obras ilustran los carteles y las publicaciones de nuestras Cofradías y es el autor del Cartel Oficial que anuncia nuestra Semana Santa en el presente año. Imbuido en los preparativos propios de este tiempo nos ha atendido y respondido a algunas preguntas.


¿Cómo llegas al mundo de las Cofradías?

Estoy inmerso en el mundo de las Hermandades de Granada desde siempre, ya que desde, muy pequeño, recuerdo que en mi casa se vivían los días de la Semana Santa y el ambiente de las Cofradías de manera muy intensa. Mi familia ha vivido toda la vida en la Alhambra, y mi abuelo fue uno de los fundadores de la Cofradía de Santa María que radica en la iglesia del recinto, por lo que todos los miembros de la familia han estado muy vinculados a ella. Rememoro con cariño los trajines del Jueves Santo en los instantes previos a la procesión, con mis tíos preparando las túnicas, las capas y los capillos, o a mi padre, cuando yo aún casi ni andaba llevándome a ver los desfiles por el centro de la ciudad. Son muchos recuerdos y mi gente me inculcó esos sentimientos que tienen mucho que ver con la fe y con la tradición; a mí me gusta muchísimo conservar las tradiciones que nos dejaron nuestros mayores porque considero que son el mejor patrimonio que se pueda poseer.


¿Hoy desempeñas cargo en alguna Hermandad?

Efectivamente, hoy día tengo el honor de ejercer el cargo de Hermano Mayor en la Pontificia y Real Cofradía y Hermandad de Nuestra Señora de la Soledad y Descendimiento del Señor del Monasterio de San Jerónimo, las populares “Chías”.


Y, ¿de qué manera has llegado a tal responsabilidad, que es la máxima en una Cofradía según creo?

Sí, es la máxima responsabilidad en el ámbito de una Hermandad. La vida, a veces, resulta curiosa. Como ya te he dicho, yo desde siempre he pertenecido, y pertenezco, a la Cofradía de Santa María de la Alhambra, a la que acompaño, cada año y desde muy niño, en su salida del Sábado Santo, y me ha gustado todo lo relacionado con nuestras Hermandades. A los dieciocho años, mi buen amigo José Antonio Alemán Caballero, también antiguo alumno ¬¬agustino, me pidió que yo colaborara con su Cofradía de la Soledad en la edición de la revista “Descendimiento”, ofreciéndome la posibilidad de coordinar un número de manera provisional entretanto encontraban alguien que se hiciera cargo de la publicación, y todo ello, en base a mi experiencia como director en su momento de “Moaxaja”en nuestro Colegio; el caso es que lo que iba a ser una edición transitoria se convirtió en mi integración paulatina en la Junta de Gobierno de la Cofradía, con cada vez mayor número de responsabilidades. Me fui haciendo cargo de diferentes áreas, la inicial revista se convirtió en unos dieciséis números a lo largo de estos últimos diez años, y he seguido trabajando hasta que hace año y medio resulté elegido Hermano Mayor de la Cofradía. Mi corazón cofrade se “partió” en dos mitades entre la Alhambra y San Jerónimo, y de él se han adueñado la Virgen de las Angustias que se venera en las alturas de la colina roja y la Reina enlutada que habita en el convento jerónimo.



¿Qué exige esa responsabilidad?

Pues, fundamentalmente mucho esfuerzo, cariño y dedicación. Quien en los días de cada Semana Santa contempla en nuestras calles los desfiles procesionales ve sólo el lado bonito, la magnificencia de los tronos, los pasos y los enseres, el orden de los penitentes y las camareras, la música, el trabajo de los costaleros, la flor... pero detrás está la labor y el tesón de todo un año y de muchas personas. Cuando tu Cofradía regresa a su sede y se encierra, en ese mismo instante, hay que comenzar a preparar la Estación de Penitencia del año siguiente, a intentar corregir los fallos. Presentar una Hermandad en la calle conlleva muchos gastos y muchos “quebraderos” de cabeza, y a ese esfuerzo hay que unir el resto de actividades de la Hermandad, porque, afortunadamente, las Cofradías ya no son sólo algo que sale a la calle en Semana Santa y una vez concluida la procesión se guarda todo y hasta el año que viene; ahora, se mantiene ininterrumpidamente una actividad de cultos, de relaciones con otras Cofradías y con los hermanos Mayores Honorarios, hay un protocolo, hay charlas de formación cristiana para los cofrades, se desarrollan iniciativas de caridad, pregones, carteles, conciertos, Cultos, y las Casas de Hermandad están abiertas todo el año. Si a eso unes la necesidad de reunirse varias veces al mes las Juntas de Gobierno para ir avanzando hasta que llega la Cuaresma en la que el trabajo se multiplica, la labor de ir cerrando los mil y un detalles, la tarea de ir intentando hacer frente a los imprevistos, y, en ocasiones, pocas gracias a Dios, la labor de ir tratando de solucionar las tensiones que a veces surgen entre las personas que conviven y trabajan tan estrechamente, pues el trabajo puede llegar a ser agotador. Aunque sea un poco exagerado, casi podríamos hablar de una “profesionalización” del cargo, dado el tiempo que requiere, y de la necesidad de tener un buen equipo, porque un Hermano Mayor sin personas que lo apoyen y colaboren con él en que las diferentes áreas desarrollen su cometido, no tiene nada que hacer. Creo que ante todo, la actitud de un hermano Mayor debe ser de diálogo, de comprensión, de equilibrio y escucha, de buena voluntad, de entender el honor del cargo como servicio a los hermanos que te confiaron su guía y gobierno. Yo no sé si lo consigo siempre, pero procuro hacerlo así, aunque seguro que me equivocaré en mis decisiones mil veces al día.


¿Los cargos se desempeñan de forma gratuita?

Total y absolutamente. Quizá las Cofradías sean uno de los últimos reductos para el altruismo. Es más, no sólo no se trata de cargos remunerados sino que el ejercicio de los mismos suele costar bastante dinero a quien los desempeña, en gasolina, en sellos, en teléfono, en pequeñas facturillas que se rompen para ayudar a la Hermandad en vez de presentarlas a Tesorería... y en el tiempo que se dedica, que muchas veces, te impide desarrollar otras actividades, incluso profesionales; pero el sacrificio creo que merece la pena. Las cosas hay que hacerlas con entrega y convencimiento, y si no, lo mejor es quedarse en casa y dar paso a otros que tengan mayores ganas de luchar.


Antes has apuntado algo acerca de las tensiones en el seno de las Hermandades. Háblanos de ello. ¿Existen problemas?

Las Cofradías, se nutren de personas, con los defectos y virtudes que tenemos, y como en todo grupo humano, surgen problemas, discusiones, enfrentamientos... que nunca deberían producirse en base a lo que especialmente perseguimos y predicamos las Hermandades, pero que están ahí, y, en ocasiones, si las personas que se enfrentan no tienen la suficiente humildad y capacidad de perdonar pueden llegar a convertirse en auténticas guerras que no hacen sino perjudicar a la Hermandad que sea, e incluso, te diría que a todas las demás. Ese es el principal escollo en el mundo de las Cofradías, ya digo, principalmente causado porque somos grupos humanos, y a partir del hecho de juntar la opinión de dos sujetos que conviven y trabajan codo con codo, pueden surgir las disparidades, y es normal; lo que nunca debe pasar es llegar a la guerra, sino que hay que procurar ceder y entenderse en base al alto fin que tenemos encomendado; esa es una asignatura pendiente, que nos cuesta muchas críticas, y que, poco a poco, creo que se va consiguiendo aprobar, aunque sea “por parciales”. Pero esos “problemas” puntuales no deben empañar el magnífico trabajo desarrollado por las Cofradías a todos los niveles, incluido el humano.


¿Se están “sevillanizando” nuestras Hermandades de Granada?

Sin duda, y por desgracia, y ello no lo digo, en absoluto, con desprecio, sino con la mayor de las tristezas, y me explico. Yo no estoy en contra de la Semana Santa de Sevilla; al revés, la admiro y respeto siendo consciente de la importancia que tiene y de lo que mueve e incluso, siendo partidario de ciertas influencias, pero no de la copia por la copia. Es más, no me falta un libro o un vídeo o un CD de ella, pero lo mismo que los tengo de la Semana Santa de Murcia o de la de Castilla-León, o de la de Aragón. Sin embargo, las Cofradías de Granada están perdiendo paulatinamente su personalidad y tradición por “importar” patrones de Andalucía occidental en una considero que mal entendida renovación. Así, estamos trayendo imágenes de más que dudable categoría artística para reemplazar las nuestras, o perdemos nuestros tronos, puede que humildes pero originales, por cambiarlos por grandes pasos casi seriados hechos en talleres hispalenses, impactantes pero repetitivos, todos de estilo “pecho paloma” y rebosantes de volutas y angelillos impersonales, o estamos recortando las túnicas bordadas de cola a nuestros Cristos haciendo desaparecer una costumbre inveterada y exclusiva de nuestra ciudad, o sustituimos los faroles artesanos de chapa y cristales granadinos por orfebrería clónica, o todas nuestras Vírgenes tienen que pasar a tener palio o cambiar el que ya tenían, aunque sea a costa de recortar tisú dorado o en plata para calcar dibujos ya existentes en las Hermandades de la vera del Guadalquivir, o nos sobran las “mantillas” en las Estaciones de Penitencia que han sido característica y símbolo de identidad de nuestra Semana Santa, o se suprimen elementos que, si hay suerte, se condenan al olvido del rincón de un almacén, y, si no la hay, se queman o abandonan hasta su destrucción, sin tener en cuenta que forman parte de nuestra historia y que, como mínimo, deben quedar guardados o expuestos como testimonio de lo que hemos sido y hemos tenido, y del esfuerzo que realizaron otras personas en tiempos no tan fáciles ni tan abundantes como los actuales. Yo todavía entiendo que las Cofradías de nuevo cuño se levanten con el estilo que prefieran sus hermanos, pero me duele que Hermandades de muchos años y con estilo y enseres muy consolidados se vean transformadas y alteradas por “modas”, perdiendo enseres y rasgos personalísimos y exclusivos cuando, por el contrario, son una herencia, que debe ser respetada, como producto del trabajo de quienes nos precedieron en su gobierno. Quienes gestionamos las Hermandades en cada momento somos depositarios de una historia y del trabajo de unos antecesores, y no siempre tenemos conciencia de ello.



Y su Hermandad... ¿se sevillaniza?

Yo prefiero hablar de la Hermandad a la que pertenezco que de “mi” Hermandad, expresión que da una falsa idea de propiedad. Ha sido empeño de quienes la han dirigido antes que yo, y, desde luego, mío, de mantenerla en su pureza, libre de influencias externas innecesarias que alteren su idiosincracia. Se trata de una Cofradía muy característica, con elementos muy granadinos y especiales que, si en un tiempo fueron propios de todas las Hermandades de la ciudad, se han mantenido sólo en la de la Soledad como son las “Chías”; otras peculiaridades son, por ejemplo, el paso “viviente” del Cristo del Descendimiento en el que hermanos de la Cofradía caracterizados de Santos Varones y de las Tres Marías portan la talla de Cristo Yacente atribuida a Pablo de Rojas, o la imagen de Nuestra Señora de la Soledad, dolorosa de vestir tan cercana a Pedro de Mena que se le atribuye, que procesiona sin palio y mantiene una actitud de tristeza profunda pero serena y lleva las manos entrelazadas, característica propia de la escuela escultórica granadina; o las largas filas de penitentes amarillos y negros que portan farolillos morados oscilantes, etc... Son suficientes motivos como para mantener su personalidad, ¿verdad?.


También se critican los gastos de las Hermandades...

Sí, pero creo que es, fundamentalmente por desconocimiento. Las Cofradías procuran poseer para el culto externo enseres de gran valor, sobre todo artístico y, por qué negarlo, económico, y creo que ello es bueno, creo que es bueno que exista cierta competitividad en intentar que nuestro Cristo o nuestra Virgen lleven los mejores ajuares posibles; ahora bien, que ello no se convierta en el fin primordial. No podemos olvidar el carácter de nuestra Semana Santa, que como todo lo propio de Andalucía, es exagerado, fastuoso, barroco, en una forma muy peculiar de expresar la fe... Creo positivo el hecho de que para conseguir hacerle una corona a la Virgen, costear un respiradero de plata, o bordar una túnica para un Cristo, unan sus esfuerzos e ilusiones durante bastante tiempo el joven y el viejo, hombres y mujeres, ricos y pobres, y que todos juntos realicen iniciativas para lograr esa ilusión. Por otro lado, hay que recordar que el gasto de las Cofradías ha permitido la continuidad y supervivencia de muchos oficios artesanos como la talla, el dorado, el bordado, la orfebrería, la cerería, etc... que se habrían perdido indiscutiblemente sin las Hermandades, y yo, desde luego, prefiero a tres familias bordando en oro un costoso y recargado manto durante tres años, y la creación de esa obra de arte y de esos puestos de trabajo mantenidos ese tiempo, a que esas bordadoras, o los empleados de taller de un orfebre o de un ebanista o tallista, por ejemplo, estén haciendo cola en el INEM; y luego hay otra faceta interesante que es que luego, ese manto, ese respiradero o esa corona, en la calle provoca que “mi” Semana Santa tenga más valor en la parte de espectáculo que indudablemente posee, y la gente salga a la calle a ver las Cofradías, y gane dinero el señor del hotel que está completo porque vinieron visitantes a contemplar nuestra Semana Mayor, o el señor del bar, el de los globos, el tío de las pipas, el de las patatas asadas.... esa es una labor social indirecta de las Cofradías con sus estrenos y con sus enseres, que considero importantísima, puesto que crea riqueza para todos. Igualmente, mantengo que ese no debe ser nunca el fin exclusivo, pues nuestra base es religiosa, y esta labor social, al ser y sentirnos cristianos y católicos, debe acompañarse de otras iniciativas de caridad que ya se van asumiendo. No se puede desposeer a la Semana Santa de su parte de boato y oropeles, como acto de culto que es, y toda liturgia requiere de una ceremonia y un patrimonio, pero sin olvidar, desde luego, que su esencia es religiosa y consiste en dar testimonio público de fe. El secreto es saber trascender el aspecto externo, sin suprimirlo, para vislumbrar lo importante. Igualmente te digo que de nada sirve el testimonio público de esa fe si después no eres capaz de vivirla en el ámbito de tu familia, de tus amigos, de tus relaciones laborales... pero eso es cuestión de cada uno.


¿Cómo os integrais en la Iglesia?

Pienso que cada vez mejor, gracias a nuestro esfuerzo y a los esfuerzos de comprensión que se están realizando por algunos sectores de la jerarquía y de otros movimientos eclesiales. Casi siempre, un simple gesto abre una vía de entendimiento, y en Granada tenemos un caso reciente como ha sido la apuesta decidida que nuestro actual Arzobispo, Monseñor Cañizares, ha realizado por las Cofradías, haciéndose eco de nuestro clamor durante tantos años pidiendo el acceso al interior de la Santa Iglesia Catedral y siendo consciente de nuestras muchas posibilidades, y reclamándonos un papel más activo en las necesidades y cometidos de la Iglesia diocesana. Sin embargo, continúa habiendo una parte de esa jerarquía eclesiástica y de algunos otros movimientos que, quizá por desconocimiento, o quizá por determinadas actitudes de los miembros de las Hermandades, nos ignoran a los cofrades en el mejor de los casos, o bien nos censuran o incluso nos detestan, sin intentar comprendernos y sin querer darse cuenta del inmenso potencial de las Cofradías en el seno de la Iglesia si se sabe atraer nuestra atención y comprender nuestra especial forma de vivir la fe; en ese camino de comprensión trabajan ya muchos sacerdotes que sí se han advertido que, cuando hay cultos o actos de una Hermandad en su iglesia, el templo se llena, y de todos los que llegan a un Vía-Crucis, a una Misa, aunque sea a oír al pregonero de turno o a la banda, alguno puede que se quede, y es ahí donde cobra todo su sentido el primordial papel de las Cofradías como catequesis de alejados. Las Cofradías en las que sus responsables espirituales toman interés están viendo incrementada enormemente la participación de los hermanos en iniciativas de culto, formación, caridad... Hay también, por qué no admitirlo, muchos defectos en nosotros, los cofrades no somos perfectos, y es necesario ir puliendo paulatinamente esas cosas, sobre todo, con comprensión y paciencia, en un camino que ya está iniciado y creo y deseo que no tenga retorno.


Volviendo a ti, tu faceta cofrade no acaba en lo que hemos descrito antes, sino que también podemos verte por las calles de Granada haciendo fotografías de los pasos y las procesiones...

Es cierto. A mi pasión por las Cofradías se une mi “hobby” favorito, que es la fotografía, afición que me viene de herencia porque, como sabes, mi padre, tristemente ya desaparecido, era periodista gráfico en diversos medios escritos y cámara de televisión, y era un gran profesional y un gran artista. Por desgracia, no pudo enseñarme todo lo que sabía, que era mucho, y mis condiciones las considero muy inferiores a las suyas porque parecérsele a nivel fotográfico sería para mí un sueño, pero me debió dejar un poco de su arte y me dedico a la fotografía “cofrade”, a veces, incluso, consiguiendo algún buen resultado.


Pero, ¿cómo empezaste?

De una manera muy rara; hasta los diecisiete años yo no había cogido una cámara de fotos, y lo hice en aquella Semana Santa, y la verdad es que los resultados no fueron malos vistos desde la perspectiva de entonces, aunque hoy serían fotos muy mejorables. Continué al año siguiente y empecé a formarme en escuelas de fotografía, y perseveré en mi afición, y poco a poco, fui depurando la técnica y obteniendo mejores resultados, que me llevaron a ir incluyendo algunas de mis obras en publicaciones y revistas cofrades y dándome a conocer poco a poco.


Has ganado varias veces el concurso del Cartel Oficial, y este año es obra tuya.

Sí, tras algunos años de “sequía” fui recibiendo algunos premios modestos en varios concursos, que me estimularon a continuar, hasta que conseguí el Cartel Oficial del año 94, lo que supuso una ilusión enorme. A partir de ahí, a pesar de que lo que voy a decir suene a pedante es la verdad, me convertí en asiduo entre los galardones de los certámenes fotográficos dedicados a la Semana Santa y entre las publicaciones cofrades de Granada, y el primer premio del Concurso Oficial recayó sobre mis obras de nuevo en el año 97 y en este, en que una instantánea del pasado año, que presenta al Cristo del Silencio bajo las torres de la Alhambra en la madrugada del Jueves Santo, anuncia nuestra Semana Mayor de 2002, lo que es motivo de especial satisfacción para mí, y supongo que para todos aquellos, pocos, que nos entregamos a esta pasión por las Cofradías y la fotografía, que, además, nos sale la afición por un ojo de la cara, que todo hay que decirlo, ¡já, já!, al tratarse de un “hobby” no excesivamente barato.


Y ¿cómo se hace eso que tú llamas fotografía cofrade?

Desde luego con mucha constancia, más paciencia y con mucho cariño hacia nuestra Semana Santa. He dicho muchas veces, y lo repito con frecuencia, que no basta sólo la técnica para ello; la técnica puede dar buenos resultados, y arrojará una instantánea perfecta, pero fría, formal. A mi juicio, a la técnica hay que unir el sentimiento, ese “pellizco” que provoca que cuando miras por el visor de la máquina fotográfica lo que ves te llame en un momento determinado la atención y te transmita el suficiente mensaje “cofrade” como para que te decidas a inmortalizar el instante para dárselo a conocer a otros a través de las copias. Cuando se unen esos dos elementos, la foto comunica, habla, “pregona”.


Será un trabajo duro...

Lo es, y mucho. Piensa que supone estar en la calle un mínimo de ocho horas cada uno de los días de la Semana Santa, salvo aquellos en los que realizas Estación de Penitencia en tu propia Cofradía, cargado con bastantes kilos de material entre cámaras, objetivos y trípode, esperando el segundo y el encuadre, yendo de un lado a otro de la ciudad buscando los escenarios más idóneos de los recorridos de las Hermandades. Cansancio que se va acumulando, mucho desánimo a veces cuando no te salen las cosas como tú las habías previsto, y sobre todo, mucha renuncia a estar con los tuyos viendo los desfiles procesionales y mucha paciencia y comprensión de quienes quieren estar contigo disfrutando de las Hermandades y no lo pueden hacer porque tú estás “trabajando”, sea tu novia, tu familia, tus amigos... Además es una labor muy complicada por las dificultades que tiene hacer fotos en vivo, no en un estudio; en la calle tienes que conseguir, en una instantánea en la que aparezca un paso procesional o un detalle cofrade, la información y el mensaje de una foto periodística combinados con la composición y la elegancia de una foto artística o de estudio, y eso en medio de unas condiciones que tú no puedes controlar, como es la cantidad de gente moviéndose y poniéndose delante, las luces contrarias, los letreros comerciales y el cableado que tanto afea nuestra ciudad, las prisas del instante exacto en el que debes hacer la foto para que tenga el contenido que tú deseas, los fallos “técnicos”... es bastante difícil, la verdad, pero lo cierto es que luego se ve recompensado todo ese esfuerzo cuando ves tus obras trasladadas a los carteles y a las revistas anunciando la Semana Santa y las Cofradías en todas las paredes y escaparates, siendo lo que alguien llamó, a ver si me acuerdo, “pregones impresos de la Pasión, la Muerte y la Resurrección de Jesucristo y de los dolores de su Santísima Madre que, cada año, rememora Granada”.


Por último, ¿qué deseas para la próxima Semana Santa?

Lo mejor que se puede desear: tiempo soleado y espléndido para que ninguna Hermandad sufra la tristeza de ver frustradas sus ilusiones trabajadas durante todo el año por una tarde de lluvia, concurrencia máxima de hermanos y hermanas en las filas, afluencia inmensa de público en nuestras calles y ausencia de todo tipo de problemas en todos y cada uno de nuestros desfiles procesionales, para que podamos celebrar una Semana Santa esplendorosa, espectacular y, a la vez, plena de sentido cristiano.